En octubre del 2013 me puse el reto de escribir 100 postales, una postal por día. En diciembre del 2014 mi reto fue escribir el máximo de postales posibles hasta el 31 de diciembre. Aunque los retos se parecen, la experiencia no fue nada parecida. Aunque cumplí ambos retos, a nivel de planteamiento el segundo fue un fracaso.
¿Cuál es la tarea mínima para acercarte a tu meta?
Si quieres escribir 100 postales en 100 días tendrás que escribir una postal por día. La tarea mínima por lo tanto es una postal, a diario. Si no cumples durante un día, sabrás que mañana te toca escribir dos postales. Siempre está muy claro lo que tienes que hacer, sí estás adelantado a tu planteamiento o si llevas retraso.
Si quieres escribir “el máximo posible de postales” la tarea mínima no es tan clara. ¿Es suficiente con una postal? ¿Si hoy no escribo, cuántos postales tengo que escribir mañana? Sin lista definitiva de destinatarios, ni número de postales preestablecidos era difícil “celebrar” cada paso hacia el destino.
Y si no puedes celebrar los pequeños avances a lo largo del camino, ¿cómo mantendrás la motivación a largo plazo?
¿Te motiva tu objetivo?
Además, “escribir 100 postales” es un reto más tangible que “escribir postales hasta el 31 de diciembre”. Es fácil de entender, es ambicioso y quizás un poco más grande de lo normal. Compartirlo con amigos y compañeros aumenta la presión social: ¿Será que lo consigues?
“Escribir muchas postales hasta el 31 de Diciembre” en cambio no despierta muchas emociones. Podrían ser 10 postales, o 100. El número es intangible, no se puede medir ni evaluar y por lo tanto no sabes si vas bien o mal ni cómo puedes mejorar.
Si motivarse pasado las dos semanas de enamoramiento con una nueva actividad ya es difícil, hacerlo sin saber hacia dónde vas es casi imposible.
Sueña en grande (y en resultados)
Es muy fácil ponerte metas muy pequeñas, retos que sabes que vas a cumplir. La estrategia más segura para no fracasar es no arriesgar nada. Y fue lo que pasó con el reto de las postales del 2014. Era un reto bonito, inocuo y bastante seguro. O sea, en realidad no era un reto.
Los retos tienen que tener un punto de dificultad, algo de riesgo. Tiene que haber la amenaza de no conseguirlo, y para ello necesitas una definición muy clara de lo que quieres conseguir. Saber a dónde voy me permite celebrar mis avances, cambiar de estrategia a medio camino si hace falta, buscar ayuda si hace falta y celebrar cuando lo he conseguido. Y ya verás: más difícil que es el objetivo, más creatividad tendrás a tu alcance para resolverlo.
Los retos son para probar tus límites y abrir tus horizontes: correr tu primera maratón, escribir tu primer libro, emprender, viajar solas por el mundo. Ponte retos para superarte, no para pasar el rato.
Así que este mes no habrá reto, pero sí un nuevo hábito. Gracias a mis clientes en otras zonas horarias me levantaré a las 6:30 entre semana. El seguimiento lo haré en la página de Grinti y en coach.me. Así sabré cada día si estoy cumpliendo. Y con este nuevo hábito ya tendré más tiempo de planificar mi próximo reto. Uno de verdad.