Cuando los “derechos” se convierten en “problemas”, los que defienden dichos “derechos” para evitar perder dinero, pierden dinero. Irónico, ¿verdad?
Esto viene a que Rocksmith, ese videojuego musical donde, al fin, tocaremos una guitarra eléctrica de verdad (y hasta aprenderemos a usarla), se retrasa hasta el 2012, a un mes sin determinar. Pero lo hace solo en Europa. Ubisoft habla de problemas de licencias; por lo que ya sospechamos por donde van los tiros: es muy diferente lanzar un producto en el mercado estadounidense (300 millones de habitantes con un único idioma y legalmente muy sencillo de manejar) que en Europa (donde cada país tiene su legislación y, además, gestiona los derechos de autor de forma diferente). Y no penséis que os libraréis importando el título: el juego está bloqueado por región y si lo compráis para la única consola que es region-free (la Playstation 3), no podréis bajaros ningún contenido descargable (que son la salsa y la vida de este tipo de juegos).
¿Y saldrá el juego? Pues ni idea, porque tengo la terrible sensación que al distribuidor se le pueden hinchar los huevos fácilmente y mandar a tomar por culo la distribución del juego en toda Europa o, más humillantemente aún, en algunos países. Y cuando muchos negocios que funcionan de lujo en otros paises europeos no llegan a España (o lo hacen muchos años más tarde) porque en nuestro país han de pagar hasta el triple de dinero a las gestoras, no sería de extrañar que España se quedase sin el que promete ser el mejor y más interesante videojuego musical hasta la fecha.
España estuvo a punto de ser el único país europeo sin PlayTV (para Playstation 3) porque, de los 100 euros de su PVP, la SGAE exigía el pago de más de 30 euros por cada unidad vendida.
Creo, sin embargo, que esta no es sino una más de las anécdotas que se viven y vivirán en un tiempo de bypass, un momento de la historia económica donde se demuestra que mantener estructuras empresariales pensada para la sociedad occidental de 1950 ya no funcionan: no pueden coexistir con un mundo donde la tecnología y la globalización han derribado las fronteras. Esto no es un “barra libre”, ojo. Este es el momento donde legisladores que sepan como funciona la tecnología y el mercado de consumo actual han de repensar como legislar y reordenar el campo de juego. Porque si no, luego se ven barbaridades como las “patentes de software”.
Pero lo malo de estas anécdotas no es que pierdan dinero los gestores de dichos derechos de autor. Lo malo es que el perjudicado al final es el consumidor. ¿Nos llegará algún día? No lo se. Solo espero que cuando llegue no hayamos decidido que preferimos destinar nuestra atención y, más importante, nuestro dinero, en otros intereses.