Esta semana tuve otra oportunidad de practicar el arte de hacer la maleta en cinco minutos, esta vez con el reto adicional de que no sabía a dónde iba el viaje: es lo que tienen los viajes de sorpresa de cumpleaños. Aún así, tenía algunas pautas: sabía que el viaje iba a un lugar más frío que aquí, conocía la duración del viaje y sabía que había por lo menos una noche que exigjía vestimenta formal.
La ventaja de conocer las reglas básicas
No es mi primer viaje, ni es el primero con equipaje de mano. Ayuda el hecho de que sigo practicando el Proycto 333 y por lo tanto estoy muy consciente de las prendas de ropa tengo a mi disposición. Así que, cómo de costumbre, utilicé las reglas básicas: que todo combine entre sí, sea versátil, y en la duda fácil de limpiar / fácil de secar (que aunque hoy te pille la lluvia, mañana quieres poder volver a utilizar la ropa una vez seca).
De cierta forma, los viajes son una situación extrema con recursos limitados y situaciones inesperadas. Son muy parecidos a la vida en general. Y mientras en los viajes aceptas los contratiempos con una sonrisa, en la vida diaria los mismos contratiempos te pueden sacar de quicio. El contexto sí que es importante.
No sé si estoy preparada para este viaje. Ya lo descubriré sobre la marcha. No sé si estoy preparada para esta vida. Lo estoy descubriendo sobre la marcha. Lo que sí sé es que tengo claro algunas reglas básicas. Sé muy bien lo que quiero, qué necesito para disfrutar del viaje, independientemente a dónde me lleva.
Vale la pena conocerte a ti misma, tener claro tus prioridades. Te ayuda a navegar las situaciones que no puedes controlar y además disfrutar de ellas.
Este fin de semana: imagínate que estuvieras de viaje y disfrútalo con una sonrisa.