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Cuba 2014: preguntas y respuestas

Publicado el 08 septiembre 2014 por Polikracia @polikracia

Después de ahorrar durante un año entero y comprar un billete interoceánico, conseguí lo que entonces se me presentaba como un sueño irrealizable: viajar a Cuba. No me detendré a explicar la que ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida sino que intentaré responder a una serie de preguntas que se hacen a este lado del Atlántico en cuanto a este peculiar país. La brevedad del artículo me obliga a tratar tan sólo los siguientes temas: la situación económica, el acceso a internet, la “censura” y la alimentación e higiene.
Hay algo que debemos recordar ya que se nos olvida continuamente y es que Cuba no pertenece al “Primer Mundo”. Afortunadamente no se ha apoyado en el expolio colonialista de territorios latinoamericanos, asiáticos o africanos con su consecuente genocidio local para convertirse hoy en un miembro del “honorable Primer Mundo”. Se trata de un doble expolio neocolonial (a través de las empresas esta vez, y no directamente desde las “coronas”) y nacional (a través del paro forzoso y la privatización de sanidad y educación como pasa en España). Cuba y España, como Haití y Estados Unidos no pueden compararse superficialmente de la siguiente manera: “estos son ricos y estos son pobres, por lo tanto estos son mejores”. No se les mide por el mismo rasero: existe un pasado y presente histórico, económico y social que no puede ser ignorado.

Comencemos por lo que desde aquí se percibe como una crisis económica en la Isla inherente al sistema que lo gobierna. Cuba es una isla de 150 por 1200 kilómetros emplazada a 170 km de Miami, Estados Unidos. Cuba fue uno de los países más pisoteados por los colonialismos español (de 1492 hasta 1898) y yanki (de 1898 hasta 1959) con fugaces períodos de soberanía política, nunca económica. Posteriormente se ha creado una dependencia mucho menos nociva y más fraternal con la antigua URSS (del 59 al 89) y recientemente con China y Venezuela (desde hace tan solo unos años).
¿Y qué importa todo esto? Podemos empezar diciendo que no es una isla muy rica en recursos naturales ni en industria y que hasta los 70-80 se basaba íntegramente en una mercancía tan volátil (y miserable) en cuanto a precios como es el azúcar.
Continuemos recordando la caída de la URSS, que supuso una pérdida del comercio exterior cubano de un… 85% y una contracción del PIB del 36%1. ¿Podemos siquiera imaginarnos lo que significaría eso en una economía capitalista como la Española donde una crisis mucho menor (en cuanto a los dos datos manejados) ha producido un ejército de millones de personas, donde un 30% de los menores de 18 años tienen riesgo de exclusión social2?
Y terminemos con un ahogamiento económico que no ha tenido comparación en la historia del mundo por parte de Estados Unidos sobre toda la población cubana: el famoso Embargo Económico. Este embargo se produjo en 1960 como respuesta a las expropiaciones hechas por la Revolución a las empresas estadounidenses y que continúa hasta hoy. No sería nada exagerado si no tuviéramos en cuenta una serie de factores. El primero es que Cuba nunca ha supuesto ni supone ahora una amenaza contra el país mejor armado del mundo. El segundo es que el embargo llega tan lejos que es ilegal que cualquier empresa del mundo, sin importar su nacionalidad, comercie con Cuba si tiene un mínimo de acciones de “nacionalidad” estadounidense, que la mayoría de los vías de comercio (Internet, comunicaciones, industrias, combustibles etc) son de propiedad yanki. Por último, que sólo tiene el respaldo de tres países en toda la ONU (Palau, Estados Unidos e Israel conocidos estos dos últimos por exportar felicidad y armonía por todo el mundo) frente a la oposición de todo el resto de la comunidad internacional. En total se dejan de ganar 90 000 millones de dólares anuales3, incluyendo la pérdida de ganancias por exportaciones, los mayores costes de importaciones, las limitaciones en el crecimiento de la economía, y los daños sociales. Para más información sobre el bloqueo, acudir al ilustrativo texto del periodista francés Salim Lamrani “Estado de sitio”.

