Según los índices relativos, la economía cubana parecía estar yendo viento en popa, algo que ayudaba al pueblo cubano sentir menos la nueva ocupación que experimentaba.
No obstante, contar, económicamente, con un producto solo, el azúcar, no puede llevar a uno muy lejos.
De hecho, la ilusión eufórica que creó la falta de competición, gracias a la primera guerra mundial, acabó, ya que, después de la guerra, despuntaron otras potencias azucareras.
Eso, en combinación con el crac de 1929, y la revolución comunista de 1917, provocaron agitaciones imprevistas e inauditas. Las tasas de desempleo se dispararon y los pobres, negros en su mayoría (qué sorpresa), encontraron amparo en el ejército. Fue entonces que el partido comunista de Cuba empezó a ganar en popularidad como nunca antes, algo que, claro que no fue un fenómeno exclusivamente cubano.
Por ahí, en 1925, apareció un ex héroe de la resistencia contra los españoles, llamado Gerardo Machado, que, al parecer, se empeñó en empezar otro tipo de resistencia, contra los norteamericanos esa vez.
Intentó varias reformas, como despegar la economía cubana de la obsesión azucarera, o crear una autopista nacional, como alternativa al ferrocarril estadounidense, una telefonía avanzada sin necesidad de operadoras, etc.
Sin embargo, el crac y un huracán demoledor interrumpieron sus sueños, abruptamente, y el ex héroe, que, curiosamente, era un admirador de Mussolini (!!), comenzó a parecerse a él también, para la desilusión del pueblo cubano. Por desgracia, esa no sería la última vez en la historia cubana, que un revolucionario se volvería en dinasta.
Tras la transformación del líder prometedor a dictador, se necesitaba otro revolucionario. Ese fue Ramón Grau San Martín, un médico que, junto a un militar de bajo rango, el indígena Fulgencio Batista, derrocaron a Machado, que buscó refugio en la embajada de EEUU.
Gracias a Batista, un estenógrafo durante interrogaciones de sublevados, que se autoproclamó jefe del ejército, se aplicaron reformas impresionantes, al límite de socialistas. El embajador americano se marchó y ¡la repugnante "Enmienda de Platt" fue revocada en 1934! Entretanto, Grau fue expulsado y, así, Batista alcanzó el último escalón de poder.
Unas de sus reformas fueron el reconocimiento del derecho de las mujeres a votar, el día laboral de 8 horas, la inserción de negros e indígenas en los cuerpos uniformados etc. Grau regresó después del fin de la segunda guerra mundial, pero no importaba mucho, ya que el verdadero líder era Batista.
Grau era una buena persona, pero sin el poder necesario para cambiar las cosas. Me atrevería a decir que el rasgo que vale más la pena comentar es su bigote. Sí su bigote, que era idéntico al de Hitler, y no por casualidad. La vasta mayoría no conoce otro personaje famoso con un bigote así, conque, todos lo tenemos identificado con el fascismo y el totalitarismo.
No obstante, dicho bigote era la "moda" prevaleciente de la clase trabajadora de esa época. Como ya entendemos, Hitler no lo escogió al azar, como siempre se promovía como parte inseparable del pueblo.
Sobra recalcar que EEUU quedó preocupado. ¿Sin embargo, será que, a continuación, encontraron el modo adecuado de convertir al héroe Batista en dictador y títere suyo también? Entretanto, que no olvidemos que estamos hablando de un período bien especial, o sea de la Ley Seca, que estaba vigente en EEUU desde 1919 hasta 1933. Eso generó 2 cosas. La positiva fue la preferencia de los turistas norteamericanos por un paraíso tropical, a dos pasos de Miami, donde podían hacer lo que les diera la gana y, sobre todo beber.
No obstante, los turistas no fueron los únicos que hacían lo que quisieran en el paraíso tropical vecino. La Ley Seca hizo florecer a la mafia, la cual, no tardó en expandirse a una tierra virgen como esa colonia informal de EEUU, de donde empezó un contrabando de licor sin precedente...
Esta es la oportunidad ideal para examinar, de nuevo, la obra de arte de Francis Ford Coppola, "El Padrino ", y, más específicamente, a "El Padrino II".
