Las fotografías y las imágenes que nos llegan de la guerra afgana no siempre salen de la cámara de un periodista que trabaja- o colabora- para un medio de comunicación. Aquí he descubierto otra clase de periodista; aunque quizás este término sea un poco ambiguo ya que se dedican más a suministrar propaganda, tanto interna como externa, que a nutrir de información a las redacciones de medio mundo. Son reporteros que trabajan para el ‘Public Affairs’ (Relaciones Públicas). Son unos periodistas diferentes…
Visten de uniforme militar y siempre llevan, ceñida a la cintura, su arma reglamentaria. Son militares con vocación de periodistas. De hecho, muchos de ellos acompañan a las tropas durante las ofensivas para grabar imágenes que luego serán vistas por todo el planeta. Son los encargados de ensalzar el lado humano de los soldados. Contar historias lacrimógenas y heroicas para subir la moral del personal. Además de limpiar y dar esplendor al nombre del ejército norteamericano. Sobre todo, en guerras como está donde cada dos por tres aparecen noticias que hablan de masacres indiscriminadas sobre la población civil.
'Nosotros vamos con nuestras cámaras de fotos o de video acompañando a los soldados por todo el país. Nuestra misión principal es la de inmortalizar con nuestra cámara lo que hacen nuestros hombres', afirma la sargento Teresa Coble. 'Nosotros, somos soldados. Nunca olvidamos esa parte. Ya que en medio de un combate lo que prima es defendernos y ahí es cuando dejamos la cámara a un lado y utilizamos nuestro rifle para defendernos y atacar al enemigo', sentencia la capitana Allie Scott; una de las responsables de la oficia de Relaciones Públicas de todo el sur de Afganistán.
La capitana Allie Scott tomando una fotografía en la base aérea de Kandahar. Foto cortesía de la Oficina de Relaciones Públicas.
Acompañar a las tropas entraña sus riesgos. Están en el centro neurálgico del combate. Codo con codo. En primera línea de fuego. Y no siempre regresan a casa. De hecho, 'el pasado 18 de junio el sargento James Hunter, perdió la vida cuando un IED destrozó el blindado en el que viajaba', afirma la capitana Scott. El sargento Hunter tenía así el dudoso honor de convertirse en el primer periodista militar muerto en combate desde 2001.
Todos los que forman parte del plantel de las oficinas de relaciones públicas tienen un extenso historial a sus espaldas. La sargento Teresa Coble, por ejemplo, estuvo destinada dos veces en Irak. Fue una de las primeras en llegar a Bagdad y grabar la caída de la estatua de Sadam Hussein en la Plaza Paraíso. La capitana Scott es la segunda vez que ha estado destinada en Afganistán además de Irak, donde estuvo otro par de veces.
'Nuestra misión principal es ofrecer la cara amable de los conflictos. Niños saludando o soldados jugando con niños. Tenemos terminantemente prohibido grabar a soldados muertos o heridos. Nuestra misión es otra… Es la de subir la moral de los soldados y contribuimos a ello lo mejor que podemos', afirma la capitana.
'La inmensa mayoría de nuestro trabajo es utilizado para los periódicos internos que maneja la tropa o para el canal de televisión del ejército estadounidense. Además, nuestra labor es bien recibida por las familias de los soldados destinados en el frente porque así saben lo que hacen sus hijos', apunta la sargento Coble.
Pero además, estos periodistas son los encargados de preparar a los soldados para enfrentarse a las preguntas de los periodistas que se empotran en las unidades y aleccionarles de lo que deben o no deben decir. Ellos ofrecen una visión distinta de esta guerra; la visión edulcorada...