Revista Regiones del Mundo

Cruzando el Estrecho

Por Lagunamov @Lagunamoc
-¡Qué ilusión, pensar que la Fiera era algo que se podía cazar, matar! -dijo la cabeza. Durante unos momentos, el bosque y todos los demás lugares apenas discernibles resonaron con la parodia de una risa-. Tú lo sabías, ¿verdad? ¿Qué soy parte de ti? ¡Caliente, caliente, caliente! ¿Qué soy la causa de que todo salga mal? ¿De que las cosas sean como son?
El señor de las moscas
Estaba en Río Grande y mi aventura hasta Puerto Madryn continuaba. Recuerdo despertarme con dolor de cabeza, el día anterior había ganado argentina y las celebraciones no habían parado hasta cerca de las 3 de la madrugada. Había sido una locura, en vez de pasar una noche en la Patagonia parecía que la hubiese pasado en las Vegas. Los ruidos no me dejaron pegar ojo hasta bien entrada la noche.
Recogí todo y me colgué la mochila en los hombros, comprobé que no faltaba nada y fui directo a dejar las llaves en recepción. Como era temprano, la chica que me había atendido el día anterior no estaba y en vez de eso había un chaval de mi edad. Le estuve preguntando sobre la dificultad de hacer dedo y me dijo que, en ese momento, era casi imposible.
Por si no lo sabéis, las ciudades de Ushuaia, Tolhuin y Río Grande están separadas del continente americano. Están situadas en el archipiélago Tierra del Fuego, que básicamente es una isla con muchas islitas alrededor.
Cruzando el Estrecho
Además, estas ciudades que he nombrado pertenecen a Argentina pero, casi todo el archipiélago, está bajo el control de Chile. Y solamente se puede salir cambiando de país.
El problema para hacer dedo está en que tienes que pasar dos fronteras para ir al norte y, por lo que me comentó el del hostal, los chilenos últimamente están duros y los camioneros no recogen a gente por miedo a ser multados.

