Revista Coaching

Crueldad digital

Por Soniavaliente @soniavaliente_

Primero fue el ghosting, después el zombing y ahora llega el benching. No, no está hablando de la zumba ni de la enésima tortura deportiva, más bien de las nuevas formas de crueldad amatoria vía WhatsApp.

En realidad son los mismos perros con diferentes collares de siempre. Cortar con la pareja de turno con más o ninguna elegancia. El ghosting (desaparecer) vendría a ser como el irse a por tabaco de antaño dejando de responder a los mensajes del contrario. Súper maduro. Confiésenlo, ¿quién no se ha descubierto a sí mismo alguna vez escribiendo un “¿hola?” después de una eterna parrafada?

Según el portal de citas Plenty of Fish, el 80% de los encuestados online han roto una relación de este modo. Está claro que “el tenemos que hablar” es incómodo y doloroso. Pero todo el mundo merece una explicación de la patada para poder procesarla y comenzar su viacrucis particular a través de las estaciones del duelo.

ghosting

El zombing es, a su juicio, lo peor. Porque las heridas se abren una y otra vez. Son estas relaciones Guadiana en las que parece que la cosa se ha acabado pero no, ahora quiere volver pero solo la puntita. Es el caso de una amiga en la que su pareja la dejó abruptamente después de una década. Y ahora que ha conseguido levantarse y rehacer su vida, le escribe preguntando qué que tal, que si toman un café. ¿Por qué hace eso?

La última de estas tendencias, el benching. El perro del hortelano de toda la vida. El interfecto propone quedar pero después nunca puede. Cuando parece que se ha muerto, le da un like a todas sus publicaciones Instagram. Y así. Si eso le ocurre, maja, supone que se habrá dado cuenta que usted no es su primera opción. Que, de momento, está en el banquillo o, a lo sumo, calentando por la banda. Qué pereza todo, oigan.


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