ACUEDUCTO DE AMOREIRA
Concluidas las crónicas lisboetas, que me arrastraron de la mano hasta la fascinante y romántica Torre de Belem y las angostas “travessas” o estrechos callejones del vetusto barrio de Alfama, superviviente privilegiado del pavoroso terremoto que asolara Lisboa en el año 1755, pongo rumbo a Elvas, a kms al oeste de Badajoz.
Quedo pronto encandilado por la fisonomía del impactante acueducto de Amoreira (S.XV-XVI), construido en tiempos de Manuel I.
Es una elegante estructura pétrea de 7,5 kms de longitud y dotado de 826 arcos.
Me sorprende tanto su belleza perpetua como su perseverancia frente a la adversidad corrosiva de los elementos y el paso del tiempo.
Elvas, fortificada desde el siglo XIII, en la región de Alentejo, es la ciudad más grande del distrito de Portalegre.
De orígenes romanos, fue bautizada como Alpesa, la reconquistaría Alfonso I de Portugal en el año 1666 y se la arrebataría a los musulmanes Sancho II en el año 1231.
Es ingente su esplendoroso patrimonio eclesiástico, como es fascinante el castillo (Monumento Nacional), erigido sobre los cimientos de una fortificación anterior de la Edad del Hierro.
En este viaje me toparé a menudo con la enseña característica del vanidoso ornato de estilo manuelino, que encuentro una vez más en “La Picota”, monumento simbólico del poder municipal.
Atisbo en la lontananza dos estructuras “apaisadas” que se me antojan sobrias y regias. Catalogadas bajo el rutilante marchamo distintivo Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sobrecogen mi ánimo temperado el fuerte de Graça (1763-1792) y el de Santa Lucía (1641), éste último construido en la época del arquitecto holandés Cosmander.
Reculo ahora unos pasos para abarcar cuestiones más mundanas. Encaro la animadísima Rua de Alcamim, donde me reclaman la mirada las preciosas fachadas y balcones de los edificios. Se trata de una zona peatonal de discreta angostura y pavimento empedrado, “hermanado” con análogas callejuelas aledañas por las cuales es un placer discurrir en calma y con el ánimo del explorador encendido.
UNA TÍPICA CALLE DE ELVAS
Me seduce inmediatamente la amplitud espacial de la Plaza de la República y la sucesión homogénea de tonos albos y gualdos (blancos y amarillos), que colman mis retinas con pátinas de color.
Parada temporal en este lugar diáfano y vasto para adentrarnos en el sacro “redil” de la magnífica iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Retomo nuevamente la letanía reverente acerca de la jovial y populosa Rua de Alcamim para recomendar el bar Núcleo Sportinguista de Elvas, en el número 6.
Buen servicio, un local de barrio tradicional, familiar, pequeño y coqueto, modesto, sin boato ni ornatos innecesarios. La comida es deliciosa y abundante, el precio económico. Son una delicia los jureles, las costillas y los postres, aunque el plato estrella: el sempiterno bacalao.
Otra opción gastronómica igualmente sobresaliente se encuentra en Largo da Misericordia.
ESTATUA DEL MONARCA MANUEL I