Revista Ciencia

Cuándo funciona bien la planificación

Publicado el 11 abril 2013 por José Luis Ferreira
Cuándo funciona bien la planificación
Ocurre un accidente y se llama al servicio de urgencias. Desde la centralita se envía una ambulancia, la que pueda llegar más rápidamente. No se establece ninguna subasta entre las distintas empresas proveedoras del servicio de ambulancias, no hay ningún mercado en el que dilucidar a qué ambulancia se le contrata ese servicio. No hace falta.
En contra de lo que muchas veces pueda parecer, la Economía no va de precios (no principalmente) sino de cantidades. Qué cantidades de qué bienes y servicios producir, con qué cantidad de recursos, con qué tecnología y qué cantidades de cada bien y servicio irán a cada ciudadano. Los precios de mercado son solo una manera de orientar estas decisiones. Cuando ya sabemos qué cantidad es la eficiente no hace falta más. La pregunta relevante es ¿cuándo sabemos qué es lo óptimo que hacer?
En el ejemplo de la ambulancia lo óptimo es enviar de la manera más rápida una ambulancia, no dos ni ninguna sino exactamente una. Los euros que se puedan ahorrar por traer una ambulancia más barata que está un poco más lejos no compensarán por los minutos de más que tardaría.
Hay otras circunstancias en las que sabemos lo que hacer. En situaciones de guerra total, como en la Segunda Guerra Mundial, lo prioritario es el aprovisionamiento del ejército con soldados, armas y material de guerra entre otras cosas. Si los generales son competentes, sabrán lo que necesitan y el país se pondrá a producirlo, sabrán también qué problemas sería bueno resolver y orientarán la investigación para resolverlos.
Cosas parecidas dije hace unas semanas acerca de apropiaciones, revoluciones y nacionalizaciones. Funcionan mientras durante un tiempo, pero en cuanto no sea fácil saber por parte de una autoridad central qué es lo que hay que hacer comenzarán los problemas, de manera que un mecanismo más descentralizado de decisión, que respete las preferencias de los individuos, las necesidades de cada empresa y permita aprovechar el conocimiento de cada uno de los agentes económicos será más deseable.
Tenemos en la economía moderna un ejemplo reciente. Hasta los 90 las empresas de telecomunicaciones eran públicas o monopolios fuertemente regulados. Mientras el Estado pudiera conocer la tecnología y sus posibilidades podía regular el monopolio obligándole a dar un tipo de servicio a un precio para el ciudadano que permitiera a la empresa recuperar la inversión y tener un beneficio razonable. El problema surge en cuanto se complican las cosas. Si la empresa consigue una mejora tecnológica que le permita tener menos costes, la regulación que garantiza el beneficio normal será una rémora. ¿Para qué reducir costes si va a ganar lo mismo?
Los economistas vieron eso y propusieron abrir el sector a la competencia. La pérdida de eficiencia por duplicar algunas inversiones se vería más que compensada por los incentivos a reducir costes. En pocos años se universalizaron tecnologías que apenas se usaban (fax, llamadas a tres, buzón de voz, terminales extra,...) y pocos años después se produjo la explosión en las telecomunicaciones que nos ha traído los teléfonos inteligentes.-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Hace tres años en el blog: Cómo reconocer las publicaciones científicas de calidad.-----------------------------------------------------------------------------------------------------------

Volver a la Portada de Logo Paperblog