Como Socio y Director de Executive Excellence he tenido la oportunidad de compartir conversación con muchos directivos y otras personalidades relevantes del mundo de la empresa, la moda, la economía, la ciencia, el deporte, el cine o el arte, nacionales y extranjeras.
Lo mejor (y lo triste) de todo es que cuando te ven en una posición neutra (fuera de un sector) y al frente de una revista con visibilidad muchas personas no se pueden resistir a hablar mal de la competencia. Lo peor de todo es que creen que tú crees lo que te están contando aunque por dentro piensas qué pena me das y qué mal habla de ti cuando tienes que recurrir a menospreciar a los demás para ponerte a ti mismo en valor. Y es que lo que se esconde detrás de todo esto es la Envidia, que como decía Pedro Ruiz, se escribe con E como España (ver post La gestión de la envidia). Cuando alguien destaca se le intenta rebajar, porque al que no brilla no se le dedica ni un minuto; y es que si la competencia fuese tan mala como algunos piensan, simplemente no existiría… Y ya se sabe, la envidia deriva habitualmente en odio, y como hemos repetido muchas veces: lo que más odias es lo que más niegas de ti mismo.
Hoy he vuelto a recordar esta historia que ya dejé aquí en otra ocasión y que siempre conviene tener presente. Aquí la dejo:
Cuentan que un conocido de Sócrates se acercó a él y le comentó:
– Sócrates, ¿sabes lo que acabo de oír de uno de tus alumnos?
El pensador le interrumpió:
– Antes de decirme nada me gustaría que pasaras un triple filtro.
– ¿Triple filtro?, se sorprendió el otro.
– Así es –insistió Sócrates–. Antes de contarme sobre mi alumno, es mejor pensarlo un poco y filtrar lo que vayas a decirme. El primer filtro es la Verdad. ¿Estás seguro de que es cierto?
– No, me acabo de enterar y...
– Bien –comentó el pensador–. No sabes si es verdad...
Prosiguió:
– Veamos el segundo filtro, que es el de la Bondad. ¿Quieres contarme algo bueno de mi alumno?
– No, todo lo contrario.
– Por tanto –prosiguió Sócrates–, quieres contarme algo malo e incierto. Queda un tercer filtro, el de la Utilidad. ¿Me va a ser útil?
– No mucho.
– Por tanto, si puede no ser cierto, no es bueno, ni útil, ¿para qué referirlo?