La decisión de que jugara renqueante ante el PSG evidencia una dependencia del delantero argentino injusta y un agravio al resto de los jugadores del Barcelona que no se merecen sufrir
Fuente:gol.com
Messi es el mejor jugador del que se puede disfrutar en estos momentos en los campos de fútbol del mundo. Muy pocos cuestionan esta afirmación. Su capacidad goleadora, unida a su fantástica técnica y a su velocidad de movimientos le convierten en un futbolista genial, imprevisible y capaz de crear acciones y jugadas nunca vistas antes en este deporte (Cristiano Ronaldo le sigue muy cerca, pero no alcanza a compartir el número uno). Su enorme capacidad para desequilibrar a los equipos rivales le ha valido para ayudar al Barcelona a situarse en la cumbre del fútbol mundial durante la última década. Pero aun reconociendo todas estas realidades, la Pulga no es Dios. Es decir, no es infalible y su presencia no conlleva la victoria segura y la rendición del rival. Messi es humano y, como tal, falible. Y cuando un deportista está lesionado, su rendimiento disminuye notablemente, se llame Leo, Kobe, Novak, Fernando o sursum corda. Y por muy bueno que sea, un compañero de equipo, por lo tanto de un nivel similar, ofrece mayores garantías de ejercer su tarea con más eficiencia.Por eso no se puede comprender que un equipo como el Barcelona, que en los últimos años ha ganado más títulos que todos sus principales rivales juntos, se vea en la necesidad de recurrir a Messi como los cristianos lo hicieron con el Cid Campeador después de muerto. La decisión de Tito Vilanova de hacerle jugar en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones ante el Paris Saint-Germain fue un desatino mayúsculo, pues el riesgo de que el delantero argentino hubiera sufrido una lesión mucho más importante se incrementó de manera exponencial. Su contractura en el bíceps femoral de la pierna derecha, sufrida en el partido de ida, podía haberse convertido en una profunda rotura de fibras, que hubiera alejado al crack de su actividad durante más de un mes, en el momento más trascendente de la temporada. Los servicios médicos y técnicos del club enseguida salieron a los medios para asegurar que la lesión de Messi no había empeorado, pero la evidente cojera del número uno sembró de intranquilidad la grada del Camp Nou.
Fuente: marca.com
Hay quien asegura que si Messi no hubiera salido a jugar durante la segunda parte del encuentro, el Barcelona hubiera quedado eliminado de la Champions. Es más, que su aparición fue lo que permitió a Villa y a Pedro elaborar el tanto que le dio el empate y la clasificación para las semifinales por sexta temporada consecutiva. Pero esta afirmación es indemostrable. Es pura especulación, pues aún reconociendo que el conjunto francés se mostró más temeroso tras la aparición del argentino en el césped, los Iniesta, Cesc, Xavi, Alves, Busquets, Pedro, Villa o Alexis están capacitados para meterle un tanto a cualquier equipo del mundo en menos que canta un gallo. Y solo hacía falta perforar la meta gala una vez. Incluso el tanto logrado no se puede achacar únicamente a la presencia del astro argentino, sino a la labor de todo el equipo, en particular a la de Villa y Pedro.Pero lo peor de la apuesta por un Lionel lesionado es el feo que sufrieron sus compañeros, en particular Ces Fábregas, quien tuvo que sentirse una piltrafa al ver que Vilanova optaba por un compañero lesionado antes que por él en plena forma, que prefería a un jugador disminuido por una lesión, por mucho que se apellide Messi, antes que a un campeón del mundo entero. El delantero catalán, que no se puede sentir muy querido por la afición azulgrana, sufrió una humillación más en el club de sus amores. Y algo muy parecido tuvieron que sentir el resto de jugadores que se encontraban en el banquillo con ansia de participar en ese atractivo choque, al ver que su entrenador optaba por un crack disminuido físicamente antes que por un profesional de élite al cien por cien.
Fuente: mundodeportivo.com
Porque no hay que olvidar una cuestión importante. Messi es el indiscutible número uno porque desarrolla su magia en este Barça de ensueño, en el que Iniesta y Xavi, por ejemplo, le hacen más eficiente de lo que es; en el que primero Guardiola, y ahora Tito, le han privilegiado por ser quien es. Porque si la pléyade de estrellas que le rodean brillaran menos, cómo por ejemplo los que le circundan en la selección argentina, el fulgor del poseedor de cuatro Balones de oro no sería el mismo, ni habría obtenido la inmensa cantidad de premios y títulos que acumula. Leo es para muchos el mejor jugador de la historia del fútbol porque ha caído en este Barcelona supremo y no por lo que ha hecho con Argentina. La grandeza y la trascendencia del delantero sudamericano son incuestionables. Pero por encima de su prestigio está el del Barcelona, un club por el que han pasado los mejores jugadores del mundo. Y contrastar que el conjunto azulgrana depende hasta este extremo de La Pulga no le beneficia en nada. Es más, le puede hacer mucho daño en el futuro, porque las estrellas se apagan, mientras que el club seguirá luciendo. Messi es el número uno y a todos sus compañeros, técnicos y jugadores, no les avergüenza repetirlo una y otra vez. Pero el Barça es bastante más que el mejor futbolista del mundo en estos momentos, aunque en esta actuación no lo ha demostrado, pues ha evidenciado que la messidependencia es una realidad incuestionable, contra la que técnicos, dirigentes y afición deberían combatir. Los Iniesta, Xavi, Busquets, Cesc y compañía lo agradecerían. Y el fútbol español también.