Revista Opinión

Cuando tu jefe te da órdenes

Publicado el 22 julio 2014 por Liberal

Leyendo esta excelente entrada de nuestro compañero Pedro, me vino a la mente inmediatamente situaciones comparables en Estados Unidos y qué actitud deben desarrollar los trabajadores ante tales circunstancias.

La entrada me resultó muy relevante, además, porque precisamente unos días antes escuchaba una conversación entre unos jóvenes sobre las condiciones laborales en sus respectivas empresas de Nueva York. “Sí amigo, el dueño de la empresa odia cuando la gente habla de dinero y si pudiera, despediria a todo empleado que hable de su sueldo con otros compañeros en el mismo trabajo”. Mientras escuchaba esto, me vino a la mente mi situación personal y pensé que mucha gente que debe rendirle cuentas a un jefe ajeno realmente están esclavizadas a esos intereses en prácticamente todos los casos conocidos del ámbito laboral. Otro de los jóvenes, con rasgos afro-caribeños comentó algo parecido sobre la empresa donde trabaja: “No, en mi empresa también nos tienen prohibido hablar entre nosotros sobre los sueldos que nos pagan o las condiciones. Es una putada”, sentenció.

Lo que me chocó inmediatamente es que en ambas empresas, los jefes están incumpliendo las leyes laborales federales. Ya sabéis que tengo tolerancia CERO hacia los que incumplen las leyes laborales y de seguridad (o de cualquier tipo). La ley federal prohíbe que se impida a los trabajadores “organizarse en un sindicato o negociar con su empleador sus horas y otros términos del empleo así como participar en actividades insistentes para su protección o apoyo en conjunto, entre trabajadores”. Eso es lo que dice la National Labor Relations Act de 1935. En seis estados, la ley es más dura aún y explícitamente protege los derechos de los trabajadores a negociar sobre sus sueldos y discutirlo con otros compañeros de trabajo.

Esto es aplicable independientemente de si los jefes lanzan sus amenazas verbalmente o por escrito. Los empleadores no pueden despedir a nadie por hablar de sueldos, y también es ilegal decirle a los empleados que NO pueden hablar sobre sus sueldos con otros compañeros. La ley precisamente permite a los trabajadores hablar sobre aquellos temas que son de su interés en su centro de trabajo. Incluso, un empujoncito del jefe, en plan “eso no lo hacemos por estos lares” constituye un incumplimiento de la ley laboral.

Sin embargo, estas leyes del silencio, decenas, están a la orden del día en los centros de trabajo en todo EEUU. En diversos estudios realizados, se ha comprobado que más de la mitad de empleadores estadounidenses en todos los sectores prohiben de forma explícita hablar sobre sueldos con otros trabajadores. Como era de esperar, esta cifra está a sus máximos en el sector privado, con un 61% de empresas que prohiben hablar sobre sueldos entre compañeros de trabajo.

Por esas mismas razones, el propio Presidente Obama hace poco firmó dos órdenes ejecutivas presidenciales para abordar este tema y fomentar la transparencia y la responsabilidad penal por parte de los empresarios que incurran en el abuso de sus trabajadores. Una de las órdenes prohibe a los empleadores federales tomar medidas de venganza contra los empleados que hablen sobre sus sueldos con otros. La otra orden exige que las empresas aporten los datos sobre sueldos en sus empresas, incluyendo por raza y género. Ah y buenas notícias — Obama NO DARÁ una “excepción” religiosa a las empresas religiosas como habían pedido los pirados de esas asociaciones para seguir escaqueándose de sus deberes democráticos y políticos. Ha sido un duro golpe para los golfos que se esconden detrás de la “libertad religiosa” para ejercer la tiranía privada.

La ley para proteger al resto de los trabajadores se llama la Paycheck Fairness Act. Esta ley endurecería las penas para los empresarios que tomen medidas contra aquellos de sus trabajadores que hayan hablado sobre sueldos con otros compañeros y también exigiria a los empresarios aportar un justificante por las grandes diferencias salariales.

