Curioso montaje a base de libros en la entrada de Liber. Foto: Benjamín Recacha
“La demanda no tiene nada que ver con lo que los editores creen”. Una declaración que, en mi opinión, sintetiza lo que está ocurriendo en el mercado editorial español. Salió de la boca de Beatriz Celaya y de Elena Sierra, emprendedoras responsables de la agencia de servicios literarios Biografías Personales, no porque quisieran llamar la atención, sino porque se trata de una de las principales conclusiones que se extraen del estudio Autores independientes: la irrupción de la Revolución Indie, que han elaborado en colaboración con el portal cultural Dosdoce.com, y que presentaron el jueves en el Salón Liber 2014.
Inicio con esta crónica del taller sobre el impacto de la literatura independiente en el sector editorial y su posterior mesa redonda, en la que tuve el honor de participar como ponente, una serie de artículos en los que recogeré mis impresiones sobre el acontecimiento profesional más importante en torno al sector que se desarrolla en España.
Si tengo que resumir mi experiencia durante estos dos días en pocas palabras, diría: muy interesante y enriquecedor. Y añadiría: se han confirmado las impresiones que he ido acumulando durante el año largo que llevo embarcado en la aventura editorial. Pero vayamos por partes.
Algunos datos interesantes que Beatriz y Elena desgranaron durante su didáctica y muy dinámica exposición: las ventas de libros digitales en España se mueven en una horquilla de entre el 2 y el 5% del total de las ventas de las editoriales. En Estados Unidos y en el mercado anglosajón en general son mucho más elevadas, en sostenido crecimiento, pero quizás lo más significativo es que sólo el 16% de lo que vende Amazon en EE.UU. corresponde a los cinco grandes grupos editoriales, mientras que más de una cuarta parte son libros de autores independientes, “authorpreneurs”, autores, editores y emprendedores (APE), todo en uno. Guy Kawasaki, uno de los “magos” de Apple, se ha convertido en gurú de este nuevo modo de entender el proceso editorial gracias a su libro APE: How to publish your book.
Los “indies” hemos venido para quedarnos. Beatriz y Elena (y más gente a la que he tenido la oportunidad de escuchar en Liber) tienen muy claro que no se trata de una “burbuja”, de una moda pasajera a la que se apunta cualquiera capaz de juntar cuatro letras (que también). “Lo híbrido es el futuro”. ¿No es así en todo? También en el sector editorial. “El editor tiene que cambiar su forma de trabajar, porque ahora el autor controla todas las fases del proceso de publicación y decide con cuáles necesita ayuda”. Así es.
Una de las conclusiones más claras a la que he llegado en el último año es que la única ventaja importante que tiene disponer de un sello editorial es la facilidad de distribución, pero sólo si hablamos de publicar en papel. Para la versión digital todas las ventajas caen del lado de la autopublicación. J.K. Rowling, por ejemplo, conserva en exclusiva todos los derechos digitales de la saga Harry Potter y pone a disposición de los lectores contenidos accesibles únicamente a través de su web. Pero es que es muy lógico que sea así. ¿Por qué cederlos a una editorial cuando a través de cualquier plataforma de publicación voy a ganar mucho más dinero por descarga? Y más si tenemos en cuenta que, al menos en España, las editoriales tradicionales “desprecian” este formato.
En la mesa redonda junto a José Antonio Muñoz, Silvia Clemares y Elena Sierra. Foto: Fran RecachaEn la mesa redonda junto a José Antonio Muñoz, Silvia Clemares y Elena Sierra. Foto: Fran Recacha¿Cuál es el motivo? Nadie parece tenerlo claro. José Antonio Muñoz, director de la web literaria ‘Viaje a Ítaca’, periodista conocedor en profundidad de los entresijos del sector, y compañero de mesa redonda, tampoco lo ve claro. “Los responsables de Penguin Random House y de Planeta no supieron responderme ayer, pero es incomprensible que los nuevos lanzamientos los promocionen sólo en papel”.
Ésa sería una posible explicación de por qué venden tan pocos ebooks, pero la cuestión es que cada vez más lectores cambian el papel por el lector digital o, al menos, combinan ambos formatos. Yo, por ejemplo.
