Revista En Femenino

Cuando no habla a los dos años

Por Y, Además, Mamá @yademasmama

Pasados los 26 meses y medio, mi peque sigue sin hablar. Desde aquella primera palabra que pronunció en noviembre, no ha habido avances. Y lo curioso es que, de tanto esperar ya no vivimos pendientes de que su lengua se desate.

¿Por qué estoy tranquila? Porque no habla, pero se comunica. La pediatra nos ha confirmado que es un retraso en el lenguaje, pero no ve ningún problema. Entiende todo a la perfección (en castellano y en euskera, además), sigue nuestras instrucciones y se hace entender mediante cuatro gestos, señalando como loco y con toda la expresividad de su cara. Sabemos que terminará hablando, a pesar de que vayan pasando los meses sin tener avances. De hecho, le preguntas si quiere hablar y te niega con el dedito y cara de pillo, como si para él todo esto fuera un juego y realmente no habla porque no le da la gana. ¿Es esto posible?

¿Cómo nos entendemos?

A veces me sorprendo de cómo podemos entendernos sin que haya de por medio palabras. Con mamá, papá, más (realmente es mai) y iiiiii (sí), se soluciona todo. Sus sonidos y gestos con las manos expresan absolutamente todo. Para entender su lenguaje corporal hace falta que estemos atentos a captar sus señales, pero es algo que ya nos sale solo.

leyendo un cuento

Leyendo juntos un cuento sobre un pajarito.

Nos hemos convertido en unos expertos en las preguntas cerradas. Echo de menos eso de preguntar ¿qué has hecho hoy en clase? Pero voy intuyéndolo a través de preguntas para que me conteste sí o no con la cabeza. Y ya hemos instaurado el gesto del coscorrón en la cabeza para decirme si ese día se ha caído o si le ha pegado un niño (se haga daño donde se lo haga, siempre me señala la cabeza)

Tiene signos para todo: para los piratas, los tiburones y los delfines, para dormir y cambiar el pañal, para pedirme el chupete, para jugar a los trenes, para comer y para ver la tele. Hasta tiene un signo para hablar de su andereño preferida. Y si no sirven los gestos, señalando y preguntando se llega a Roma. Y es por esto que siento que el sistema de signos para bebés que iniciamos cuando tenía un mes y que lo dejamos abandonado a medias nos habría ayudado, y mucho.

Visto desde la distancia, tengo claro que no nos funcionó porque lo empecé demasiado pronto con él (tenía un año, que es la edad recomendada, pero no para él) y que tenía que haber seguido con ello o retomarlo unos meses después. De haberlo hecho así, ahora contaríamos con un mayor bagaje de signos, evitaríamos frustraciones y él decirme sin rodeos, por ejemplo, qué fruta le apetece comer (sin tener que ir señalando una a una hasta que me diga sí)

¿Cómo lo trabajamos?

Sobre todo, sin presiones. Si le forzamos a que diga una sílaba se cierra en banda y huye, así que desde hace mucho tiempo procuramos no hacemos de esta manera. El enano aprende cuando quiere, no cuando a nosotros nos apetece. Así que si quiero enseñarle cómo muge una vaca, lo hacemos a través del juego, y nunca sentándome delante a repetirle mú hasta la saciedad. Las veces que hemos tratado de enseñarle a montar un puzzle o a girar con los pies los pedales del triciclo se ofusca y resulta contraproducente. Lo mejor es dejarle a su ritmo y mostrarle cómo se hace de una forma natural. Al menos así es cómo aprende mi hijo y cómo nos funciona.

Evitando frustaciones. Cuando un niño no habla es más probable que se frustre, porque no puede expresarse como quisiera y que logre comunicar depende mucho de la actitud con la que la otra persona le reciba. Por eso, es probable que sea carne de cañón para las rabietas. Por suerte, aún no hemos vivido ninguna (quizá vaya retrasado también en ese aspecto), aunque muestra los primeros signos: se enfada espontáneamente y vaga por la casa con cara de pena o se tira al suelo sin querer hablar con nadie, me pega suavito cuando se enfada… Para evitar estas situaciones intento hablar mucho con él, ponerle voz a lo que siente y tener mano izquierda, como hacemos en el cambio de pañal, por ejemplo, y tal y como conté en este post sobre criando despacio. No siempre se puede, pero me lo he puesto como estrategia y trato de cumplirlo.

− Hablando mucho y contando historias. Verbalizar las rutinas, contar cuentos e historias hasta la saciedad es lo mejor para llegar al niño que no habla. Con su mirada y sus gestos me da a entender muchas cosas que no podemos trabajar de otra manera. Da igual que le esté explicando cómo entierran los piratas sus tesoros, cómo se cogen las setas en el monte o el funcionamiento de los trenes, él asiste ensimismado a cada pequeña lección. Y espero que todo ello deje poso y que cuando hable, sepa poner palabras a todo lo que ha oído. Me apura que empiece el cole sin hablar, pero soy consciente de que lo hará en cualquier momento.

Quizá hable la semana que viene o quizá tengamos que esperar unos meses más. De momento, es así como lo trabajamos. ¿Algún consejo más?


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