Hagamos un ejercicio de imaginación y pensemos qué consecuencias hubiera tenido este amasijo de problemas de gran calibre si lo extrapolamos a una sociedad de mercado desregulado como la española o la estadounidense, sabiendo que esta última sin estos problemas tan graves tiene una masa de 50 millones de personas en el umbral de pobreza (una sexta parte de la población). Sin embargo, en la sociedad cubana estos problemas titánicos no supusieron ningún tipo de revueltas, de paro masivo o de muertes por mala alimentación. Ha pasado tiempo desde el “Período Especial” (período posterior al colapso de 1989 caracterizado por la peor situación económica de la isla) y sin embargo Cuba se mantiene en el puesto número 44 en IDH4, superando a Croacia, Argentina, Rusia y Costa Rica. Tiene ademá uno de los mejores sistemas educativos y sanitarios del mundo5, no existe la pobreza ni la malnutrición infantil6 y otra cantidad de logros nada desdeñables para un país que no es del “Primer Mundo”.
De hecho el consumo, tanto primario como de equipamiento (electrodomésticos) ha aumentado considerablemente: todos los hogares tienen un frigorífico, varios ventiladores, un teléfono móvil, una televisión y poco a poco aumenta la cantidad de coches por persona. Un fenómeno curioso que escuché mucho en Cuba fue la identificación de la gente de a pie con expectativas que no coinciden con la supuesta “realidad del tercer mundo”. En otras palabras no estaban preocupados en cómo resolver (buscarse la vida día a día) como dicen allá, sino en conseguir un carro, viajar, comprarse un equipo de música. Esto se debe a un aumento del nivel de vida notable desde el período especial y sobre todo desde la permisividad con el cuentapropismo (autónomos sin empleados). Sí, existe libertad de empresa en la Isla, por cierto7.

Otra acusación muy reiterada dirigida hacia el malévolo gobierno cubano es la censura que establece a través de internet o más bien una negativa del gobierno a proporcionar acceso a internet a la población. Este es un discurso muy repetido por cantidad de personas en el exterior de Cuba que, obviamente o bien no conocen la realidad del acceso a internet en la Isla o bien no quieren conocerlo. No hace falta estar muy informado para saber que internet no es algo que se pueda construir con un palo y una piedra uno solo en su casa: precisa de unos canales, servidores, satélites y fibra óptica que existen y se producen a nivel mundial. Nos encontramos con una sorpresa cuando descubrimos que prácticamente todos estos canales y medios que permiten el acceso a internet en un país están controlados por un puñado de empresas de titularidad estadounidense. No hace falta tampoco mucha memoria para acudir unas líneas más arriba en este texto y revisar lo explicado sobre el bloqueo estadounidense. Esto no quiere decir que no exista internet en la Isla, ni mucho menos, sino que el acceso, el ancho de banda es muy reducido a causa de las trabas del bloqueo. Este ancho de banda resultaría ridículo en países como España pero los esfuerzos son tan grandes que hasta se está planteando conectar Venezuela con Cuba a través de una fibra óptica submarina para permitir mejor acceso a internet.
¿Qué hace el gobierno con el poco ancho de banda que hay en la Isla? Lo destina prácticamente en su totalidad a investigación, tecnología y educación (no es de extrañar por lo tanto que sea pionera mundial en biomedicina y biotecnología), cosa muy apropiada desde mi punto de vista. Lo poco que resta se dedica al turismo y al consumo personal. Es cierto que lo que se destina al consumo personal es muy deficiente, yo mismo tuve muchísimos problemas para encontrar internet en varias ciudades, pero lo que no se puede negar es que su gestión por el gobierno es muy sabia.

En cuanto a la “censura por internet” yo mismo me conecté a “la red social más peligrosa para el gobierno cubano y aliada del gobierno estadounidense” como es Facebook y de hecho tengo varios amigos cubanos en dicha red. En cuanto a los otros tipos de censura, la policial, la “espiral del silencio” que ejerce el conjunto de la sociedad es algo desde luego estúpido. Escuché tal cantidad de críticas, unas con sentido y otras sin ningún sentido y muy duras, hacia el gobierno, hacia Fidel Castro, el socialismo o la Santísima Trinidad y muchas de ellas en mitad de una plaza. Para muestra un botón: de camino a Santiago en una camioneta con 40 cubanos más (no se puede hablar de muchas comodidades desde luego) una persona que se hacía llamar “disidente” gritaba y juraba contra el gobierno… delante de dos oficiales del ejército que ni se inmutaban y cuando lo miraban se reían. Cuando nuestro grupo contaba a los cubanos como la policía española despejaba las plazas con pelotas de goma, con cargas policiales que dejaban muchos heridos, ellos se quedaban de piedra: no entendían un comportamiento policial parecido. Un mito más de la isla desmentido.

