Si bien el epicentro de los casi seis minutos de conversación versó sobre aspectos generales del tan ansiado “plan de ajustes” que el FMI y la oligarquía nacional están asomando ante un hipotético escenario de “transición” luego de las elecciones parlamentarias del 6D, ¿qué otras (importantísimas) claves pasaron por debajo de la mesa entre ramalazos tecnocráticos en lengua extranjera y entre las colosales cifras que allí se exponen?
Los F’s de la conversación Mendoza-Hausmann
Ricardo Hausmann hizo gala de su dominio del inglés durante la conversación y soltó algunas perlas del mundo financiero que en los subtítulos presentados en el audio no fueron detalladas con claridad. A continuación algunas precisiones.
Cuando Hausmann hace referencia a una posible llamada de Obama, el sujeto que le sigue no es “Olando”, sino Francois Hollande, el presidente actual de Francia. Muestra clara de que hay intereses más allá de los específicamente norteamericanos dipuestos a endeudar y manosear a Venezuela utilizando la vía del FMI. No es de gratis que la cuñada de Lorenzo Mendoza, Lilian Tintori, se haya fotografiado hace poco con el primer ministro de ese país.
Al vociferar que “esa cifra (los 50.000 millones de dólares que prestaría el FMI) it’s a game-changer”, se está refiriendo a un punto de inflexión. La reciente incursión militar de Rusia en Siria, por colocar un ejemplo de actualidad, también puede ser entendido como un punto de inflexión por los cambios drásticos que una maniobra de fuerza le imprime a una determinada situación. La colosal cifra presentada refleja en sí misma la magnitud que un posible préstamo de esa envergadura tendría para la realidad económica de Venezuela.
Hausmann canta: “Nos van a pedir un brief profile de la deuda, eso lo llaman ‘eufemísticamente’ Private Sector Involvenment”. Las dos primeras palabras en inglés significan “breve informe” y las tres siguientes significan “involucramiento del sector privado”. Esto es, básicamente, cotejar la tenencia de bonos y títulos soberanos del sector privado y su grado de participación con relación a la deuda externa venezolana. De allí se hace el cálculo (con sus respectivas manipulaciones empresariales previas) del severo ajuste fiscal y las medidas de liberalización de precios que han de tomarse para hacer “confiable” el préstamo y garantizar su pago en el futuro a especulativas tasas de interés.
Parte importante del austericidio griego, el desfalco que significó para la nación venezolana el pago de la exhorbitante deuda externa de los años 80 y la estatización de la deuda privada en Argentina, pasaron por este mecanismo, diseñado eficazmente para endosarle al fisco la cobertura de sus erráticos negocios en el extranjero
Hacer que la población pague completo y con propina por una crisis generada por el poder económico parasitario, transnacional y funcionarios corruptos en su afán de capturar nuevamente Miraflores.
¿A qué se refieren cuando hablan de “plan de ajustes”?
Lo que a principio fue para Hausmann una declaración sobre el supuesto olvido mezclado con arrechera al que lo había confinado Lorenzo Mendoza, hijo distinguido de la oligarquía local, terminó por develar en este último un dato que por más evidente que sea, el hecho de que lo diga con sus propias palabras sin lugar a dudas extirpa cualquier duda o mediana confusión sobre su actividad antivenezolana de tiempos recientes: “yo estoy en la guerra, mi pana”.
Algo así: mientras tú estás por allá dando clases en Harvard y reuniéndote con tecnócratas del FMI, yo estoy las 24 horas del día dedicado a enrarecer la distribución de mis productos, buscando la forma de seguir fugando capitales, tratando de reinventar mi táctica acaparadora y contrabandistas después del cierre de la frontera y subiendo los precios para elevar las presiones inflacionarias de las cuales me beneficio enormemente.
Hausmann, como tampoco quería seguir riendo hipócritamente, le puso las cartas sobre la mesa y alardeando de su condición de megaoperador financiero le expresó que desde el FMI podrían fluir 50.000 millones de dólares para “salir de este peo”.
Pero un tipo como él, más allá de la fanfarronería de parte y parte que bordaba el tejido de la conversación, no da puntada sin dedal. Esos 50.000 millones de dólares se entregarían, como ha sucedido en la mayoría de los países tasajeados por el FMI (incluido el nuestro en la década de los 80-90), como parte de un paquete estructuralmente neoliberal dirigido a eliminar:
El gasto público “innecesario” (entiéndase pensiones, sistemas de misiones, CDI, Barrio Adentro, Gran Misión Vivienda Venezuela, Simonsitos, Mercal, Pdval, etc.).
Las subidas de sueldos y salarios (pues esto aumenta las presiones inflacionarias).
