Revista Ciencia

Crónicas del Campo Santo, Nº 24.

Por Daniel Paniagua Díez
Crónicas del Campo Santo, Nº 24.

Crónicas del Campo Santo Nº 24


Como ya no estoy para hacer relojes y la cosa está como está, que voy caminando a la pata coja, pero veo y además observo: en el campo, en el pinar, a la orilla del río, los niños van con mascarilla; intentan jugar al banderín Número 1 o al balón. ¡Con mascarilla!

Demencial.

Y siguen proliferando las balcón-nazis denunciando a los vecinos; especialmente a los jóvenes, e incluso a los cojeantes paseantes. ¡Estaba fumando en la calle! Y te graban con el telefonillo.

Crónicas del Campo Santo, Nº 24.

El viento arrastra polvo sahariano en suspensión hacia la península ibérica y Europa entera; en muchos lugares llueve barro, y la cosa irá a más según pasen los años. Mira que llevo avisando...

¿Por qué y a santo de qué permitimos que se estupidizase así la gente y el país se volviese pseudonazi? Los vigilantes que pagamos con nuestros impuestos nos persiguen a nosotros, los ciudadanos pagadores, en vez de a los delincuentes pero... ¿quienes son los que les vigilan y les dan órdenes a ellos?

Organizaciones supranacionales y fondos buitre con razón social en lo más profundo de la Fosa de Las Islas Marianas (territorio del Reino de España, aún no reclamado ante instancias superiores) ¿Y eso por qué?

Crónicas del Campo Santo, Nº 24.

Nuestro luminoso modo vida: de chateo al medio día, dormir la siesta como dios manda (con pijama y orinal) después de haberse metido entre pecho y espalda un estupendo Cocido Montañés (con ración de embutido leonés) es su ¡peor enemigo!

Crónicas del Campo Santo, Nº 24.

Entre col y col ¡lechuga! ese es el régimen cuartelario y alimenticio con el cual los enemigos de nuestra humanidad nos quieren "alimentar". Pero avisados estamos y no habrá lugar por más que porfíen en contra. Voto a bríos, y que conste que no soy vascongado, pero algún día me tendré que volver a tomar un buen asado.

Crónicas del Campo Santo, Nº 24.

El concepto de reencarnación (¡Uuu, que miedo!) está manipulado por infames traducciones a las lenguas occidentales. Lo que enseñaban los Rishis hindúes era algo tan simple como que usted no se preocupe, más allá de lo razonable, por la muerte, pues sin duda es algo que le sucederá. Y todos los ríos van a parar a la mar, bla, bla, bla.

Siempre tendrá usted a su disposición una nueva vida para proseguir su desarrollo espiritual, el suyo, el personal de usted. En este mundo o en cualquier otro que observe en el cielo en las noches despejadas y sin luna.

Crónicas del Campo Santo, Nº 24.

Dese un buen baño de realidad, y no se deprima. Nunca le faltará a usted lo necesario para su progresión; en este asunto la verdad es transparente, evidente; así pues: ¡Viva la vida!, ¡viva el vino! ¡y las mujeres!

Crónicas del Campo Santo, Nº 24.

Voto a bríos. A mí con olas...


Daniel Paniagua Díez

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