Si la lectura en digital aumenta, pero las ventas no, blanco y en botella. ¿Tiene que ver el precio en que muchos lectores recurran a las descargas ilegales, también conocidas como piratería? Yo creo que, por lo menos en parte, sí. José Antonio Muñoz no lo tiene tan claro. Pero el hecho es que el precio medio de los ebooks con sello editorial es el doble de caro que el de los indies. No sorprende, pues, que vendan mucho menos.
Otro dato, cuanto menos curioso: los libros más vendidos en Amazon no son los más baratos, sino los que se mueven en torno a los 3 euros. “Los precios bajos se asocian a poca calidad”. Coincido con Beatriz Celaya, aunque José Antonio Muñoz y Silvia Clemares, responsable para España, Portugal e Hispanoamérica de Kobo Writing Life, destacan el gancho comercial que tiene la posibilidad de jugar con el precio que ofrecen las plataformas digitales. En mi opinión, poner muy barato un libro o directamente regalarlo puede ser una buena herramienta para llamar la atención de los lectores, sobre todo si tienes más de un título disponible. Si lo leen y gusta probablemente comprarán los otros.
Todos los escritores soñamos con el éxito. Pero ¿qué es el éxito? La respuesta más evidente que se me ocurre es “que te lean”. Conseguirlo un gran reto, sobre todo si quieres que te lea gente que no sea de tu familia ni de tu círculo de amistades. El éxito también se asocia con el dinero. Un escritor rico (como en cualquier otra profesión) es un escritor de éxito. Ese concepto en EE.UU. lo tienen muy claro, totalmente interiorizado, y buscan la manera de lograrlo. “En España el éxito es que te publique una editorial”. Beatriz y Elena exteriorizan el pensamiento del 99% de los escritores que empiezan. Pero la realidad es que una ridícula minoría de los que consiguen un contrato pueden vivir de la escritura (en la crónica que escribiré sobre la jornada a la que he asistido este viernes ahondaré en esta idea; la intervención del agente literario Guillem d’Efak, sucesor de Carme Balcells en la agencia más importante del mundo en lengua española, ha sido memorable).
La autoedición ha estado muy desprestigiada desde que a mediados del siglo XX las empresas editoriales se hicieron con el control del proceso de publicación. Pero antes de que eso sucediera buena parte de los grandes escritores universales (Hemingway, Virginia Woolf, Lewis Carroll, Dostoievski…) fueron autores indies que se autoeditaron recurriendo a vías tan revolucionarias hoy en día como el crowfunding.
Es indudable que el sector editorial está en crisis, no sólo económica, sino de modelo. Se fundamenta sobre una estructura demasiado rígida, anclada a mucha profundidad y muy poco permeable a los cambios, pero los cimientos empiezan a crujir y a agrietarse y quienes no sepan adaptarse al nuevo modelo, que ha irrumpido sin pedir permiso, están condenados a la desaparición. Enfrentarse a la autoedición con actitud hostil es una estupidez, lo que tienen que hacer las editoriales tradicionales es cambiar su modelo para aprovechar las oportunidades que se presentan. “El futuro pasa por las plataformas de lectura y edición”, señala el estudio de Biografías Personales. Plataformas como entreescritores, donde los lectores son el filtro que puede derivar en acuerdos editoriales para las novelas inéditas que cuelgan los autores con la esperanza de obtener la aprobación popular.
Lo digital y lo analógico están condenados a entenderse, van a convivir, igual que los autores independientes convivirán con la edición tradicional. No somos enemigos de las editoriales, ni de las librerías, ni de las bibliotecas, sino todo lo contrario. Encontrar el camino para que todos podamos aprovechar las oportunidades que se presenten es el reto. Lo híbrido es el futuro.
Luciendo camiseta y libro en Liber 2014. Foto: Fran Recacha
Antes de acabar quiero agradecer a Elena y Beatriz que hayan contado conmigo para exponer mi experiencia personal como autor independiente, y a mis compañeros de mesa redonda, José Antonio y Silvia, el haberme hecho sentir tan a gusto. Creo que el resultado final fue muy positivo e interesante para el público asistente, que también hizo aportaciones muy enriquecedoras al debate.
Os dejo con la grabación de parte de la charla. La calidad del sonido no es la mejor. A Elena y a Silvia se les oye muy flojito ya que la grabadora estaba delante de mí. Mi voz, pues, sí que la distinguiréis con claridad.
Atentos a la siguiente crónica.