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Crónica: Mad Cool 2018, como la primera vez

Por Robertomartos @_Roberto_Martos
Crónica: Mad Cool 2018, como la primera vez

Dejando los problemas a un lado sobradamente conocidos por todos, el Mad Cool jugó una baza importante que a buen seguro sintieron muchos de los que asistieron al festival este año y es volver a sentir esos nervios y ese cosquilleo en el estómago de la primera vez, una sensación que cada vez cuesta más encontrar con el paso de los años.

En mi caso fue con Pearl Jam, en el caso de Víctor Depeche Mode y Naich Inch Nails y en el de Alba MGMT. Y es que si la organización del Mad Cool brilló por su ausencia, lo que hay que reconocer es que el cartel era muy bueno y que todo lo que tiene que ver con los medios técnicos también.

Centrándonos en la música, el primer día del festiva fue precisamente la música la que puso orden en el caos y ahí fue el concierto de Pearl Jam el más destacado de toda la jornada. Esperándolos desde hace años, con nervios desde hace días y sin creer que iba a ver por fin a Eddie Veder y los suyos en el escenario, el momento llegó y no defraudó para nada.

Con una conexión brutal con el público, sobre todo por los esfuerzos de Veder por hablar en español, no faltó casi ninguna de las grandes canciones de la banda de Seattle, en un concierto que definiría como una montaña rusa de emociones. Creo que vi a mucha gente llorar en más de una ocasión y a mi casi se me saltan las lagrimas recordando cuando mi hermano me los descubrió o cantando al dedillo todas las letras de las canciones como hacía años en un concierto. Gracias infinitas a Irene por hacerlo posible.

Desde las nubes de Pearl Jam y bajando poco a poco a la tierra, solo un par de canciones de la salvajada de Japandroids fueron suficientes antes de llegar a ver a MGMT, que aunque rebajan el tono en directo respecto a sus discos, tuvieron muchos momentos de brillantez además de con las de sobra conocidas - Kids o Time to Pretend- con temas como Little Dark Age y, sobre todo, Me and Michael.

Antes de eso, Eels estuvieron soberbios, Lali Puna demostraron con su electropop que siguen estando en forma, Fidlar me recordaron mucho a Wavves y Justice dieron un espectáculo de los buenos, como suelen acostumbrar. Pero sobre todos ellos, Tame Impala, derrocharon psicodelia hasta el infinito y más allá. Por favor Kevin Parker, sigue creando cosas así. Una pena que las coincidencias nos impidieran ver a Carolina Durante y, sobre todo, a Yo la tengo. Algo que tiene perdón de Dios.

PASEO POR LA CLASE MEDIA

Tras la euforia de poder volver andando al festival a nuestro lugar de descanso, el viernes comenzó con ese momento que tiene que tener cada festival para conocer bandas nueva: la clase media. Tal fue el caso de Nuria Graham, The Big Moon y Goat Girl. Pop sin complicaciones para la primera, las segundas estuvieron espectaculares con canciones pegadizas y un gran directo, mientras que las terceras son dignas sucesoras de las lamentablemente desparecidas Vivian Girls.

Y de ahí a ver a Jack White, con muchas esperanzas puestas en este concierto, que la verdad es que estuvo bien a partir de la mitad. Cuando empezó a sonar 'Connected By Love' mis sentidos se activaron y a partir de ahí el ex White Strippes ofreció todo un recital que solo podía acabar con Seven Nation Army y los consabidos lo, lo, lo, los.

Los Arctic Monkeys aguardaban después para presenetar Tranquility Base Hotel & Casino. Una propuesta que tal vez no sea para un festival, quizá el aire crooner de Alex Turner pegue más en una sala y aunque tras miles de escuchas aún no sé como calificar este disco, tiene temas que a mi sí me gustaron escuchar en directo. Pero entiendo a quien se aburriera cuando la banda impregnó de la lentitud de que caracteriza este último álbum temas como I Bet You Look Good on the Dancefloor. Para mí, su mejor época para verles en directo fue con la gira del álbum anterior, es decir AM.

Y con esto se acabó desgraciadamente el sábado, y digo desgraciadamente porque todavía nos quedaba un plato fuerte con Massive Attack, pero no pudo ser... Reprochable al festival no haber informado de lo que pasaba tras casi una hora esperado, pues sí. Pero también reprochable la actitud del grupo, porque no se oía a Franz Ferdinand desde la carpa y de eso podemos dar fe las miles de personas que estuvimos allí.

REGOCIJO DE PRINCIPIO A FIN

El sábado fue también de la clase media en el inicio de la jornada, aunque no sé si a Wolf Alice se les puede calificar ya así. Han crecido tanto que solo puedo esperar que sigan por esa senda de temas efectivos, pegadizos y contundentes. Temas que no tiene Glass Animals, porque lo suyo es otra cosa, es poesía en el escenario, es crear canciones preciosas y conmovedoras para escuchar al atardecer de una tarde de julio en Madrid.

También hubo tiempo para descubrir a grupos como Hurray for the Riff Raff y, sobre todo, de poder contemplar a Frankie Cosmos con ese indie lo-fi que la caracteriza y esas canciones que nos encandilaron de principio a fin. Una pena que no tuvieran más conciertos por España para darse a conocer.

Y todo esto antes de la llegada de los monstruos de la noche. El querer ver cerca a Depeche Mode hizo que solo pudiéramos ver a Queens Of The Stone Age desde las pantallas y a Josh Homme montando un buen espectáculo, aunque quienes lo bordaron de principio a fin fueron los ingleses. Presencia , saber estar sobre el escenario y un chorro de canciones de sobra conocidas por todos para regocijo de principio a fin. Una delicia y punto.

Y después del éxtasis electrónico de Depeche Mode llegaron Naich Inch Nails con una propuesta que he de reconocer que fue apabullante en el principio. Pero yo me reconcomía por dentro por no ver a Future Islands, así que allí dejé a Víctor y me escapé para disfrutar de espasmos, sonidos guturales y bailes de todo tipo. Menos mal que pude ver como tocaban Seasons y Ran.

Crónica: Mad Cool 2018, como la primera vez

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