Revista Regiones del Mundo

Crónicas afganas: Un ejército de relumbrón

Por Antoniopampliega

Desde Marjah

En la última ofensiva lanzada por ISAF y por Estados Unidos el ejército afgano ha jugado un papel importante. Ellos han planeado y ejecutado sus propias estrategias y sus propias operaciones y lo han hecho a la perfección. Son muy eficaces y están haciendo un trabajo soberbio en las provincias del sur de Afganistán”, comenta el general español Santos Senra que tuvo la deferencia de hacer un pequeño alto en su apretada agenda para atenderme.

En Marjah la presencia del nuevo ejército afgano es más que evidente. Allí donde hay una compañía de marines se encuentra una unidad afgana. La intención de los países de la coalición es que Afganistán tenga- antes de finales de 2011- un grueso de más de 150.000 soldados listos y preparados para hacer frente a las acometidas de la insurgencia. Este nuevo ejército cuenta con el apoyo total de la Comunidad Internacional y tienen a su alcance los medios más modernos. Desde uniformes hasta armas- muchos de ellos han dejado de usar el AK-47 (lo único que habían conocido) para llevar a cuestas un M4- de más de 1.500 euros- o una ametralladora M30.

Pero la sensación que se tiene estando en Marjah es que los afganos siempre van a remolque de los marines. No hacen un movimiento sin consultar previamente a los Altos Mandos norteamericanos a pesar de contar sobre el terreno con comandantes y con algún que otro general. Sus movimientos se constriñen mucho. Si salen de patrulla deben ir acompañados por unidades americanas; si deciden lanzar una ofensiva a un fortín talibán a su lado hay un rudo marine cubriéndoles las espaldas… En las provincias del sur los afganos tienen desplegados a más de 5.000 soldados por los casi 50.000 de británicos y norteamericanos; un número que se hace insuficiente teniendo en cuenta que en menos de dos años deberán tomar las riendas del país.

Pero eso no es todo. El ejército afgano no cuenta con pilotos de aviación debidamente cualificados. Los que tienen rondan la sesentena y los helicópteros datan del tiempo de los rusos. En Afganistán los helicópteros son vitales para ganar la guerra por su posibilidad de aterrizar en cualquier parte y para poder atacar desde el aire a las unidades enemigas… Todo eso actualmente lo está haciendo Estados Unidos. Pero en tierra la situación es igual o peor.

Mientras los marines se desplazan en modernos Striker con un blindaje capaz de hacer frente a las explosiones de los IED’s los afganos se mueven a bordo de destartaladas pick-up de Toyota, sin blindar, con el techo descubierto y con ocho ocupantes en total. Un blanco demasiado fácil para los insurgentes y sus bombas caseras.

Uniformes nuevos, armas nuevas… que se enfrentan con un enemigo bregado en mil batallas, curtido en cien combates y que lucha por convicción y no por los 200 dólares al mes que tiene de sueldo medio un soldado afgano y que parece un pobre incentivo para defender- y posiblemente morir- por su país. Ese es uno de los principales motivos que se puede encontrar el ejército afgano. Unos soldados desmotivados. Pero en la actualidad- con los americanos al lado- no se han producido ninguna deserción y “el trabajo de los nuevos soldados está siendo encomiable. Pelean duro, como nosotros”, afirma un cabo de los marines.

Por otro lado, la unidad que se quiere fomentar desde el gobierno no tiene su calado en el ejército afgano donde sólo el 10% de los soldados pertenecen a la etnia pastún- la mayoritaria y a la que pertenecen los talibán. “Esto supone un grave problema porque muchos tayikos, hazaras ouzbekos no saben hablar pastún; sólo hablan en dari y a la hora de entenderse con la población civil en el sur de Afganistán la cosa es muy, muy complicada”, comenta el capitán Havens quién está a cargo de la compañía Alpha de los marines y que cuenta con medio centenar de soldados afganos. “La población debe verse representada en su ejército y ahora mismo eso no ocurre. Un pastún nunca aceptará las órdenes de una persona de etnia diferente”, sentencia.

“Todos los talibán son pastunes, pero no todos los pastunes son talibán”, afirma entre risas un soldado afgano. Aunque sus compañeros se encogen de hombres y ríen la gracia. Muchos de estos soldados no han visto a un talibán en su vida y es posible que cuando los reconozcan sea demasiado tarde.

Mientras comienza a caer la noche sobre la ciudad, en los acceso principales a la ciudad de Marjah el ejército afgano ha montado unos improvisados checkpoint para controlar a todo el que entra mientras los marines siguen con atención los movimientos desde los blindados. Por desgracia, son los soldados afganos los que más peligro corren y los que menos preparación tienen… Aún así, la Comunidad Internacional sigue- a marchas forzadas- formando nuevos hombres para dejarles las riendas del país a finales de 2011. Parece que tienen demasiada prisa por quitarse de en medio y dejarles los asuntos afganos en manos afganas.


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