Toby Ord es un personaje muy interesante. Participar en el reto del proyecto 333 fue para él probablemente tan sólo el comienzo, ya que se ha comprometido a donar 1 millón de dólares a lo largo de su vida. Una vez superados los 20.000 libras anuales (equivalente a 23.000 Euros o 31.000 US$), el resto será entregado a diferentes organizaciones benéficas. Toby dice que no necesita más dinero que este para vivir una vida tranquila de clase media. Sigue perteneciendo a los 4% más ricos del mundo. Y está convencido que su dinero marcará una gran diferencia al permitir la educación de un niño, que no si él viajara al Caribe.
Para animar a más gente a donar por lo menos una parte de sus ingresos, Toby ha lanzado un reto a través de la web “Giving what you can” (dona lo que puedas), que a parte de mucha información en inglés también incluye una calculadora muy interesante. Ingresando tu ingreso anual neto te calculará a qué porcentaje de los más ricos perteneces, cuánto ganas respeto al resto del mundo, y qué cambio podrías hacer al donar una parte de tus ingresos a lo largo de tu vida. Hasta ahora, 70 personas han aceptado el reto de donar por lo menos 10% de sus ingresos durante el resto de su vida (e imagino que muchos cristianos lo hacen sin ni siquiera saber del reto).
Dejando para otro momento la discusión de cuánto se debería (o no) donar, y si es viable desde ya prometer una parte de los ingresos, hay un aspecto que me parece muy interesante en la acción de Toby: Ha decidido cuánto es suficiente para ser feliz.
¿Cuánto necesitas tú para ser feliz? ¿A partir de qué salario sabrás que ya puedes ser feliz? ¿Cuánto espacio necesitas en tu casa? ¿Cuánta ropa tiene que haber en tu armario? La idea de definirlo antes de emprender el camino me parece bastante inteligente. Te da a la vez una meta, un objetivo, y una motivación que te salvará de la insaciabilidad que es una de las razones de nuestra economía de obsolescencia. No creo que se pueda decidir esto sin haber hecho un trabajo previo de reflexión sobre el porqué de nuestra existencia. Resulta que “donar lo que puedes” es mucho más difícil de lo que parece, ya que tienes que saber cuánto puedes dar (cuánto quieres y cuanto necesitas).