Sinopsis: Tooru Okada, un joven japonés que acaba de dejar voluntariamente su trabajo en un bufete de abogados, recibe un buen día la llamada anónima de una mujer. A partir de ese momento la vida de Tooru, que había transcurrido por los cauces de la más absoluta normalidad, empieza a sufrir una extraña transformación. A su alrededor van apareciendo personajes cada vez más extraños, y la realidad, o lo real, va degradándose hasta convertirse en algo fantasmagórico. La percepción del mundo se vuelve mágica, los sueños son realidad y, poco a poco, Tooru Okada deberá resolver los conflictos que, sin sospecharlo siquiera, ha arrastrado a lo largo de toda su vida. Crónica del pájaro que da cuerda al mundo pinta una galería de personajes tan sorprendentes como profundamente reales. El mundo cotidiano del Japón moderno se nos aparece de pronto como algo extrañamente familiar.
Opinión:Este libro me ha dejado con sentimientos encontrados. La verdad es que es el libro que menos me ha gustado de los que he leído del escritor japonés, que ya son unos cuantos. Me extraña porque realmente he leído muy buenas críticas de él, y he sido animada a leerlo en numerosas ocasiones. No sé si por esas expectativas que se habían generado o por qué, pero el libro no me ha terminado de convencer en absoluto, y en muchísimas ocasiones se me ha hecho aburrido; incluso me planteé dejarlo. Curiosamente, de todos los libros que he leído de él, es el único que no he comprado y que tomé prestado en la biblioteca.
La novela se centra en Tooru Okada, nuestro protagonista, quien tras haber abandonado su trabajo como hombre de los recados en un bufete de abogados, se centra exclusivamente a las tareas del hogar, mientras que lo compagina con la búsqueda de su gato desaparecido; Noboru Wataya. El nombre tal peculiar del felino viene a raíz del hermano de Kumiko, la mujer de Tooru, que también se llama así, con el que el protagonista mantiene una relación hostil. A medida que va avanzado la novela, va creando diferentes relaciones con otros personajes.
Por un lado tenemos a May Kasahara, una adolescente cuyas ideas acerca de la muerte resultan chocantes para alguien de su edad. Malta Kaano y Creeta Kano también pasan a formar figuras importantes. Las dos hermanas tienen cada una sus peculiaridades. La primera es una adivina que siempre lleva un vestido rojo de plástico en contraste con sus elegantes vestimentas, y la segunda acaba de sufrir una violación. Desde que estos personajes entran en la vida de Tooru, su tranquila vida se pone patas arriba. La rutinaria y mediocre vida con la que él estaba conforme da un giro de 180º cuando su mujer Kumiko desaparece. Malta, la adivina, dice a Tooru que la desparición del gato y de su mujer guardan una estrecha relación.
El libro está dividido en tres partes, y más o menos esta es la introducción que abarca toda la primera parte (apróximadamente unas 300 páginas). Lo que se sucede a partir de aquí me lo guardo para mí para no hacer ningún spoiler. Al mismo tiempo, se da otra segunda división, de esas a las que Murakami nos tiene acostumbrados. Nuevamente nos encontramos con saltos entre dos universos diferentes pero paralelos. Lo onírico nuevamente vuelve a ser protagonista en la novela.
¿Qué es lo que no me convence del libro? Así a primeras puede parecer que voy por el mismo camino que el que tomé con Kafka en la orilla, que tanto me gustó, porque la dinámica en un principio es más o menos la misma y Murakami vuelve a recurrir a los mismos elementos de índole fantástica.
El protagonista es un hombre normal y corriente, no integrado del todo en la sociedad, como suele pasar con la mayoría de los personajes del escritor japonés. Tampoco está del todo satisfecho consigo mismo, porque le falta algo, y tiene que hacer frente a un revés inesperado. Pero es que a mí este personaje no me ha terminado de gustar. No he logrado empatizar con él y me ha parecido muy soso, muy parado. Y cuando un libro tiene 900 páginas, si no logras tener algo de simpatía o emoción por el personaje, es complicado que la lectura te sea amena.
El libro se me ha hecho largo, muy largo. Lo leí en pocos días, pero se me hizo muy pesado, a ratos incluso tedioso. No tiene nada que ver con su longitud; recientemente leí La cúpula de Stephen King, que tenía más de 1000 páginas, y aunque sí que creo que algunas páginas se habrían podido evitar, en ningún momento llegué a aburrirme. El problema no ha sido la narración, porque la narración de Murakami me sigue fascinando. Mi mayor bache consistió en el contenido, que no logró atraparme. Hubo capítulos enteros que a punto estuve de saltarme cuando se centraban en relatos de la guerra que contaba otro de los personajes del libro. No lo hice, pero esa sensación de querer terminar de una vez por todas el libro, era algo que no me había pasado hasta ahora leyendo al japonés.
Entiendo por qué hay a quien sí le ha gustado, que por lo que he podido leer en diferentes sitios es una gran mayoría. Pero a mí personalmente me ha dejado con una sensación de decepción. No recomendaría a alguien que quiere empezar con Murakami empezar por esta novela, evidentemente, pero si eres un habitual y le quieres dar una oportunidad, tampoco seré yo quien diga que no.
Nuevamente entra en juego, como es habitual ya, la imaginación del lectores, sus propias interpretaciones y conclusiones. Posiblemente haya momentos en los que no entiendas nada, puedes que hasta te guste el libro y aun así lo termines y sigas sin entender nada. Pero es normal; es el encanto del japonés.
Lo que sí que me ha gustado mucho es el porqué del título del libro. Pero no lo desvelaré, porque forma parte de la historia. Finalmente le doy un 3/5. No creo que sea tanto como para recibir un aprobado raspado, porque la verdad es que la calidad literaria es innegable, pero le ha faltado un enganche, algo que me atrapara en vez de tantísimas páginas en las que el desarrollo se diera tan paulatinamente.
Y esta vez, vuelvo a traer algunas citas, que abundan en las novelas de Murakami.
"Cuando uno se acostumbra a no conseguir nunca lo que desea, ¿sabes qué pasa? Que acaba por no saber incluso lo que quiere".
"El odio es una sombra negra y alargada. En muchos casos, ni si quiera quien lo siente sabe de dónde le viene. Es un arma de doble filo. Al mismo tiempo que herimos al contrincante nos herimos a nosotros mismo. Cuanto más grave es la herida que le infligimos, más grave es la nuestra. El odio es muy peligroso. Y. una vez ha arraigado en nuestro corazón, extirparlo es una tarea titánica".
"Cuando nos abandonan, resulta durísimo permanecer en el mismo lugar y seguir viviendo solo. Esto lo sé muy bien. Pero, en este mundo, nada hay tan cruel como la desolación de no desear nada".
"Las cosas que se pueden comprar con dinero es mejor comprarlas sin pensar demasiado si ganas o pierdes. Es mejor ahorrar las energías para aquellas cosas que no pueden comprarse con dinero".
Puntuación:
★★★☆☆