Al Pacino como Michael Corleone en "El Padrino II"
Los que hayan visto la película, supongo que se acuerdan del encuentro de los mafiosos en la Habana en algún momento, en la década de los '50, un poco antes de la llegada de Castro. Las personas más prominentes de ese encuentro eran Michael Corleone y Hyman Roth.
Roth era el cerebro detrás de todo eso, puesto que había ganado la colaboración y "amistad" de Batista, quien, a su vez, le cedió oportunidades y derechos, impensables en EEUU, junto con blanqueo de dinero de primera clase, por supuesto. Por ejemplo, los mafiosos usaban, a diario, divisas ganadas ilegalmente en EEUU, para comprar, o construir, casinos, hoteles, etc, en Cuba, de modo totalmente legítimo.
El guion de la película era mucho más que, simplemente, una historia ficticia.
Hyman Roth no era otro que el notorio Meyer Lansky, el representante más célebre de la mafia judía de Nueva York, alias conocido como el contable de la mafia.
Un gran amigo suyo era el inspirador y fundador de Las Vegas, el, también judío, Bugsy Siegel que, en la película se encarna a través del personaje de Moe Green. Claro que hay otra película sobre el tema, que relata la biografía real de Siegel, protagonizada por Warren Beatty. En cuanto a Michael Corleone, heredero de la dinastía de su padre Vito, su personaje se basó en una mezcla de Lucky Luciano y Frank Costello.
Digamos que Vito era Frank Costello, ya que tenían muchísimo en común, como el carácter controlado y manipulador, la inteligencia excepcional, el pensamiento organizador y estratégico, hasta la voz ronca, en la cual Marlon Brando basó su interpretación famosa, que permaneció, casi 50 años después, como símbolo de "voz mafiosa". La cosa que tenía en común con Luciano era la posición del "jefe de los jefes", y el hecho que sobrevivió atentados de muerte bien feroces, de ahí el apodo de Luciano, cuyo nombre verdadero era Charly.
Por otro lado, Luciano tenía otra cosa en común con Michael, muy importante también. El hecho que ambos tuvieron que huir a Sicilia para evitar consecuencias graves. Michael temía represalias por los rivales de la familia después del asesinato de Virgil Sollozzo y del capitán policial corrupto Mc Cluskey, que protegía a Sollozzo, y Luciano temía ser detenido por el FBI.
Aquí hay que mencionar que Luciano estaba en la cárcel, cuando el FBI le "hizo una propuesta que no podía rechazar". Luciano, que controlaba los puertos principales de EEUU, ayudaría al Estado que localizara espías nazis y, a cambio, Luciano saldría de la cárcel, bajo la condición de que pasaría el resto de su vida en Sicilia. Sí, el gobierno sabía cómo usar todo para lograr sus objetivos, aún la propia mafia.
Hablando en términos 100% reales ahora, Lansky fue contratado por Batista como asesor, para poner orden en el sistema de juegos de azar en Cuba, ya que, la mayoría de los propietarios de los casinos eran incontrolables hasta el punto de que a los turistas perdían sus ganas de jugar.
Lansky controló el sistema, las ganancias se dispararon, y Lansky y, por supuesto, Batista, incrementaron sus ingresos considerablemente.
Junto con los ingresos, aumentaba la avidez de Batista también, que en algún punto exigió tanto, que obligó a Lansky a advertirle que no debería olvidar quién lo había puesto donde estaba.
Aquí hay que resaltar que su colaboración con la mafia norteamericana lo había liberado de la presión gubernamental de EEUU y le había dado la oportunidad de realizar el golpe de estado de 1952 que le aseguró el poder. Si no fuera por eso, su rival Carlos Prío Socarrás habría arrasado en aquellas elecciones.
A cambio, Batista deportó a los empleados y propietarios de casinos rivales a los de Lansky, como el Sans Souci o La Tropicana, por no cumplir con las reglas que el propio Lansky había establecido, dejando funcionar solo al Montmartre de Lansky, eliminando así la competencia por cuenta de su "amigo".
En ese período las inversiones norteamericanas subieron, de alrededor de 150, a casi 950 millones de dólares y, sobra decir, que todo ese dinero acababa en los bolsillos de políticos y oficiales corruptos de ambos lados, es decir, para la vasta mayoría del pueblo cubano no había cambiado, absolutamente, nada...
Los españoles se fueron... ¿y ahora?