Sí, estuvimos en Liber.
Cuando Beatriz y Elena, de Biografías Personales, me invitaron a contar mi experiencia como autor indie en Liber lo primero que pensé fue: “Pero ¿eso no es en Madrid? Es igual, tengo que ir sí o sí. Cojo el AVE y vuelvo el mismo día”. Unos minutos después, al teclear Liber en Google y descubrir que la edición de este año tocaba en Barcelona, mi bolsillo “suspiró” aliviado.
Era una oportunidad ideal para respirar el ambiente del sector editorial, conocer a gente metida en el meollo y escuchar sus impresiones, consejos, inquietudes, opiniones, incluso vaticinios. También era el lugar adecuado para comprobar si el escenario que me había ido dibujando durante el último año se correspondía con el real.
Y una cosa más: asistir a Liber era también una oportunidad a priori magnífica para pasear los proyectos literarios en que me hallo inmerso, con Memorias de Lázaro Hunter, la novela gráfica que está ilustrando mi hermano Fran, como joya de la corona.
Así pues, el jueves 2 de octubre nos presentamos en el Palacio 8 de Fira de Barcelona con una cartera repleta de libros y dossieres que pesaba un quintal (mi hombro da fe de ello) y nuestras cabezas llenas de ilusión e incertidumbre a partes iguales.
Nada más entrar pasamos junto a la sala Ana María Matute, donde la escritora y periodista (anda, como yo) Rosa Montero participaba en una charla sobre la importancia de la marca digital (un concepto muy repetido durante estos días) para que los autores lleguen a los lectores en un mundo en el que las redes sociales son ya, con diferencia, el principal medio de comunicación. Me habría encantado asistir. Incluso había llegado a fantasear con la posibilidad de abordar a Rosa con un ejemplar de El viaje de Pau dedicado para ella y robarle una foto juntos… Pero me pudieron el pudor y la prudencia y, además, habíamos ido allí a trabajar.
En los días previos había contactado por email con varias editoriales especializadas en cómic y novela gráfica o que contaban con una colección específica. Dos (sorprendentemente) me contestaron muy amablemente, informándome de que en Liber no habría editores que nos pudieran atender, pero que estudiarían el proyecto de Lázaro. Me parecieron respuestas sinceras. Personalizadas al menos, que ya es mucho.
Así que cuando entramos en la feria ya éramos conscientes de que probablemente no lograríamos hablar con ningún editor. A Liber suelen enviar a agentes comerciales para establecer contactos y oportunidades de negocio, pero no para recibir propuestas creativas. De todas formas, por probar no perdíamos nada, ¿verdad?
Enseguida encontramos el stand de una de las editoriales más importantes. “Para empezar picamos alto, ¿no?”, le comenté a Fran. No recuerdo su respuesta, pero venía a ser sinónima de “aquí hemos venido a jugar”. De modo que abordamos al señor trajeado que en aquel momento no estaba atendiendo a nadie. “Hola, ¿hay alguien a quien podamos presentar un par de proyectos?”. El hombre, evidentemente, era un agente comercial, pero enseguida nos dimos cuenta de que tenía inquietudes artísticas, porque cuando le enseñamos el dossier de la novela gráfica (realmente muy currado, montado como si estuviera listo para la venta) se mostró sinceramente interesado. También le enseñamos el cuento El pequeño pescador e incluso, ya que estábamos, saqué uno de los ejemplares de El viaje de Pau que llevaba en la cartera.
Total, que estuvimos charlando unos diez minutos, y salimos de allí con algunos consejos sobre cómo presentarnos en las editoriales. “Hay que echarle morro, y no conformarse nunca con que te acepten la obra en recepción. Tenéis que entregársela a quienes tienen la capacidad de decidir sobre ella”. El hombre fue consecuente con su consejo y nos proporcionó los teléfonos directos y las direcciones de email de los editores de cómic y de infantil. Nos despedimos muy agradecidos y con la impresión de que el primer intento había sido acertado.
