Sara Pérez Jerónimo
Periodista
Nació en Valencia en 1983, es bioquímico e investigador predoctoral. A muchos no les sonará su nombre real, Lucas Sánchez, pero si su pseudónimo en la Red: Sonicando. Todo un hacha en redes sociales y divulgación científica, Lucas combina su trabajo en el laboratorio y el proceso de terminar su tesis doctoral en el Centro Nacional de Biotecnología, con la frenética actividad en la blogosfera y las redes sociales. También colabora en la sección de Ciencias del diario nacional Público.
En primer lugar Lucas, háblanos un poquito sobre tu trayectoria…
La verdad que es muy cortita por eso no tengo currículum abreviado. Empecé a trabajar en este laboratorio del CNB y por el momento no me he movido de aquí. Primero realicé las prácticas de la carrera, luego me quedé a hacer el proyecto y como todo iba en marcha me quedé a hacer la tesis.
Y actualmente, sigues en el CNB…
Si. Por el momento, soy estudiante pre-doctoral en mi último año de contrato. Mi día a día en el laboratorio se centra en el trabajo para el desarrollo de una vacuna contra la leishmaniasis, una enfermedad del Tercer Mundo. Aunque anteriormente hubo más gente trabajando en este tema, en estos momentos soy la única persona del laboratorio que trabaja en esa vacuna, así que todos me conocen como el chico de la leishmaniasis.
No obstante, éste es un laboratorio muy abierto. A Mariano Esteban, el jefe, le gusta que colaboremos entre nosotros. Si tienes un poco de inquietud y te gustan otros proyectos, puedes hacerlo. Por ese motivo, también he tenido la oportunidad de trabajar en otros temas como el cáncer de próstata o la malaria.
¿Podrías explicar a nuestros lectores qué es la leishmaniasis?
Siempre pongo el mismo ejemplo para entenderlo: la foto de un niño desnutrido en África con la tripa hacia fuera e hinchada. Pese a que todo el mundo piense que eso está provocado por desnutrición y que se trata de síndrome de Kwashiorkor, en realidad sufre una leishmaniasis visceral.
Aunque sus fenotipos son muy parecidos, el Kwashiorkor es un desorden metabólico debido a una carencia de proteínas, mientras que la leishmaniasis es una enfermedad parasitaria que se transmite por la picadura de un mosquito.
Para el gran alto número de infectados, la leishmaniasis aún es una enfermedad muy desconocida. Es crónica e incapacita mucho pero no mata, por lo que una enfermedad de estas características no llama tanto la atención, como otras, por ejemplo la malaria.
¿Cuál es el principal problema de la leishmaniasis?
Principalmente, que no hay dinero y los fármacos para tratar esta enfermedad son de los años 20 y 30. Estos tratamientos son muy caros, además de tóxicos. Algunos sobrepasan tasas de hasta un 3% de mortalidad. En el Primer Mundo esos fármacos no pasarían ningún estudio de seguridad. Sin embargo, no hay nada nuevo ni nada mejor.
Se están desarrollando cosas pero no llegan nunca a la fase clínica. Sin ir más lejos, hace un par de años estuve cubriendo un Congreso Internacional sobre Leishmaniasis que pese a las grandes expectativas iniciales, resultó ser todo un drama. Simplemente, no había nada nuevo a nivel de laboratorio, lo cual implica que existirá nada nuevo como mínimo en los próximos 15 años.
¿Hay esperanza qué a medio/largo plazo la situación cambie?
Esperanza tengo, pero es complicado. La investigación sigue encontrándose con una barrera muy grande que es el ensayo clínico. Este tipo de ensayos valen mucho dinero y los tiene que pagar alguien. Últimamente, están apareciendo una serie de fundaciones que pagan dinero para investigar sobre enfermedades olvidadas y gracias a ellas, espero al menos que mi tesis doctoral pase a la fase clínica. La ciencia es muy esclava y dedicarle 5 años de tu vida a algo que se va a quedar en un congelador es muy triste y más aún si sabes que funciona.
¿Una decisión de las empresas farmacéuticas cambiaría la cosa?
Mucha gente opina que los fármacos no salen al mercado porque las farmacéuticas no quieren. Sin embargo, en muchas ocasiones es muy complicado sacar medicamentos que funcionen. Es verdad que existen algunas enfermedades que por decirlo de alguna manera no convienen económicamente. Sin embargo, ya puedes tener un fármaco prometedor o una vacuna perfecta, pero si alguien no pone el dinero necesario ni siquiera se comprobará si funciona.
¿Qué opinas del famoso tópico que mantiene mucha gente que “estamos en manos de las farmacéuticas”?
No se puede cuestionar en qué invierte su dinero una empresa privada. La beneficencia la hace la gente que quiere hacerla. Sin embargo, pienso que cada año obtienen grandes beneficios, por lo que sin duda se podrían permitir el lujo de invertir en este tipo de enfermedades. De hecho, les vendría muy bien aunque sólo fuese como lavado de cara por su mala prensa.
