Revista Infancia

Cuando la ciencia es cómplice de la tortura...

Por Tenemostetas
Por Ileana Medina Hernández
Cuando la ciencia es cómplice de la tortura...
El periodista y escritor Miguel Jara se somete públicamente al Test de Diagnóstico de la Hiperactividad. Conocer en qué consiste lo que oficialmente los psiquiatras y psicólogos consideran Hiperactividad da terror.
Yo también me someto públicamente: digo que sí a todo. La mayoría de los adultos, de los niños y de las personas vivas damos positivo en todo lo que este test plantea.
Produce escalofríos que se pueda considerar como SÍNTOMA DE ALGUNA ENFERMEDAD, de cualquiera, el hecho de que alguien "a menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades" o "a menudo se remueve en el asiento" o "a menudo tiene dificultades para guardar su turno".
¿Qué enfermedad es esta? ¿La enfermedad del niño que es niño? ¿¡LA INFANCIA COMO ENFERMEDAD!? Es difícil no darse cuenta de que la enferma es la sociedad que considera "síntomas" algo como esto.
Si os fijáis, son todas cosas relacionadas con la escuela: ¿No será la escuela la que está mal al pretender que los niños estén sentados durante horas, callando y esperando su turno?  ¿Desde los 4 meses de nacidos y durante cada vez más horas al día? ¿No seremos los padres los que estamos cometiendo una atrocidad al pretender que los niños estén tantas horas en el colegio para nosotros poder trabajar? ¿No es la sociedad la que está cometiendo una atrocidad con los niños, al pretender que permanezcan tantas horas en el colegio, sentados, callados y encima, si no cumplen con todo, les metemos una medicación para que se estén tranquilos? ¿Lo patológico no es una educación que se basa en la OBEDIENCIA en lugar de en la MOTIVACIÓN?
Cuando se une "el lado oscuro" de un maestro que no puede o no sabe cómo trabajar con niños "difíciles" o simplemente con un abanico de niños diferentes cada uno en su espectro; con el de un sistema educativo caduco que tampoco forma ni apoya a los maestros y mucho menos a los niños; con el de un psicólogo o psiquiatra que o bien acata sin cuestionarse lo que pone el DSM (la "biblia" cientifica que recoge la clasificación de las patologías mentales) o bien nunca se ha mirado en el espejo de su propia infancia (que los hay por miles); con la lógica mercantil de la sociedad para la que los niños "estorban" y a la que le conviene que todos seamos consumidores, incluso de medicamentos... el resultado puede ser catastrófico.
Medicar con tranquilizantes ha sido y puede ser un método de tortura, fácil, rápido, barato, simple... Si los adultos, que tenemos un malestar o enfermedad real, nos sentimos mejor con ellas, y lo hacemos por nuestra propia voluntad ante la escasez de otras vías curativas en el mercado, o ante nuestra incapacidad para buscarlas o encontrarlas, aún no siendo lo preferible, entiendo que sea legal... Pero hacerlo a niños, con el acuerdo y tranquilidad de los propios padres que confían en los profesionales o que consideran más fácil medicar a los niños que mirarse ellos su forma de educar y de amar, es abusivo y contrario a toda ética humana.
Cuando una enfermedad crece, tenemos que preguntarnos qué es lo que estamos haciendo mal. De qué manera podemos evitarla o prevenirla. El cerebro de los niños está en formación, es altamente permeable, permeable sobre todo al amor, a la empatía y a la confianza en ellos. Debería estar totalmente prohibido medicalizarlos con psicotrópicos.
Me preocupa el grado a donde puede llegar la ciencia, cuando está desconectada de la empatía, de las emociones, y del amor y el respeto por la vida, por la alegría, por los niños, por lo auténtico y vital que hay en cada uno de nosotros.
Cuando la "autoridad científica" llama "curar" a lo que realmente es empastillar, drogar, maniatar... mantener sumisa y drogada a la gente. Cuando acallamos simplemente los efectos, sin preguntarnos por las causas, por el origen desafectivo de la enfermedad...  O lo peor, cuando nosotros mismos nos lo creemos y vamos como corderitos al matadero... y hasta agradecemos que nos "curen".
