




Seguimos andando y llegamos a la piazza Venezia, dominada por el edificio llamado Vittoriano, al que por su forma lo llaman también "máquina de escribir". Se construyó para honrar a Víctor Manuel II y a la Italia unificada, y hoy alberga la tumba del soldado desconocido y el Museo Centrale del Risorgimento. Este edificio lo vemos únicamente por fuera, y después cogemos un autobús de nuevo hasta la piazza della Repubblica donde, esta vez sí, podemos entrar por fin a la iglesia de Santa maria della Vittoria. Por fuera, esta iglesia barroca es bastante sencilla; en realidad, la mayoría de la gente la visita para poder admirar su obra estrella, la escultura éxtasis de Santa Teresa de Bernini. Y efectivamente, puedes quedarte un buen rato extasiado viéndola; de hecho, yo tardo en poder quitarle la vista de encima para dedicarme a observar también el interior, y la verdad es que me habría perdido las maravillosas pinturas que adornan los techos de esta iglesia.
