Fotograma de la entrevista en Salvados
De entrada, como prueba de que la alimentación hoy día es más segura que antes, se basa en el dato de la esperanza de vida: "En el año 1900 la esperanza de vida de una persona era de 30 años cuando todo era natural y no había industria alimentaria prácticamente, y hoy por hoy la esperanza de vida en España es de 84 años". En primer lugar diré que estos datos no son del todo precisos, pero ese error lo perdonamos, aunque podía habérselo preparado mejor ya que, según él mismo reconoce en su blog, conocía las preguntas de antemano. Pero lo peor de su argumento es que se basa en una causalidad falaz.
La seguridad de los alimentos no interviene de manera tan decisiva en la esperanza de vida. En un primer momento fue el acceso a una alimentación variada y suficiente la que mejoró las condiciones de vida. Después fueron las nuevas medidas de higiene (agua corriente potable, canalización de aguas fecales...). Y finalmente los avances en medicina. Según este documento: " La mejora en la esperanza de vida en los dos primeros tercios del siglo XX se debe en gran parte a la mejora de las condiciones de vida de los niños, pero en el último tercio del siglo parece estar mucho más relacionada con la mejora de la asistencia sanitaria y su extensión a toda la población, beneficiando especialmente a los mayores de 65 años". Establecer una correlación tan directa entre los aditivos alimentarios y la esperanza de vida supone un intento de engañar al público.
![Cuatro falacias y una mentira Cuatro falacias y una mentira](https://m1.paperblog.com/i/187/1870197/cuatro-falacias-una-mentira-L-2VVgx1.jpeg)
Algunas alubias envasadas
también contienen sulfitos
De otro lado, ya he hablado en entradas anteriores acerca de que los sulfitos pueden reducir el contenido vitamínico de los productos y provocar problemas de respiración en personas asmáticas, entre otras consecuencias.
Más tarde, para defender la inocuidad de los nitritos (E-250) utiliza una falacia ad verecundiam: Asegura que los nitritos no pueden tener efectos perjudiciales para el organismo en las cantidades permitidas "porque si los tuviera no estaría autorizado como aditivo". Mulet apela al principio de autoridad de las agencias alimentarias para defender la bondad de los aditivos, obviando que existen muchos intereses económicos de por medio que pueden dejar en un segundo plano la defensa de la salud pública, tal y como afirmaron Ferran Ballester y Eduard Rodríguez Farré en el mismo programa de 'Salvados'. También la falta de imparcialidad de las agencias alimentarias quedaron en evidencia en el caso del aspartamo, como ya expliqué en esta entrada.
Pero es que, además, se da la circunstancia de que en el caso de los nitritos nadie niega sus posibles efectos negativos para la salud (ver esta entrada), lo que pasa es que, puestos en una balanza, son más sus beneficios, pero eso no significa que no sea conveniente reducir su consumo en la medida de lo posible, y seguir consejos como estos.
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Imagen de Planeta Esclavo (Flickr)
Y llega mi parte favorita, cuando defiende a capa y espada el aspartamo (E-951). Aquí no hace uso de ninguna falacia (argumento aparentemente lógico, pero construido de manera tramposa), sino que recurre directamente a la mentira. El entrevistado asegura que no existe ningún estudio que concrete qué tipo de cáncer produce el aspartamo, lo cual es incierto. Tal y como detallé en esta entrada, los estudios realizados por Soffritti en el Instituto Ramazzini determinaron claramente cuáles fueron los tipos de tumores que aparecieron en las ratas que habían consumido aspartamo, y en sus crías. Además, expone como prueba de validez que son más los estudios que aseguran que ese edulcorante es inofensivo, frente a los que dicen que existen perjuicios por su consumo. Ya comenté en su momento que el Dr. Walton había comprobado que casi todos los estudios que avalan la inocuidad del aspartamo habían sido sufragados por la industria.Pero lo mejor es cuando José Miguel Mulet afirma en Salvados que "desde que ha entrado en la dieta el aspartamo, a antes del aspartamo, no se ha notado ningún cambio en ninguna enfermedad relacionada con la alimentación". Sin lugar a dudas, esa afirmación es mentira. La primera autorización para comercializar el aspartamo se produjo en 1981, y precisamente ha sido en los últimos 30 años cuando se ha producido un considerable incremento en los casos de cáncer, especialmente el de mama, tal y como se refleja en esta noticia. También se aportan datos interesantes es la web de la OMS. Yo no puedo asegurar que este incremento sea debido al aspartamo, pero lo que está claro es que desde su aprobación sí que ha aumentado la incidencia del cáncer.
La entrevista concluye con una analogía falaz, ya que pone a la cafeína como ejemplo de que tomamos productos tóxicos que, en cantidades moderadas, no nos producen ningún daño. Esta analogía se convierte en falacia desde el momento en que destaca solo una semejanza con los otros productos (que es tóxico), pero oculta la enorme cantidad de diferencias que existen entre ellos. La diferencia básica es que el consumidor de cafeína lo hace de manera intencionada para que esa sustancia produzca en su cuerpo los efectos deseados (mantenerse despierto, por ejemplo). Sin embargo, quien toma paté no quiere tomar nitritos, solo quiere el paté, pero se ve obligado por la industria a consumir esos tóxicos. Igual ocurre con el aspartamo en los productos sin azúcar, o con el potenciador del sabor en otros muchos. No queremos consumir aditivos, pero la industria casi no nos da opciones.