Cambiando de tercio. Hace unas semanas acudiste al Congreso Internacional Lindau Nobel Laureate Meetings. Cuéntanos un poquito en qué consiste…
Es un Congreso Anual que pretende poner en contacto a jóvenes investigadores y premios Nobel para ver si se les pega algo. Consejos de los mayores para motivar la investigación, que a veces después de tantos años de tesis no está de más.
En principio, iba a ir como joven investigador pero me pilló en Yale, así que como colaborador del diario Público pedí un pase de prensa a la Agencia Europea de Periodismo Científico y me lo dieron.
Fue toda una experiencia y lo que más me gustó fue vivirlo como prensa. Verlo desde fuera, desde el papel del comunicador y palpar como se comunica la ciencia y los problemas que tiene. Me ha encantado jugar a ser periodista unos días: pegarme por conseguir entrevistas, tener que esperar, enfadarme porque un investigador no me quiso contestar…
¿Cuándo decidiste entrar en el mundo de la divulgación?
Cuanndo acabe la carrera me empecé a plantear que quería hacer después. Baraje varias opciones entre las que se encontraba un Máster de Periodismo Científico. Justo en ese momento me concedieron un premio de joven investigador, gracias al cual conocí a José María Mateos, autor de un blog más generalista, pero que también habla de ciencia. En ese momento decidí que yo también quería comunicar ciencia y eso se materializó en un blog.
Una noche me puse a buscarle nombre y opté por Sonicando. Sonicar es usar ultrasonidos para disgregar cosas. Me encanta la música y la ciencia y quería que sonase un poco a las dos cosas.
¿Cómo se lleva el día a día combinando la ciencia y la divulgación?
Ya han pasado 3 años desde que empecé a escribir de ciencia y mí día a día es muy bipolar. Tener el blog en el fondo es un “problema”, fundamentalmente por falta de tiempo. Los lectores de Sonicando saben que soy un desastre. Puedo escribir tres entradas en tres días o dejar de escribir dos semanas. Me encantan las dos cosas y disfruto de las dos cosas, pero llevarlas de forma paralela es realmente complicado.
Para ti, ¿cuáles son los principales problemas en círculo de la divulgación científica?
El problema general es que la cultura científica es muy baja. Lo que mucha gente no sabe es que la ciencia es muy interesante, y cuanto más sabes más interesante es.
Por otra parte, está el papel del investigador. Creo que una de sus obligaciones esenciales es tener relación con la prensa, sobre todo si quiere dar a conocer el trabajo que está haciendo. Sin embargo, no todo el mundo lo ve así. Sobre este tema hubo una mesa redonda en Lindau. En ella Harold Walter Kroto, premio Nobel de Química, aseguró que no había ninguna necesidad de comunicar la ciencia.
¿Crees que el boom de las redes sociales y los nuevos formatos está empezando a democratizar la ciencia?
Las redes sociales te quitan muchísimas horas de tu día a día, pero es impresionante lo que han conseguido. Pensé que Sonicando nunca le interesaría a nadie, pero pronto empiezan a subir las visitas, a moverse la gente en las redes sociales… Haces tu trabajo y comienza a llegarle a todo el mundo.
Pero se sigue hablando de brecha entre periodismo y ciencia…
El periodismo científico tiene que dejar de ser, desde mi punto de vista, como el resto. Se tiene que especializar mucho más siendo un punto intermedio entre la información y la divulgación. La clave está en perder la prisa por dar la noticia y hacer algo de más calidad.
De este modo, cada vez hay más científicos que se preocupan por la divulgación. El problema es que el investigador no gana nada y tampoco se le puede exigir que divulgue porque en el fondo ese no es su trabajo. Tenemos que pagar por publicar, si esto cambiase y nos recompensasen un poco todo sería muy diferente. Cuando eres investigador, la ciencia es tu vida y que la gente sepa lo que estás haciendo es impresionante.
¿Cómo podemos hacer que la ciencia sea más atractiva?
Para interesarte por la ciencia tiene que haber algo que te llame lo suficiente la atención como para seguir profundizando. En mi opinión, la ciencia es mucho más atractiva e interesante que otros campos. Ahora mismo estoy trabajando en un vídeo en 3D para explicar cómo funciona la vacuna contra el sida y me niego a pensar que una persona que vea un documental de estas características no se interese un poquito por el tema.
Para terminar, no podía dejar de preguntarte por tu post más famoso: Carta abierta a Alejandro Sanz. ¿Obtuviste alguna respuesta?
Jamás. Es la primera vez que comprobé que con las palabras que escribas en Internet pueden tener mucha repercusión.
Es curioso porque particularmente no me gustó nada después de escribirlo. Sin embargo, aunque lo mío no es la polémica, no me arrepiento de haberlo hecho. Aprendí mucho de esa carta, aunque jamás volveré a repetir la experiencia.
LOS COMENTARIOS (2)
publicado el 19 agosto a las 12:58
A mi también me ha gustado.
publicado el 18 agosto a las 12:54
¡Enhorabuena! Me ha gustado mucho la entrevista.