100 cosas, 33 prendas, 1 cosa menos por día, entra uno – sale uno, a veces parece que el minimalista es cosa de matemáticos o de contables. La cuestión de fondo siempre es la misma: ¿Cuántas cosas necesitas para estar feliz? ¿Cuántas prendas necesitas para sentirte guapa y vestirte bien? ¿A partir de qué punto los objetivos que viven en tu casa se convierten en una carga en vez de hacerte la vida más fácil?
La emoción de los números
Los números son una especie de indicadores. Te indican el camino, más o menos definido, hacia tu propio equilibrio perfecto. Detrás de los números puedes descubrir la emoción: la emoción de vivir con menos cosas, con más espacio, con menos estrés (de limpiar, de escoger, de mantener) y con más energía para lo que a ti te importa.
Quitarte encima de las cosas que hace meses (o años) no utilizas es un desahogo emocional inesperado. Ya basta con la acusación silenciosa de aquel curso de francés por hacer. Puede que no tengas tiempo para aprender otro idioma, o lo que es más probable, en este momento no es tu prioridad. Y eso está bien. Definir prioridades automáticamente significa descartar aquello que no es prioritario, quizás de forma que otra persona lo pueda aprovechar. Eso no te convierte en mala persona, sino en una persona proactiva que moldea su propio destino.
Tu destino en la vida no es limpiar y ordenar cosas que nunca utilizas. Empezar a despejar el caos puede ser el primer paso para descubrir quién eres de verdad.
Experimentos numéricos para acercarte a tu verdad
Los números son experimentos, son muletas que te ayudan a volver a caminar. El objetivo del Proyecto 333 no es que te limites el resto de tu vida a 33 prendas. Te propone hacerlo durante 3 meses para descubrir tu propia naturaleza. Sin experimentos es imposible saber si algo te gusta o no. Quizás te das cuenta que 33 prendas es mucho, o poco. Como mínimo habrás sacado todas aquellas prendas que no te quedan bien o que estaban desgastadas. Qué más da si al final vives con 33, 123 o 11 prendas.
Eso sí, los números te ayudan a encontrar este punto de equilibrio. Es mucho más fácil escoger 33 prendas que “reducir las prendas en tu armario”. Los límites permiten libertad, aún cuando decides conscientemente no respetarlas.
El problema no son las cosas, sino el exceso
Para una minimalista el problema no son las cosas. El problema es el exceso de las cosas. Si tu quieres vivir con cien cosas o menos, ¡adelante! No dejes que nadie te diga que es imposible. Sin embargo, no olvides de que el número no te convierte en mejor o peor minimalista. Lo que te convierte en minimalista es tu consciencia frente a las cosas que tienes, las cosas que compras y las que no compras.
Ser minimalista significa primar la calidad sobre la calidad, sin caer en el consumo sustitutivo (como cambiar el móvil cada seis meses).
Ser minimalista significa estar consciente de las cosas que te rodean, sabiendo detectar cuando una cosa se quiere convertir en tu dueño al inspirarte culpabilidad (porque aún no lo has utilizado).
Ser minimalista significa no estar atado al pasado de las cosas, ya que los recuerdos viven en tu cerebro (o tu corazón) y no en una camiseta vieja o un tiralotú de tiempos pasados.
Tú decides tus números, siempre que sea una decisión consciente.