El psicólogo Ramón Soler me advierte: "Y agárrate, Ileana, porque el nuevo DSM-V que saldrá en 2013, tiene como nuevo trastorno mental lo que llamarán "Trastorno negativista de la Infancia"... con los siguientes criterios de diagnóstico: niño que, a menudo se encoleriza e incurre en rabietas, que a menudo discute con adultos, que a menudo desafía activamente a los adultos o rehúsa cumplir sus demandas, etc. Imagino que irá acompañado de la correspondiente medicación (tan inútil como llena de efectos secundarios). Resulta vergonzoso que lo que deseamos para nuestros niños, es decir, que sean independientes, librepensadores y que no se sometan ciegamente a la autoridad, sea considerado una enfermedad."
El psiquiatra Claudio Naranjo define la neurosis como la disociación entre el intelecto, las emociones y los instintos. Entre los tres cerebros humanos.
La neurosis que rampa hoy, entre los mismos psiquiatras, psicólogos y profesionales, da mucho miedo. Legitimar la neurosis desde los mismos que se supone deben curarla es la muestra de hasta dónde puede llegar una sociedad desconectada de los signos afectivos y vitales, una sociedad robotizada que pretende que todo el mundo calle y otorgue, que seamos zombies en manos, primero de los padres, luego de los maestros, finalmente de las empresas y las tiendas.
El tristemente célebre Dr. Estivill recibió hace unos días un homenaje en Madrid por parte de la Asociación de Juristas contra el Ruido.
Desconozco si en este caso las aportaciones del Dr. Estivill sobre la contaminación acústica son válidas o interesantes, pero ese señor, en nombre de su supuesto prestigio científico, ha divulgado en España un método de adiestramiento conductista para enseñar a dormir y a comer a los niños, que debería considerarse tortura. (Un método que ni siquiera es de él, es de un norteamericano, un tal Ferber, y el libro tampoco lo escribió él, contrató a una periodista).
En el acto donde fue homenajeado, el señor Estivill llegó al cinismo de decir: "el cerebro de una mamá con un recién nacido, oye antes el llanto del bebé que el ruido de una tormenta".
¿Y no se ha preguntado nunca el susodicho doctor por qué y para qué la naturaleza provee a las madres de semejante capacidad?
Pues precisamente para atender al llanto de los niños, señor. Porque eso es lo que los niños necesitan: que el adulto se despierte y los atienda. Justo lo que usted diagnostica como un  "trastorno" del sueño infantil: despertarse por la noche, algo que todos los niños sanos hacen desde que el mundo es mundo. Demandar la atención y la compañía de los adultos, justo lo que necesitan para dormir con tranquilidad, seguridad y sin miedo.
Aunque los estudios de este señor sobre el impacto del ruido fueran buenos (y suponiendo que no sean expresamente traídos al pelo para justificar que no haya fiestas en Chueca) no puedo de ningún modo considerar a un personaje que por otra parte se aprovecha de los padres desinformados, agotados e impotentes, desconectados de su paternidad y enchufados al trabajo, para promulgar métodos de adiestramiento de niños. Seguramente a los niños también los considera "ruido". Homenajear a Estivill por su trabajo "a favor del silencio", viene a ser algo así como homenajear a Hitler porque amaba y protegía a los murciélagos, por poner un ejemplo exagerado.
Estivill es el ejemplo más cercano y sangrante que tenemos de cómo la neurosis patriarcal y la ciencia pueden ser altamente compatibles.
De cómo no somos nada cuando no hay emociones, sentimientos, empatía, capacidad de ponernos en el lugar del otro, también y sobre todo, con los niños.


_________________ Sobre el TDAH: 
Artículo científico: El niño hiperactivo como síntoma de una situación profesional y social: ¿Mito, realidad, medicalización?, por Dr. Jorge L. Tizón, psiquiatra.
Reflexiones de una psicóloga: TDAH, ¿creer o no creer?, por Liliana Castro Morato.
Divulgación: TDAH, la hipótesis del granjero y el cazador , en Bebés y Más.
STOP DSM (como criterio único de diagnosis clínica). Manifiesto de profesionales de la salud mental.

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