Alexandre Taillard de Vorms, Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, es un hombre con brío que gusta a las mujeres. Pasea su melena plateada y su cuerpo atlético desde la tribuna de Naciones Unidas en Nueva York, hasta el polvorín de Oubanga. Interpela a los poderosos e invoca a los espíritus más magnánimos para que vuelva la paz, calmando a los que quieren apretar el gatillo y cuidando su aura de futuro Premio Nobel de la paz cósmica. El Ministerio de Asuntos Exteriores contrata al joven Arthur Vlaminck, que acaba de licenciarse en el ENA, como encargado del “lenguaje”. En otras palabras, redactará los discursos del ministro. Pero le queda aprender a hacerse con la susceptibilidad y el entorno del príncipe, abrirse camino entre el director del gabinete y los secretarios en un entorno donde reina el estrés, la ambición y las puñaladas traperas…