Revista Arte

Cuando lo difícil es encontrarse, cuando sólo perderse es la alternativa.

Por Artepoesia
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En una secuencia de la famosa película de 1946 protagonizada por Verónica Lake y Alan Ladd, La Dalia Azul, hay un diálogo entre ambos, en el que ella le pregunta de pronto: ¿No vas a darme  siquiera las buenas noches?, y él le contesta: esto es un adiós, y me cuesta decírtelo. Entonces ella le responde: Y, ¿por qué?, no me habías visto nunca antes de esta noche; por fin él termina diciendo: Todo hombre te ha visto alguna vez, en alguna parte, lo difícil es encontrarte. En ese momento, cuando Verónica Lake tenía tan sólo veinticuatro años, comenzaba el declive de toda su vida, no únicamente de su carrera como actriz.
Había nacido en 1922, como Constance Frances Ockelman, en una familia compleja. Cuando su padre fallece, en un accidente en 1932, Verónica Lake, con sólo diez años, fue enviada a un colegio interno en Canadá. Su madre, una mujer posesiva e insensible, acabó sus días declarando el inestable comportamiento, incluso ya desde la infancia, de su hija. En Los Ángeles, California, con dieciséis años, Verónica Lake es matriculada por su madre -quizá lo único bueno que le hizo- en la famosa Escuela de Teatro de Bliss y Hayden, un matrimonio de actores que triunfó más enseñando que actuando. Pronto, gracias a su belleza, su talento natural y su maravillosa y volcada cabellera rubia, es incorporada a pequeños papeles hasta que la Paramount Pictures fija su atención en su espectacular belleza.
Su precocidad, su arrebatadora belleza y su excesiva confianza la precipitaron al estrellato y al vértigo más aterrador. Nada simpática, salvo con la cámara, terminó siendo aborrecida por muchos de sus compañeros de trabajo que veían en ella una arribista sin contemplaciones. Su especial personalidad y su capacidad de interpretación, tanto en la comedia como en el drama, tuvieron el reconocimiento del público y de algunos directores. Sin embargo, dos cosas -además quizá de una humanamente posible esquizofrenia-  le jugaron la peor de las suertes, que, a veces, estos espíritus indolentes tienen la desdicha de padecer. En ambas la guerra mundial fue la causa, período, curiosamente también, que fue el mejor momento de toda su carrera
Durante 1941 las mujeres norteamericanas la tomaron como modelo de belleza, imitando ese modo de peinar y esa voluminosa cabellera que tapaba casi un ojo. Las autoridades militares le pidieron a los estudios que dejaran de fomentar esa imagen y ese tipo de peinado, ya que las trabajadoras de las fábricas de armamento no podían realizar bien su trabajo con ese estilo de cabello. Después, fue protagonizar la película La hora antes del amanecer, de 1944. En este film Lake realizaba el personaje malvado de una espía nazi, el peor que se pudiera, entonces, interpretar. Ayudaba, según un guión tendencioso,  a Hitler a invadir Inglaterra, ¡y aún no había acabado la guerra!
Cuando las cosas van mal no son precisamente una garantía de que no puedan empeorar, así que durante el rodaje -ya embarazada- tuvo un pequeño accidente con un cable de iluminación, y su hijo nació prematuro, falleciendo poco después. Además terminó divorciándose, y las críticas por su actuación en la película le achacaban el poco acento convincentemente alemán de ella; ¡claro!, si no lo era. Comenzó a beber y su carácter se fue haciendo más desagradable con los demás. A pesar de haber protagonizado buenas películas y haber creado una imagen vendible, la Paramount no le renovó el contrato en 1948, con tan sólo veintiséis años. Aunque consiguió participar en alguna película en 1949 y en 1951, ya no pudo atraer el interés de nadie. Se divorció una segunda vez de un director de cine poco exitoso, con el cual tuvo dos hijos y acabó arruinada por su incapacidad ya de poder ser contratada por ningún estudio. Sólo ya le quedaban la televisión y algunos trabajos en el teatro.
Volvió a casarse -su belleza era su única posibilidad- con un compositor, pero otro accidente le fracturó un tobillo y le impidió poder dedicarse a la actuación. Se divorció otra vez, y entró en el infierno. Deambulaba por hoteles y bares volviéndose una alcohólica irremediable. Acabó trabajando, en los primeros años sesenta, hasta de camarera en un hotel en Nueva York; ella, que había sido una gran estrella. A pesar de regresar alguna vez más a la televisión, de volver a trabajar algo en el teatro y de repetir otro fracasado matrimonio con un capitán de barco inglés, no consiguió nada más que publicar sus memorias -recurso siempre salvador para las viejas glorias-, así pudo financiar una imperdonable película de terror, Flesh Feast en 1970, donde protagonizaba a una mujer que acababa martirizando a un hombre en una mesa de operaciones, el hombre terminaba siendo el propio Hitler; un impresionante modo de llevar a cabo una catársis pendiente. En julio de 1973, a los cincuenta años, ingresó en un hospital en Vermont, EEUU, para acabar, esta vez definitivamente, con toda su vida. Una hepatitis terminó lo que las sufridas dolencias de una malograda existencia no pudieron conseguir.
Cuando los filisteos decidieron acabar con la amenaza que el poderoso, fuerte e imbatible Sansón les suponía, sobornaron a su amante Dalila. Ésta no hacía entonces más que preguntarle a Sansón dónde se encontraba el secreto de su fuerza. Él sólo la engañaba una y otra vez para tratar así de satisfacerla. Pero, un día, seducido por su belleza y embriagado de pasión, le confesó a Dalila la verdad de su secreto. Era su pelo, su cabello, que si dejaba de tenerlo todo su poder se acabaría. Así que, de este modo, una vez que Sansón estaba dormido, Dalila tomó los largos cabellos de él y los cortó decidida. Sólo así los filisteos pudieron acabar con la osadía y el estruendo poderoso de su fatal enemigo.
(Fotografías de la actriz Verónica Lake con su larga cabellera, 1940-1949; Fotografía de Verónica Lake en los años cincuenta; Cartel cinematográfico de la película La hora antes del amanecer, 1944; Cuadro del pintor Gerard van Honthorst, Sansón y Dalila, 1616, EEUU; Fotografía de Verónica Lake en 1970, frente a los estudios Paramount; Imagen con el certificado de defunción de Lake, 1973.)
Vídeos homenaje de Verónica Lake:

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