Desde Herat.
Hablar del pasado en Afganistán es hacerlo de su historia. Una historia salpicada por múltiples guerras contra enemigos distintos: británicos, rusos, norteamericanos… e incluso contra ellos mismos. Los menores de treinta años no conocen otra cosa que guerra, dolor y sufrimiento. Son los hijos del combate y la lucha. En el país de la guerra eterna los niños nacen con un AK bajo el brazo.
Los afganos se sienten orgullosos de su pasado y nada mejor que demostrarlo erigiendo un museo a aquellos que dieron sus vidas tratando- y consiguiendo a la postre- expulsar a los rusos del país. En Herat tienen un pedazo de historia que transporta al visitante al pasado más reciente. “Manzar Jahad” es un lugar de peregrinación obligado para los nostálgicos muyahidines que combatieron contra las hordas comunistas entre 1979 y 1989. Una década que los afganos aún recuerdan como la unidad de todas las etnias contra la tiranía impuesta por el Kremlin.
En el exterior del reciento el visitante puede posar delante de baterías antiaéreas, bombas que no hicieron explosión, lanzacohetes, morteros, tanques, helicópteros y la joya de la corona de tan singular museo. Un avión de combate MiG. “Esto es lo que dejaron los rusos tras huir precipitadamente de Afganistán. No tuvieron tiempo ni de llevarse sus aviones y tanques. Los tenemos aquí para honrar a los que dieron su vida por nuestro país y para que la gente más joven aprenda la historia de su país”, afirma Seyed Wahid Qattali, diputado provincial de Herat.
El museo, de un vivaracho azul turquesa, está divido en tres partes. La primera una magnifica entrada donde se pueden apreciar balas, fusilería, granadas de mano y de mortero, etc... Otra parte donde se puede contemplar un magnífico diorama; donde el sonido de los combates o los helicópteros se entremezclan con una voz en off que narra la lucha de los muyahidín contra las tropas invasoras. En esta representación no falta ningún detalle e incluso hay un pequeño hueco donde mujeres- ataviadas con el famoso burka- lanzan piedras sobre los soldados rusos desde los tejados de las casas cercanas.
Y la última zona del museo es para los más nostálgicos. Fotos y un documental- que es proyectado sobre una pared blanca- recuerdan lo que los afganos vivieron en esta década. “Muchos de los visitantes son antiguos combatientes que vienen con sus hijos para ver las fotos y recordar aquellos años tan tristes donde perdieron a muchos de sus amigos y familiares”, cuenta Qattali.
En este peculiar templo destaca, por encima del resto, la figura de Ahmed Shah Massoud. Conocido como ‘el león de Panjshir’ por su enérgica defensa que hizo contra los rusos. Posteriormente se convertiría en el comandante supremo de la Alianza del Norte. Los talibán acabarían con el 9 de septiembre de 2001 en un atentado suicida. Su retrato preside un interminable pasillo lleno de antiguos comandantes muyahidín.
Un singular museo de historia. Pero mirar las fotografías que adornan estas paredes te hace preguntarte ¿Cuántos de los que están aquí retratados están luchando ahora, codo con codo, con los talibán? Sus caras son las mismas… ¿Quién es talibán y quién no?
Al abandonar este lugar se me viene a la cabeza unas estrofas de una canción de Celtas Cortos. “Sólo recuerdo lo bueno, de lo malo nada” En Afganistán, llevan 30 años sin nada bueno así que es complicado escarbar en la memoria buscando algo que no tenga que ver con la guerra.