

En el interior del oceanario nos pasamos una buena parte de la mañana, ya que el recinto es bastante grande y además eso de mirar peces, pingüinos, nutrias y otros animalillos marinos, e incluso pájaros de las zonas tropicales, es de lo más entretenido. El edificio del oceanario tiene tres plantas, que se encuentran divididas en diferentes secciones: cada una de ellas está dedicada a un mar o a un océano distinto, y en ellas podemos ver a las especies marinas correspondientes a la zona en concreto.

Y después de la visita al oceanario, y un último garbeo por el parque para volver de camino al aparcamiento en el que habíamos dejado el coche, aquí terminó nuestro viaje por Lisboa. De camino hacia Coimbra, donde teníamos previsto llegar a última hora de la tarde, hicimos una parada técnica en Fátima; esta parada no estava prevista, pero como era ya la hora de comer y justo andábamos por allí, decidimos hacer un alto en el camino y de paso echar un vistazo por allí. Me quedé un poco sorprendida de ver la cantidad de gente que había, las colas para comprar velas, los peregrinos que recorrían todo el recinto (que es bastante grande) de rodillas hasta llegar al sitio donde está la imagen de la virgen de Fátima... Será que no estoy acostumbrada a estos espectáculos.
A última hora de la tarde, como habíamos previsto, llegamos al hotel Bragança de Coimbra después de dar unas cuantas vueltas porque la gente a la que preguntamos no tenía ni idea de cuál era la calle en la que estaba... Decidimos darnos una pequeña vuelta por la ciudad, aprovechando que el hotel está en pleno centro; buscamos un sitio donde cenar y nos vamos a dormir temprano, que en Coimbra sólo pasaremos una noche y al día siguiente hay que ver unas cuantas cosillas...