Otro mito presente en el día a día de la gente desinformada o que, repetimos, no quiere informarse es la escasez de alimentos en Cuba. Este es una de las más flagrantes mentiras que he podido desmentir en Cuba: se sigue una dieta muy rica en proteínas y más sana que la noreuropea (todos sabemos que en Occidente nos sobrealimentamos). Su dieta consiste en arroz, pollo, cerdo, frijoles, tubérculos, algo de pescado y mucha fruta. Naturalmente hay carencias, como la carne de res, algunos vegetales y hortalizas, de la misma manera que en España es difícil encontrar frutas como la guanábana, el mango o la guayaba: porque no crecen en climas tan diferentes. Nos impresionó ver la cantidad de comida que se desechaba en los restaurantes y en las casas, un volumen que sin duda poco tiene que ver con el derroche occidental. Informándonos un poco podemos recoger un dato interesante y comparativo: en Cuba se consumen al rededor de 2500 kilocalorías al día de media sabiendo que la media del Caribe es un poco superior (2700 en 2007), nunca comparable a los 1500 de Somalia, 1800 de Haití (país vecino y muy similar en cuanto a recursos) aunque lejos de los 3200 de España8. No obstante, sabemos que la “magia” de la estadística dice que si uno consume 4000 y otro 1000, los dos consumimos 2500. En otras palabras, de lo que se trata no es solo del valor medio sino del reparto: Brasil tiene un consumo calórico medio mayor que Cuba (2900) pero tiene un 15% de desnutrición frente a menos de un 5% en Cuba9 (sólo en adultos, 0 absoluto en niños, logro por el cual la FAO ha tratado a Cuba como uno de los pioneros en nutrición infantil en el mundo).

En cuanto a la mal llamada “cartilla de racionamiento”, cuyo significado es repartir un número cerrado de alimentos entre toda la población limitando el consumo, en Cuba no existe cosa parecida. Lo que existe es algo diametralmente diferente: una canasta básica de alimentos que va desde el arroz (base alimenticia en Cuba) hasta combustibles de cocina, pescado, carne, huevos, leche etc. Esta canasta básica “regala” una serie de alimentos a todo núcleo familiar dependiendo de sus necesidades y sus requisitos son pertenecer a la comunidad cubana y hacer cola en los almacenes (es decir, ninguno). Al contrario que la cartilla de racionamiento, la canasta básica de alimentos proporciona unos alimentos básicos a toda la población para alejarlos de la desnutrición y a partir de ahí se puede comprar más en cualquier tienda. De hecho un médico cubano que conocí calculó el número de personas que utilizan la cesta sobre el total de la sociedad y lo colocó en el 40%, es decir, la mayoría de la gente no la necesita (hay algunos que la cambiaron por ron).
¿Podemos siquiera pensar la enorme ayuda que representaría para España, donde la malnutrición infantil ronda el 25% y donde los escándalos de niños hambrientos en comedores escolares abundan, esta iniciativa gubernamental que con muchísimo esfuerzo (mucho menor sería en España que es “rica” en alimentos) se da en Cuba? Simplemente no interesa al gobierno español. Cada uno con su “marca” nacional.

Un detalle que me sorprendió de la vestimenta de la gente, a parte del “traje regional” oficial que consiste en una camiseta de tirantes blanca y unos vaqueros cortos, era que los cubanos hombres se cuidan mucho. Me ha pasado varias veces el tratar con alguien vestido con polos “Lacoste” o “Ralph Lauren” mientras que yo llevaba el mencionado traje regional. Adoran adornar su cabeza con gafas costosas y un peinado corto trabajado al milímetro con dibujos extravagantes. En cuanto a las mujeres, su extravagancia se mide con los paisajes y verdaderos lienzos que se pintan en sus uñas. Parece ser que los problemas de higiene han sido sobrepasados hace mucho tiempo.

No obstante, habría fallado rotundamente mi exposición si lo que se entiende de todo esto es que es el paraíso en la Tierra, que Cuba no se puede criticar o que no se cometen errores. Naturalmente, sus gobernadores, desde lo más alto hasta lo más bajo cometen errores y algunos que no se olvidarán. La indisciplina en el trabajo, la rehabilitación de las infraestructuras, la excesiva permisividad con el parasitismo turista, la homofobia y el machismo son los mayores problemas que tiene la Isla, a mi parecer. De lo que trata este texto es de que nos demos cuenta de que a pesar de las increíbles dificultades que ha tenido la isla a lo largo de su historia reciente, ha obtenido unos resultados en todos los niveles (económico, social, ecológico, político, cultural, de cuidados) que no tienen comparación en el resto del mundo. Se trata al fin y al cabo no de eficiencia economicista como se suele escuchar a este lado del Océano Atlántico, sino de eficiencia humanista.

A modo de conclusión podría citar una frase que anunció muy acertadamente un psicólogo zaragozano voluntario que conocí en Sancti Spiritus, Cuba central. Él mismo, que trataba con gente con muchos problemas psicológicos creados aparentemente por las “necesidades” nos explicó que “En Cuba no hay necesidades ni pobreza, lo que hay es falta de dinero.” Se trata, como explicamos líneas arriba, de un diferencial entre las aspiraciones y expectativas de consumo y de nivel de vida propias de una sociedad avanzada tecnológicamente y la realidad de una economía maltratada interior pero sobre todo exteriormente.


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