[Cuando estés leyendo esta entrada, ya estaré haciendo mi camino a Santiago. Por lo tanto no podré responder a los comentarios hasta que no haya vuelto. Espero que te inspiren los textos que he dejado preparados para mi ausencia.]
Hay personas que miden el tiempo en pomodoros, en intervalos de 20 minutos. Las actividades que requieren atención y dedicación son más fáciles de conseguir a pequeños pasos.
Yo mido el tiempo en tés e infusiones.
¿Cuánto dura un té?
En el lado izquierdo de mi mesa tengo una tetera, frente a mi teclado y entre mis brazos una taza de vidrio fino con el té del momento. El tiempo que necesito para terminar la tetera es una unidad de trabajo. Puede que dure 30 min, puede que me lleve 90 min. El té marca el ritmo y la fluidez del texto. Y sorprendentemente el té siempre me dura hasta que termino la tarea en cuestión. ¿O será que la tarea se adecua a la temperatura del té?
Me preparo un té y estoy contigo
Puede que el secreto no esté en las infusiones, sino en la rutina. Antes de empezar a escribir, pongo el agua a hervir. Apago el fuego justo antes de que llegue a la ebullición. Por las mañanas escojo una infusión o un rooibos, porque intuyo que solo tendré tranquilidad para una sesión. Por las tardes me decanto por el té verde. Serán dos sesiones por lo menos (y el té verde se puede tomar dos veces). Mientras espero a que el agua se enfríe un poco más, mojo las hojas de té con un poco de agua filtrada, para evitar que suelten demasiada amargura con el calor.
Pausado, concentrado y con una misión
Cuando el té esté listo lo llevo a mi mesa. Cierro los programas que no necesito y empiezo a crear, a revisar o a inventar. Me detengo periódicamente para tomar un sorbo o rellenar la taza. Estas pequeñas pausas sirven para darle un poco más de orden a mis pensamientos. Resulta que el té me organiza las ideas.
Conforme baja el nivel del té en la tetera, se acelera el ritmo. La temperatura ha bajado un poco, así que es más fácil beberlo. Las ideas ya están más claras, así que es más fácil redactarlas. Y cuando llego al fin de la tetera, hago otra revisión antes de vaciar la taza de nuevo.
Fluidez, pausas y belleza
Mi tiempo se mide en tés e infusiones. No son bloques estáticos de creación, son rituales de fluidez y concentración. Cada sorbo es un respiro. Cada vez que relleno la taza hago una pausa de reflexión. Y de vez en cuando me sorprendo admirando la amplitud de colores de mi té favorito. La inspiración puede llegar de muchas formas.
¿Cuál es la medida de tu tiempo?
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Imagen: lorenzwalthert / flickr