Revista Espiritualidad

Cuando las relaciones amorosas fallan

Por Chocobuda

Cuando las relaciones amorosas fallan

A todos nos llega el amor y la necesidad de estar en pareja. Es parte de la experiencia humana y quizá la que más trabajo nos cuesta para comprender. Todos queremos encontrar la receta mágica que nos haga vivir un romance digno de película, pero con mucha frecuencia nos topamos contra la pared pues las cosas no salen como imaginábamos.

Al enfrentar una ruptura, en nuestra mente surgen argumentos muy del estilo de…

No estaba en mis planes…
Nunca imaginé que fuera así…
Pensé que sería diferente…
Me rompió el corazón…
No sé qué es lo que hago mal…
¿Por qué me hizo esto?
Buscaba algo más…
Me la paso bien con ella/él, pero…
Siempre me pasa lo mismo…
No he encontrado al hombre/mujer/ser ideal…
Quiero más que esto…
¿De verdad así va a ser esto?

Creo que muchos nos podemos identificar con estar frases. Todas son el indicativo de que hay algo que no está funcionando bien y que no sabemos ni qué pueda ser. El hecho es que aunque iniciar una relación nos ponga eufóricos, la realidad es que con frecuencia estamos insatisfechos porque nada cumple las expectativas.

Todas esas frases e historias tienen algo en común. Es una característica muy importante que está latente en todos nosotros, miembros de esta cultura hiper materialista:

Vemos el amor de pareja como una inversión y queremos los rendimientos YA. Quiero obtener algo de esto a como de lugar.

Por favor lee de nuevo las frases de arriba. ¿Notas un patrón? Cada una de ellas tiene la palabra YO incluida en alguna forma. Todas las frases ven a la pareja como un ente externo que está obligado a cumplir caprichos e ilusiones. Todas están formuladas desde la búsqueda personal de la felicidad, pero en ninguna se ocupa de buscar la felicidad del otro.

Resulta curioso que cuando he ayudado a parejas a salvar su relación, me he topado con que gran número de ellos ni siquiera están interesados en la felicidad de la pareja. Es más, la felicidad de la otra persona ni siquiera está en el radar. Ven al otro como un peón de un juego de ajedrez personal que está obligado a ser movido a conveniencia.

Todos esperamos ser felices recibiendo detalles y demostraciones de cariño. Todos queremos que la pareja sepa de memoria el guión imaginario que hemos escrito, y que se apegue a él. Exigimos que el otro se acople a las fantasías del futuro que generamos en la maceta. Incluso queremos que alguien cumpla las expectativas que creamos en el pasado.

Pero a la hora de la verdad, cuando enfrentamos la realidad de por qué no funcionan las cosas, sentimos que el universo nos ha fallado.

Al llegar la ruptura nos sentimos ofendidos en el orgullo y la autoestima se va al traste. Queremos venganza, echamos culpas, pedimos razón y sentido al sufrimiento.

Jamás nos detenemos a pensar que la falla radica en el egoísmo desorbitado que practicamos diario.

El amor no funciona así. Nunca ha sido una inversión personal en la que se reciban frutos de cariño.

El amor es mucho más simple y elegante. Se aleja de esquemas personales.

Para Shakyamuni Buda, el amor era el camino a la liberación. Incluye ver siempre por el bien y felicidad de todos los seres que nos rodean, practicar Gratitud, Compasión y Generosidad absolutas y sin cuestionamiento.

Para poder amar es necesario aceptar a la persona como es; sin agregarle nuestra basura mental que viene en forma de expectativa, planes y fantasías.

De igual forma, Shakya-sama nos decía que las relaciones basadas en el deseo, apego, confusión y manipulación; jamás conocerán la libertad que trae el amor real.

Hasta que no veamos honesta y auténticamente nuestro papel en la felicidad de la pareja, estaremos condenados a tropezar sin cesar con el rabo de nuestro ego.


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