El control de cambio (y así darle rienda suelta a la fuga de capitales y a la evasión fiscal).
La Ley de Precios Justos y cualquier otro mecanismo legal que impida la liberalización de precios de los productos de primera necesidad, con el objetivo de hacerlos tan inaccesibles que sólo la clase media (la que de verdad importa según ellos) podrá pagarlos.
El monopolio del Estado sobre importantes empresas estratégicas en un plan de privatizaciones extendido desde las industrias básicas hasta las compañías de servicios públicos.
El “plan de ajuste” del que conversan consiste en halar con el mecate de la desestabilización y la antipolítica las agujas del tiempo histórico, para que así la oligarquía criolla y las transnacionales regresen intactos a la panacea de los ochenta.
Fantasías, desproporciones y “así es, esa es la cifra”
Si analizamos la media general de los últimos préstamos que ha realizado el Fondo Monetario Internacional a distintos países, encontramos que ninguno de ellos (exceptuando el caso especialísimo de Grecia) se han acercado a la cifra que Ricardo Hausmann utiliza para seducir a Lorenzo Mendoza
Sobre esto es necesario hacer un breve inciso. Para un voraz consumidor (y fugador) de dólares como Lorenzo Mendoza semejante cifra suena espectacular, véase en el video que dijo “así es, esa es la cifra” sin tan siquiera analizar primero (incluso desde su lógica eminentemente delincuencial) cuánto necesita el sector privado para seguir parasitando alrededor de la renta petrolera. Hausmann pudo haber dicho 200 mil millones de dólares por tirar el anzuelo y Lorenzo Mendoza hubiera pelado los colmillos igualito.
Pero volviendo a lo anterior y colocando al mismo tiempo un ejemplo muy significativo, el pasado 12 de febrero del presente año Ucrania (el proyecto satélital más importante de Estados Unidos en su intento de desestabilizar a Rusia) prometió 17 mil millones de dólares para contribuir con la expansión y recuperación progresiva del sector privado. Hasta el sol de hoy, no existen fuentes oficiales que certifiquen que al menos una parte de esa promesa se haya entregado.
Es lógico intuir, entonces, que si Estados Unidos (los verdaderos amos del FMI) aún no ha hecho efectivo el préstamo a Ucrania, país donde además se están jugando cartas pesadas en el tablero mundial, es posible que la cifra prometida por Hausmann y anhelada por Mendoza (casi tres veces superior) esté muy disociada de la realidad.
Y más aún si le sumamos la última entrevista que le realizó el Financial Times al presidente del Banco Mundial (el gémelo del FMI), en la cual la máxima autoridad de dicho organismo multilateral expresó que estaba muy preocupado buscando que el Congreso de Estados Unidos aprobara rápidamente un aumento en su “base de capital”, reflejando una evidente crisis de financiamiento ligada, obviamente, a una incapacidad manifiesta para realizar préstamos gigantescos.
Si el Banco Mundial tiene graves problemas para financiar préstamos de alto voltaje, es natural que sus compinches, el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo, estén sufriendo los mismos problemas.
Sin embargo, independientemente los problemas económicos del señoreo financiero global, quedó develado cómo el principal representante de la oligarquía criolla y un operador cinco estrellas de la banca estadounidense están jugando pegado con los alfiles del enemigo extranjero en pro de gestionar su plan de bloquear y torcerle el brazo a Venezuela para sumarla a su nomenclatura de poder global.
Dos peones soñándose como amos
Si quitamos tan sólo por un instante las características generales expresadas en el audio en cuanto a la confección primaria de las líneas generales del plan político y financiero contra el país en medio de la atmósfera preelectoral, nos queda la simpleza de dos peones que trabajan para el 1% más rico del planeta tratando de demostrarse entre ellos quién baila mejor la macarena de la guerra económica, cuando la verdad es que ninguno de los dos toman decisiones autónomas.
Por una parte Ricardo Hausmann, diciendo que tiene cuatro esclavos tercerizados, educados por él mismo, que figuran como las “promesas” tecnocráticas de Venezuela, y Mendoza respondiendo que él tiene una guerra que gestionar y que no tiene tiempo para andar respondiendo llamadas de un profesor de Harvard.
Este tiroteo entre fanfarrones se supo por vía telefónica, pero pudo haberse dado, también, en algunos de esos restaurantes del este como el Maute Grill o el Alazán: lugar predilecto donde los egos de los gestores del capital transnacional se regodean de su miserable existencia.
Revista América Latina
Cuatro claves de la conversación entre Mendoza y Hausmann
Publicado el 18 octubre 2015 por Jmartoranoster
misionverdad.com