De esta guisa me imagino yo a la mujer
sin corazón de esta historia
Se podría decir, entonces, que Travesuras de la niña mala fue mi primer contacto con el soft porn. O no, creo que estoy exagerando...Lo que sí es cierto, es que tras la lectura de esta novela, descubrí que el amor puede volverte un completo idiota. Y si no, que se lo digan a Ricardito, el protagonista anteriormente mencionado, a quien por cierto terminas cogiendo cariño y por quien acabas sintiendo también una especie de triste empatía. Sí, a pesar de que por momentos te entren ganas de fundirlo a collejas por ese sempiterno masoquismo, esa bondad rayana en la imbecilidad y ese enamoramiento sin caducidad, no puedes evitar entenderlo y sentir, cuanto menos, pena por él.
El amor nos hace tontos y ciegos, y la clara prueba de ello está en ese niño bueno que nos cuenta con entusiasmo y añoranza las vicisitudes de una vida enteramente dedicada a una mujer que no lo amaba, ni lo amaría nunca. ¿Lo peor? Que Ricardo es completamente consciente de su estupidez, pero le importa una mierda, porque por alguna extraña razón, ese amor lo hace feliz.
Travesuras de la niña mala me ha hecho renacer con esta segunda lectura, la definitiva. He disfrutado enormemente de cada parte de esta historia mitad fantasía, mitad realidad, pero sobre todo me he quedado perpleja al descubrir que todos nos parecemos de una forma u otra al niño bueno, puesto que nos empeñamos en aferrarnos a personas y/o cosas que, aun a sabiendas del daño que nos causan, no queremos soltar.

Quiero creer que no existen personas tan masoquistas, tan bobaliconas como el niño bueno. Cuántas veces habré pensado “¡pero hazte valer, hombre de dios!”, cada vez que la niña mala, ese personaje tan egoísta, frío y ruin (y joder, tan realista que produce escalofríos) aparecía para escupir una vez más en la desgastada dignidad de su fiel enamorado. Pero ella sabe, tan bien como nosotros, que Ricardo, que más que bueno, IMBÉCIL, volverá a caer, sin pena, pero con mucha, mucha gloria, a los pies de su retorcida amada.
Chapeau! por Vargas Llosa y por esta novela que hoy me ha vuelto a marcar. Desde ahora le dedico mi admiración como escritor, y espero volver a disfrutar en breves de otra de sus irónicas travesuras literarias, para que no se me olvide eso de que los seres humanos tenemos esa puñetera costumbre de hacernos innecesariamente infelices, porque sí.