Repetimos la operación con varias editoriales más. En todas nos atendieron comerciales que nos facilitaron las vías de contacto con los responsables de edición, incluso en una tuvimos la suerte de encontrar a una editora, de la que, tras una charla muy agradable, obtuvimos el compromiso de que estudiaría las propuestas cuando se las enviáramos por email.
Se acercaba la hora del taller sobre el impacto de la autoedición en el sector editorial, tras el cual tendría lugar la mesa redonda donde iba a participar, así que nos sentamos un rato para hacer balance y algunas fotos. La sensación era positiva, y un rato después, tras conocer a Beatriz Celaya, Elena Sierra, José Antonio Muñoz y Silvia Clemares, mis compañeros de charla, aún lo sería más.
Beatriz Celaya durante el taller sobre el impacto de la autopublicación. Foto: Idoia Soto
Del taller y la mesa redonda ya hablé en la crónica anterior, con documento sonoro incluido, así que ahora me limitaré a reiterar el agradecimiento a Biografías Personales por haber contado conmigo. La experiencia fue genial. Reconozco que tengo un punto exhibicionista que provoca que cuando me siento a gusto en un sitio me “crezca”. Me gusta hablar sobre aquello que (creo que) domino, de modo que compartir mi experiencia en el apasionante mundo de la autoedición y de la autopublicación, y escuchar lo que profesionales conocedores del sector editorial tienen que decir, reúne todos los ingredientes necesarios para que el resultado sea inolvidable (al menos para mí). Espero que los asistentes no concluyeran lo contrario. Por lo menos, aguantaron hasta el final muy educadamente e incluso aplaudieron.
Al acabar todavía hubo tiempo para hacer nuevos contactos y conocer en persona a las chicas de entreescritores, que me animaron a colgar mi próxima novela en su plataforma para someterla al examen de una creciente, entusiasta y exigente a partes iguales, comunidad lectora. Aún no tengo nada claro cómo voy a proceder cuando la acabe (espero que a final de año), pero lo tendré en cuenta, igual que tendré en cuenta las posibilidades novedosas que ofrece SeeBook, el ebook en soporte físico que se vende en librerías. Conocí a su impulsora, Rosa Sala, con quien ya había tenido contacto a través de las redes sociales, y me explicó los avances de un proyecto con mucho potencial. De hecho, todos los asistentes al taller salimos de la sala Josep Maria Castellet con un SeeBook que da acceso al estudio Autores independientes: La irrupción de la Revolución Indie en formato digital.
Los “supervivientes” compartimos unos minutos más de charla distendida. Algunos regresaron a casa con un libro bajo el brazo (uno que es agradecido) y nosotros lo hicimos con la satisfacción del trabajo bien hecho y la sensación de que el día había resultado muy provechoso.
Lo que vi y escuché el día siguiente lo explicaré en la siguiente crónica, la última que dedicaré a Liber. Os recomiendo que la leáis con atención porque los ponentes de la ‘Mañana de edición de autor’ dejaron auténticas perlas dignas de ser reseñadas.
No puedo despedir esta crónica de ambiente sin mencionar a Mariana Eguaras, consultora editorial muy activa en redes sociales, cuyo blog debería ser herramienta imprescindible para todo escritor que tome el loco camino de la autoedición. El viernes la conocí en vivo y en directo y quería dejar constancia de ello porque es una de esas personas (tengo la suerte de haberme topado ya con unas cuantas) que no duda en echarle una mano a quien considera que la merece. Gracias, Mariana, tengo muy en cuenta tus consejos.
Liber el año que viene es en Madrid. Como les dije a Beatriz y a Elena, “si necesitáis un ponente, podéis contar conmigo”. Espero que para entonces cuando pongan mi foto junto a las de J.K. Rowling y Guy Kawasaki (eso hicieron el jueves, qué majas, provocándome un ataque de risa) haya motivos reales, más allá de un guiño simpático.
Desde luego, como titulé en la crónica anterior, los autores “indies” hemos venido para quedarnos.