Hemos salido a pasear a las ocho de la noche. Las calles estaban en su sitio. Especialmente limpias y sin coches. Lo más extraño, no ver a niños ni a personas mayores. Esto indica que no es normal.
Día 49 de la Fase 0 Covid-19
Parece mentira cómo ha crecido la afición al deporte. Yo no era consciente la cantidad de personas con perros que existen en nuestro pueblo. Tampoco del tremendo número de parejas, que supera por goleada al singer. Hay que decir que también he observado parejas de tres y de cinco, ¿por qué no?
La gente, todos, con cara de medio bobo nos saludamos con una mueca rara, mezcla de susto, ignorancia, expectación y exaltación de un cierto triunfo. Todavía hay una cierto tufo a desconfianza. Mas impostada que real, pero desconfianza al fin y al cabo.
El aire sabía diferente, posiblemente consecuencia de la baja densidad circulatoria, casi inexistente, que hacía que las calles fuesen de los peatones. Me gusta poder andar por casi donde te de la gana sin estar pendiente de que te atropellen.
No puedo decir que me haya emocionado ir más allá de los trescientos metros que hasta hoy determinaban mi distancia de subsistencia. Tampoco puedo decir lo contrario porque creo que sería falso.
Ver de nuevo la mar, a apenas trescientos y un poquito metros de casa, pero envuelta en un misterio que no podíamos atravesar con la mirada, es lo primero que hemos hecho y eso sí que nos ha producido un gusto especial. Ah, el olor.
Creo que hoy empieza mi desescalada.