Desde Marjah.
“Nos han informado que han divisado varias unidades talibán cerca del distrito de Marjah por lo que es muy probable que nos encontremos con bastantes IED (Artefacto Explosivo Improvisado) por el camino. Debemos permanecer con los ojos bien abiertos”, advierte el capitán Abrahams a sus hombres mientras da las últimas ordenes antes de partir hacia el distrito de Marjah.
Son las dos de la mañana. De una mañana más fría de lo normal. Una enorme luna llena baña Helmand… En el rostro de los Marines se distinguen signos de preocupación. Alguno incluso tuerce el ceño y se pasa la mano por la cabeza recién afeitada, como resignándose… El mayor problema que están encontrando en Afganistán no son los enfrentamientos ‘cara a cara’ con la insurgencia sino los IED que estos colocan en la carretera y que tanto daño- y tantas bajas- están causando entre las tropas de la ISAF. Es un enemigo con el que no pueden luchar y al que sólo pueden burlar gracias a la suerte y a la fortuna. No depende de ellos pisar una de estas bombas latentes con su vehículo o evitar que los talibán las detonen a su paso. “La suerte es muy importante en la guerra”, afirma un joven marine. Todos ellos conocen a algún compañero que ha sufrido la virulencia de los IED y por eso saben a lo que deben atenerse.
“Iremos divididos en tres grupos. Yo iré al frente del primero abriendo camino con mi Straiker… Luego iréis los demás de manera escalonada. No debe haber rezagados se marca un solo ritmo. No debemos dar la más mínima facilidad de una emboscada. Los tiradores de las torretas tendrán que estar alerta; desde allí arriba tenéis una visión mayor que la nuestra así que es vuestra responsabilidad alertar de cualquier movimiento extraño”, apunta el sargento mayor Brown que toma la palabra y sobre un mapa señala los puntos calientes por donde debe pasar la caravana con una veintena de vehículos y donde se espera puedan encontrar resistencia talibán.
Desde camp Fiddelers Green hasta el distrito de Marjah sólo distan unos 35 kilómetros pero los recorreremos en “dos horas si todo va bien; sino tendremos que tardar algo más”, comenta el capitán Abrahams mientras esboza una sonrisa irónica y poco alentadora. A pesar que hace semanas que ningún Marine se las tiene tiesas con la insurgencia talibán- y de que no se cansan de repetir que la zona es segura- todos los convoyes tienen orden de desplazarse de noche para evitar riesgos y posibles emboscadas por parte de los talibán. La guerra no da tregua…
Los motores de la caravana comienzan a rugir con fuerza en la fría noche de Helmand. Los Marines se pertrechan con sus chalecos, cascos y gafas de visión nocturna. Las luces de los vehículos deben ir apagadas y sólo el brillo de los GPS vierte un poco de claridad entre tanta oscuridad. No deben dar pistas a los insurgentes de su posición. Los tiradores se colocan en sus torretas y cargan las ametralladoras. El capitán y el sargento mayor revisan vehículo a vehículo que todo está listo para la marcha. En total 19 coche, 60 Marines y cuatro periodistas…
Poco se puede vislumbrar desde las diminutas ventanas del Striker donde voy ubicado. La luna baña los campos yermos de esta provincia afgana que es un vergel de opio y polvo. Precisamente este último se espesa en forma de cortina nublando la vista y engullendotodo lo que toca… No tardamos en detenernos. Por las radios comunican a los vehículos que han localizado un IED escondido en la cuneta y listo para ser detonado. La espera es larga hasta que una brutal explosión señala que la bomba que dormitaba entre la arena no se ha cobrado su particular pieza, los artificieros la han detonado sin mayores consecuencias… Los marines vuelven a encender los motores de los vehículos. Prosigue el viaje por tierra hostil.
La marcha es lenta y tediosa. Hemos tenido que detener el avance tres veces más…Al final la presencia talibán está más presente de lo que nos quieren hacer ver los soldados y la amenaza continúa aunque hayan tomado el distrito de Marjah después de dos semanas de combates contra los insurgentes… Los primeros rayos del día comienzan a bañar la tierra. Casas dispersas en medio del desierto surgen de las sombras. El reino de la oscuridad regresa a su madriguera a esconderse hasta que vuelva a tener una oportunidad para cubrir el mundo.
A ambos lados de la calzada comienzan a aparecer señales de vida. De ‘civilización’. Acabamos de llegar a Marjah. Los vehículos entran poco a poco en el aparcamiento del campamento que tienen los norteamericanos habilitado en una antigua escuela. Hemos tardado cuatro horas y media en recorrer 35 kilómetros pero no hemos tenido que lamentar ningún contratiempo inesperado. Esta vezla historia tiene un final feliz pero los talibán lo seguirán intentando…