Estas reformas son necesarias para poner fin al masivo problema ilegal que las leyes no han podido corregir durante décadas en los EEUU. Las leyes del silencio violan derechos fundamentales y permiten que se discrimine en los distintos planes salariales dentro de las empresas.

El problema no es que la ley actual ahora sea insuficiente. Todo lo contrario, pero el grave problema es que MUY POCOS trabajadores conocen sus derechos. Y por eso he titulado esta entrada de esa manera. Estoy francamente cansado de gente que no toma el tiempo de conocer las cosas, especialmente sus derechos, porque la libertad no es algo para tomárselo a la ligera. ¡Pero también hay mucho miedo! Y ese miedo en parte es lógico: un currito no va a tener jamás el mismo poder de negociación y los abogados con los que cuenta una gran empresa.

Las leyes del silencio pasan desapercibidas porque los empleadores sí conocen muy bien la ley y tú, el currito, eres un perfecto ignorante y no te das cuenta que tu jefe te está timando, que tu empresa te está tomando el pelo y te paga un sueldo menos del que te corresponde en muchos casos.

Los empresarios en EEUU defienden estas prácticas porque dicen que hablar con otros compañeros sobre tu sueldo generaría “tensión” en la empresa. ¡Normal! ¿Es que acaso no debe haber tensión si hay discriminación salarial, si hay prácticas ilegales y si te están timando?

Estudio tras estudio académico, con cifras, ha comprobado una y otra vez que los empleados más felices son aquellos que son pagados justamente y con beneficios (sanidad, vacaciones pagadas, etc) mientras que los currantes que no reciben ningún beneficio suelen ser los que más están buscando otros empleados. Por eso los empresarios no quieren que se sepa ni se habla de sueldos entre trabajadores de la misma empresa.

Como era de esperar, los que más sufren este timo salarial son las mujeres y las personas de color oscuro. De hecho, ya hubo un caso famoso de una mujer que fue amenazada si se atrevería a hablar de su sueldo, hasta que un desconocido amable le coló una nota debajo de la puerta para enseñarle lo mal pagada que estaba. Eso generó la Ley Ledbetter.

Uno de los grandes problemas detrás de esto ha sido el declive de los sindicatos en Occidente. Sí, sí, tranquilo — que no te dé un infarto por favor. Si eres un reaccionario, esta web no es para ti. Esta página es para liberales que creen en la libertad real, en el progreso y en fortalecer la democracia. El declive de los sindicatos ha cambiado el equilibrio de poderes a favor de los empresarios, de los jefes, permitiéndoles imponer leyes del silencio y tratar injustamente a sus trabajadores. Si se eliminan las fuentes claves de poder colectivo, casi la totalidad de las empresas imponen nuevas políticas salariales negtivas. Es mucho más difícil guardar secretos cuando tienes que enfrentarte a sindicatos peleando constantemente.

“Uyy pero qué “rojo” es Alfredo por defender a los sindicatos”. No, cretino. No. Lo que ocurre es que los que más vociferan el nombre de Adam Smith NO LO HAN LEÍDO realmente. Esto es normal. Las instituciones “elitistas”, como las que patrocinan y financian a personajillos mentirosos como Juan Ramón Rallo del Instituto Juan de Mariana no quiere que la gente lea todo Adam Smith porque no encaja con sus intereses. En los EEUU actuales, las empresas que emplean tácticas de intimidación, manipulación y distorsiones por parte de gente que ni siquiera ha viajado en el mundo. Para ellos, todas esas prácticas son “liberales” y “buenas” para las empresas del mundo. Qué curioso. Así que Wal-Mart y Mcdonalds pueden enviar equipos enteros de personas que revientan las huelgas en aviones privados si hace falta, todo eso se considera parte de sus “derechos empresariales”.

Aun cuando las leyes han cambiado, la barrera más importante, la más problemática es la cultura de trabajo. Aunque sea el trabajador más valiente y con confianza, lo más probable es que se enrede o se complique en un sistema tan dificil para hacer las cosas como es EEUU, se supone que las leyes deberian adaptarse, pero asi seguimos….sin entender las condiciones de cada uno.


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