La sociedad ha cambiado y ha evolucionado mucho en los últimos años. El modo de vivir actual está basado en la búsqueda de confort y de comodidad. Por tanto, el placer es un valor en alza en nuestra sociedad que es directamente materialista. Está claro que el modelo social también influye mucho sobre el ser humano individual puesto que, por ejemplo, en la antigua Grecia primaba la búsqueda por el bien común. Es decir, la sociedad, como bien explicaron Platón, Sócrates y Aristóteles, estaba basada en el bien común. Un bien común que en la sociedad actual se opone al individualismo e incluso al egoísmo que lejos de conducir a la felicidad sólo produce indiferencia y también soledad.
La felicidad es un verdadero regalo y la mayor fuente de salud para cualquier persona. Sin duda, es esencial asumir que la responsabilidad sobre tu felicidad es únicamente tuya. Por ejemplo, muchas chicas, como consecuencia del efecto que producen las comedias románticas de Hollywood piensan que la felicidad se produce de forma automática tras la llegada de un príncipe azul. Pero lo cierto es que aquel que vive a la espera de algo nuevo está poniendo su felicidad en el lugar equivocado puesto que debes centrarte en el ahora.
Pero además, aunque el placer es uno de los ingredientes de la felicidad, sin duda, la felicidad y la plenitud interior no se reduce al placer ni tampoco al tener. Es decir, debes disfrutar de los placeres de la vida, sin embargo, el deleite no sólo puede ser físico sino también espiritual. Es decir, puedes disfrutar de la compañía de tus amigos y del amor de tu familia. También debes cultivarte a nivel intelectual mediante el placer de la lectura. Por otra parte, puedes disfrutar del arte en todas sus manifestaciones, el cine, la pintura, la poesía… Pero tampoco debes de perder la ocasión de valorar la belleza del universo, en concreto, disfrutar de la magia de un amanecer en la mejor compañía en una noche de verano.