Eso me sentó como si me hubiesen lanzado un cubo lleno de agua fría, yo tenía la esperanza de llegar a Madryn a dedo o de alguna manera gratuita, si quiero llegar hasta Alaska no me puedo ir permitiendo pagar por transporte cada dos por tres.
Pero me resigné y le pregunté acerca de cómo salir de la isla, me dijo que fuese a la terminal de ómnibus y preguntase allí. Así que, habiendo descartado la posibilidad de seguir a dedo, fui hacia la terminal, dispuesto a pagar por un bus. ¡Qué remedio!.
Llegué en cinco minutos, ni eso fue una aventura, estaba muy cerca del hostal (a tres cuadras como dicen aquí). Era tan temprano que todavía estaba cerrado y...no había nadie. Al cuarto de hora de estar esperando a que abriesen, un tipo uniformado se puso delante de la puerta. Pensé que era otro pasajero y le pregunté acerca el precio y los horarios de los buses.
Me informó de todo educadamente,luego me preguntó de dónde era, le dije que de Barcelona y me empezó a hablar del bar¢a y de fútbol, era súper fan del equipo de la ciudad condal y estaba feliz de estar hablando con una persona nacida allá (me preguntó que si conocía a Messi!).
Tras media hora hablando llegó la mujer que se encargaba de la terminal y la abrió. Entramos los dos y el chico se fue por unas escaleras que había en el fondo de la sala. Le pregunté a la mujer y me estuvo explicando que tenía que tomar un bus a Río Gallegos, la capital de la provincia del sur de Argentina (ya en el continente) y que, desde allí , ya podría ir a dedo hasta Madryn. 
Fui al mostrador de la compañía que iba hasta allá y me sacaron un billete pero, había un problema, yo no tenía dinero argentino y ellos no sabían dónde podía cambiarlo. Me dijeron que no me preocupara, que ,mientras los de inmigración me arreglaban los papeles para que el bus me pudiese meter por territorio chileno, ellos intentarían averiguar dónde podía cambiarlo.
Subí a inmigración y me encontré con que, el tipo del bar¢a, era el agente. Me estuvo sellando el pasaporte y luego le hablé sobre lo del dinero.
-No te preocupes.- Me dijo.
Se levantó de su silla y fue hacia abajo. Le seguí. Empezó a hablar con los de la compañía del bus y ¿sabéis qué? Les convenció para que me dejaran ir hasta Río Gallegos sin pagar! Parecía que la suerte todavía me acompañaba.
Subí al bus con la sensación de que me comía el mundo. Estaba teniendo mucha suerte en mi camino y me sentía genial. Aunque el subidón duró poco, nada más sentarme retomé mi contacto con el mundo de los sueños.
No sé cuanto dormí ni lo que soñé, ni si tuve un sueño de esos en los que uno rememora esos maravillosos dias de la infancia o uno de esos en los que tienes que llegar rápido a algún sitio y la sensación de agobio te fatiga, solamente recuerdo que un hombre calvo me despertó para darme una bandeja de comida, cosa que me extrañó, creo que en España nunca me han dado comida cuando he viajado en ese medio de transporte (y encima iba de gratis en ese momento).
Cruzando el Estrecho
No pasó nada destacable durante las primeras horas del trayecto, el paisaje era monótono y típico de la Patagonia. Quizás, si hay algo que recalcar es que, el tipo que tenia atrás, tenía una pinta muy chunga de mafioso-ladrón y eso hacía que vigilase la mochila cada dos por tres (y esto me obligaba a mantenerme despierto).
Pronto alcanzamos la frontera con Chile, no tuve ningún problema (hola azafata de Alitalia), no me hicieron preguntas ni nada, solamente me sellaron el pasaporte y a otra cosa. En cambio, otros pasajeros si que tuvieron problemas con el control de aduanas. Si quieres ingresar a Chile desde tierra, tienes que someterte a una inspección de tu equipaje en aduanas y tienes que declarar todos los productos orgánicos (de comida) que lleves. Si no lo haces y te pillan, te meten una multaza y te pueden impedir la entrada al país.
Esto ya me lo había advertido la pareja que me recogió en Ushuaia. Se ve que una vez que pasaron la frontera, ellos iban con un niño discapacitado que tienen y con fruta para este (le gustaba mucho). Los chilenos al verles la fruta, los pararon y los intentaron multar, pero el hombre fue más rápido y, antes de entregar la fruta, la hizo pedacitos y la tiró a la basura.
Después, a las 2-3 horas de cruzar la frontera chilena, llegamos al estrecho de magallanes. Un espectáculo visual. No se puede pasar al continente puramente por tierra, sino que el bus-coche-camión tiene que subirse a un barco transbordador para cruzar el mar que aísla a la isla del resto del mundo (20 minutos tarda).
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Ese estrecho es muy gracioso (y bonito) porque puedes ver a toda una fila de transportes terrestres haciendo cola para montarse en el transbordador, parecen personas en la cola del súper! Y la playa no tiene desperdicio por supuesto.
Cruzando el Estrecho
Cruzando el Estrecho
Una vez en el transbordador solamente tenía la opción de admirar las vistas y hacer vida social. Mientras hablaba con una pareja india, el tipo que parecía un mafioso vino y me pidió que le hiciese una foto con el mar de fondo. Accedí encantado y, cuando acabé, pude observar como no paraba de hacerse selfies y vídeos.
Cruzando el Estrecho
Era súper divertido verlo (las pintas que llevaba chocaban mucho con los poses extravagantes que hacía). Se parecía mucho al malo de Ghost (al asesino que contratan) . En el bar del transbordador pude conversar con él y, una vez más, vi que los estereotipos nos marcan demasiado. Ese tipo no me hubiese robado la mochila ni en el fin del mundo, era un trozo de pan.
En la frontera argentina no me pusieron problemas tampoco, yo creo que a dedo hubiese pasado perfectamente.
La parte final fue muy tranquila, de esas que están caracterizadas por los atardeceres, la morriña y el quedarse embobado por cualquier cosa. Solamente una cosa ocupaba mi cabeza, el qué hacer cuando llegase a Río Gallegos.
Tenía dos opciones, intentar hacer dedo hasta Madryn (aunque fuese muy tarde) o fiarme de un tipo del grupo de facebook de bloggeros viajeros que me había contactado para darme ayuda.
No sé si fue el cansancio o las ganas de poder dormir en una casa normal, pero nada más llegar a la terminal de Gallegos me conecté al WiFi de turismo y contacté con Jorge. En apenas 20 minutos, se plantó en la estación.
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