Día 10 de confinamiento Covid-19
Susón, te quiero.
Hoy he hecho dieta de mensajes exteriores. Me he alimentado de manjares que me han llegado de personas a las que quiero y admiro. Ya las quería y admiraba anteriormente, ahora empiezo a venerarlas. Es lo que tiene compartir cosas tan intensas y emocionales. Un no controla y se deja llevar por lo que siente.Anna nos ha abierto su corazón, dejándonos desnudos, en pura piel al hablarnos de su Iaia, "L'àvia pregunta si ha tornat la guerra", que hoy es de todos. No os lo voy a explicar porque debe ser leído desde dentro.
Veo en tu Iaia a nuestra madre, idéntica en sus ademanes, con 90 años, perdida en la incomprensión, aislada de lo que cada día le daba algo de vida e imposible de hacerle entender la situación. Hoy no nos preocupa que mi madre se vea afectada por el coronavirus porque ya lo está de tristeza. Y lo peor es que no podemos darle pastillas para eso. Luchamos para que no se deje llevar y la llamamos, y le decimos, y la acunamos, y la sufrimos desde la frialdad de la pantalla del móvil, que hoy es lo más cálido que hemos sido capaces de inventar en mucho tiempo los humanos. Quien dijo que la tecnología es frialdad se equivocaba. Hoy nos quema en las manos.
Marta me ha enviado un enlace para disfrutar de una música que amansa el espíritu, que sosiega el alma, que te transporta y te permite explorar estados alternativos. Más que la música en sí, que por cierto me ha gustado y mucho, es que me ha dicho que es lo que me ofrece para estar más cerca de mí, de todos. Os dejo el enlace:
Martin Kohlstedt - live ARD Hörspieltage 2014 (Full Concert)
La escucho mientras escribo estas frases y se me va..., se me va..., se me va..., se me va el dolor por no poder abrazar a mi madre.