Artehólico. Así se define Charles Saatchi, fundador de la agencia de publicidad Saatchi and Saatchi, considerado por muchos como “el coleccionista de arte más influyente de nuestro tiempo” y “el marchante contemporáneo de arte de más éxito”.
No hemos dedicado muchos posts aquí al mundo del arte como tal (ver posts: Maternidades o Los hombres jaula) pero el libro Me llamo Charles Saatchi y soy un artehólico merece la pena, como todo aquello de personas que se enfrentan a las cosas de manera desacostumbrada, algo que, como es lógico, no es del agrado de todo el mundo, porque la diferencia incomoda.
Este personaje fundó en 1970 su agencia de publicidad de enorme éxito y al mismo tiempo empezó a coleccionar arte. Abrió su primera galería en una antigua fábrica de pintura de 2.800 metros cuadrados en Boundary Road (Londres). La nueva galería Saatchi, de 6.500 metros cuadrados está situada en el antiguo cuartel militar en King´s Road, es uno de los mayores escaparates de arte del mundo.
El libro es interesante porque Saatchi no concede entrevistas, y en esta obra recoge sus respuestas a una batería de preguntas realizadas por críticos de arte, periodistas y público en general. Dejo sólo algunas de ellas:
¿Cómo elige lo que compra? ¿Se guía por lo que le gusta o compra cosas que no le gusta por inversión?Cuanto más te gusta el arte, más arte te gusta. Así que me resulta fácil comprar mucho arte. Ver el arte como una inversión le quitaría toda diversión.
¿Le inquieta que sus compras (ventas) tengan un impacto en el mercado?Nunca pienso demasiado en el mercado. No me importa pagar tres o cuatro veces más el valor de mercado por una obra que realmente me gusta. Sólo tiene que preguntarle a las casas de subastas.
Ud. ha descubierto grandes talentos, pero ¿no hay grandes artistas que pasan desapercibidos?En general, el talento escasea tanto que es más fácil que la mediocridad se confunde con la genialidad que no que el genio pase desapercibido.
¿No resulta vulgar gastar por una obra de arte diez veces más de lo que vale para que no se la quiten?Es muy vulgar. Me gustaría tener una forma más refinada y barata de conseguir los cuadros que quiero pero normalmente pertenecen a gente rica y los ricos son insaciables.
¿Qué opina del mundo del arte?- Marchantes: Pedantes, sedientos de poder y con aires de superioridad, estos decanos de buen gusto les gusta sentir que controlan el mercado. Pero claro, por definición, en cuanto un artista tiene un mercado efervescente, deja de ser controlable.
- Críticos: los críticos de arte de algunos periódicos británicos lo mismo podrían haber estado trabajando en las secciones de jardinería o viajes durante toda su vida. Hoy disfrutamos del espectáculo que nos ofrecen los críticos que se derriten de placer ante la obra de un artista cuya respetabilidad ha sido confirmada en una exposición de primera línea y que, por supuesto, ellos habían ignorado o ridiculizado diez años antes. Deben vivir aterrados ante la idea de que algún miserable cabrón publique viejos recortes suyos.
- Comisarios: Con muy pocas excepciones, los comisarios de mega eventos internacionales, trotamundos y famosos son demasiado dados a organizar exposiciones con una mano en la guía de su PC y sus “notas de un charlatán” sobre la otra. Suelen ofrecer siempre el mismo tipo de show del “día de la marmota” para conseguir la aprobación de 250 feligreses cortados por el mismo patrón. Estas exposiciones, carentes de emoción y alma, dominan el paisaje del arte, con sus pretensiones socio-políticas.
- Artistas: Ser un artista bueno es el trabajo más duro que se puede elegir. Hay que estar un poco chiflado para aceptar el reto.
- Coleccionista: Sin ellos, el mercado del arte estaría en manos del Estado, en un mundo utópico de arte aprobado por los apparatchiki y sancionado por el Ministerio de Cultura.
Las artes visuales me dejan frío. No las entiendo, ¿qué estoy haciendo mal?Tranquilícese. A mí me trae sin cuidado que el ballet me deje frío. O la mayoría de las películas. O casi todo el teatro. Si el día no tiene suficientes horas para hacer todo lo que nos gusta, no tenemos por qué buscar la manera de obligarnos a trabajar con algo con lo que simplemente no conectamos.
¿Qué siente cuando el arte que ha comprado no vale nada o menos de lo pagado?Está muy bien cuando el arte que compras aumenta su valor económico de manera espectacular. Pero también hay algo igual de satisfactorio en sentir que has encontrado una obra que nadie más había entendido. Qué listo eres por haberla visto, ¿no?
¿Le sigue importando el dinero?El dinero nunca me ha importado como para preocuparme por gastarlo. Y he tenido la suerte de ganar tanto como para permitirme ser asquerosamente derrochador.
¿Londres sigue siendo la ciudad más innovadora en el mundo del arte?Sí, sólo Londres produce artistas que organizan sus propias exposiciones alternativas en espacios temporales que hacen suyos: fábricas, oficinas y tiendas vacías.
¿Cuál es su museo favorito del mundo?El Prado de Madrid. Siento cierta debilidad por Goya, pero el museo es en sí mismo poco pretencioso. Es evidente que le encanta mostrar sus obras de la forma más natural posible. Cada visita refuerza mi fe en la perdurabilidad del arte.
También Charles Saatchi apunta, entre otras cosas:
– Los estadounidenses creen que el New York Times es la obra diaria de Dios.
– Compro lo que me gusta. Lo compro para exhibirlo. Luego, si me apetece, lo vendo y compro más. Que venda no quiere decir que haya cambiado mi idea sobre lo que compré.
– A la hora de comprar no hay reglas que yo sepa.