Revista Regiones del Mundo

Crónicas afganas: El oficio de salvar vidas

Por Antoniopampliega

Desde Marjah.

Ese inconfundible sonido se escucha a kilómetros de distancia. La sombra del enorme ‘pájaro’ se refleja en el suelo del abrupto terreno. El ensordecedor sonido de los rotores rasga el silencio del sur de Marjah. El artillero, vigilante, se recuesta sobre la ametralladora- calibre 40mm- mientras otea los dominios terrenales en busca de los enemigos invisibles. A lo lejos comienza a brillar el humo verde de la bengala. Llegó la hora de la verdad.

El Black Hawk comienza a descender lentamente. El polvo, la arena y los rastrojos se elevan en el aire impulsados por la furia de los rotores. A ambos lados del ‘pájaro’ casas de barro y paja hacen de testigos mudos. Dos sanitarios, pertrechados con un pesado petate y dos fusiles de asalto, descienden del helicóptero a toda velocidad. El tiempo es oro y más cuando la vida de un compañero pende de un hilo. En esta ocasión la alarma es porque un soldado presenta una fractura de tibia y peroné abierta tras caerse por un barranco… Así trabajan los médicos de Estados Unidos y Público ha sido invitado a pasar unas horas con un equipo de ‘Medebach’- el servicio de ‘urgencias’ del ejército- para ver cómo afrontan situaciones críticas en primera línea y ver como salvan la vida de sus compañeros a costa de arriesgar la suya.

“Nuestra labor es cómo la de cualquier servicio de urgencias del mundo pero con la única diferencia de qué nosotros vamos armados y estamos en guerra. Por lo demás, tampoco podemos decir que hacemos cosas distintas. Nuestro objetivo es salvar el mayor número de vidas posibles”, afirma el teniente Carl Cassidy. Desde que comenzara la ofensiva en Marjah este médico- de 35 años- ha tenido que atender a más de medio centenar de compañeros. “Las heridas más comunes son de disparos de bala. Sobre todo los primeros días de la ofensiva. Pero gracias a los chalecos que utilizamos tampoco revestían mayor gravedad. Aquí el problema son las bombas que colocan los talibán. Las heridas son mucho más complicadas de tratar para nosotros porque no tenemos el material necesario. Somos los primeros en llegar y tratamos de estabilizar al paciente y hacer que su dolor remita inyectándole morfina y taponando las heridas con gasas especiales para que la hemorragia remita lo antes posible”, comenta mientras revisa con minuciosidad su petate donde tiene gasas, tijeras, vendas, jeringuillas, tarritos de cristal con morfina….

Las heridas provocadas por los ‘dichosos’ IED’s son el principal problema que se están encontrado en Marjah y por eso la rapidez es vital en su trabajo. En menos de diez minutos pueden presentarse en cualquier punto de este distrito a bordo de los helicópteros- ya sean Black Hawk o CH-53E Super Stallion. Estos ‘pájaros alados’ son un elemento vital en el trabajo de estos peculiares ‘Ángeles de la Guarda’- u Héroes (cómo se les conoce en el argot militar). “En Afganistán es casi imposible moverse en las ambulancias blindadas porque las carreteras son impracticables. Nuestra misión es ser lo más eficientes posibles y si tenemos un paciente que sufre amputación severa de algún miembro inferior por culpa de una bomba no podemos tardar tres horas en recorrer 30 kilómetros. Se nos moriría por el camino y no estaríamos cumpliendo con nuestra misión de salvar vidas”, afirma el cabo primero Stanley Milton.

Este joven enfermero acaba de salir de la universidad y Afganistán es su primer destino. “Me alisté en los marines para poder costearme los estudios de enfermería; mi familia es de Alabama y son granjeros y no pueden pagarme la universidad porque somos seis hermanos… Así que acudí al ejército para poder estudiar lo que me gustaba y además poder ayudar a mi país”, comenta orgulloso.

Este equipo de ‘medebach’ puede sentirse muy orgulloso de su labor y sus compañeros así se lo hacen saber. “Cuando salvamos una vida es como si salváramos a nuestro padre o hermano. Algunas veces solemos recibir cartas de familiares de algún soldado herido o de los propios soldados dándonos las gracias por haberles salvado la vida. Eso es lo que más me enorgullece de mi trabajo… Aunque no siempre podemos hacerlo. Y cuando pierdes a un compañero en el quirófano… Bueno, pues te vienes abajo; aunque entre todos nos animamos porque si no sería imposible seguir haciendo lo que hacemos”, asevera el teniente Cassidy.

Su labor es vital y la insurgencia lo sabe y por eso los han colocado en su punto de mira. Las médicos que acompañan a los soldados en el frente no portan distintivos en su ropa ya que los talibán son a los primeros que tratan de eliminar. “Ellos saben que si matan al médico al resto de soldados nadie les va a atender. Así que nos hemos quitado los parches con el símbolo de la Cruz Roja para no darles pistas. Últimamente las ambulancias que viajan en un convoy son las que suelen recibir los ataques de los suicidas y los RPG. Por eso también utilizamos helicópteros normales y sin ningún tipo de distintivo”, comenta el teniente; veterano en la guerra de Irak donde pasó un año destinado en el hospital que tenía Estados Unidos en la Zona Verde. “Son guerras distintas. Países distintos. Gente distinta. No los podemos comparar”, explica Cassidy.

Pero el trabajo de estos hombres no sólo se ciñe a sus compañeros. También ayudan a la población local cuando les es posible. “Con los intérpretes vamos por los pueblos cercanos visitando a la gente y preguntándoles si necesitan cualquier tipo de ayuda médica. Aquí nos podemos encontrar con infecciones por heridas mal curadas hasta yagas en los pies por usar un calzado inoportuno pasando por diarreas, infecciones oculares y bucales. Esta gente no tiene absolutamente nada y no pueden costearse un médico por lo que nosotros tratamos de hacer un bien- que consideramos necesario- y que les puede hacer que ganen en calidad de vida”, finaliza el teniente. Arriesgar la vida para salvar la de otro… Un acto desinteresado en medio de una guerra. Merece la pena seguir creyendo en la bondad del Ser Humano.

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