En 1895, la bandera de la revolución fue izada otra vez por el líder más intelectual de nuestra historia. Su nombre era José Martí y era filósofo y poeta.
Mucha gente lo llamaba maestro, ya que, de veras, enseñaba gratis a analfabetos, luchando, a su manera, contra el analfabetismo, que, según él, se entrelazaba inseparablemente con la pobreza y la esclavitud.
Uno de sus poemas más famosos, que fue musicalizado por José Fernández Díaz, es la famosísima " Guantanamera ". En la canción se habla de una mujer que, estando harta de ser maltratada por su marido, decide romper sus grilletes e irse.
Muchos atribuyen al poema una alegoría puramente revolucionaria, ya que la respectiva "mujer maltratada" de la realidad no era otra que Cuba.
Otra parte famosa de sus escritos ha sido la frase " No hay hombre sin patria, ni patria sin libertad." Aquí hay que señalar que se trata de una época bien revolucionaria e independentista, cuyo espíritu se manifestó en varios lugares del mundo, desde la cercana Haití, un país de esclavos que se sublevó contra la colonización francesa, hasta las lejanas Grecia, Serbia, o Bulgaria, que se rebelaron contra la ocupación otomana.
Consignas revolucionarias de ese tipo eran bien populares, como el griego "Mejor una hora de vida libre que 40 años de esclavitud y cárcel", el parecido "Mejor morir de pie que vivir arrodillado" de Emiliano Zapata, "Libertad o muerte", una frase usada por muchos, etc.
Martí organizó la revolución desde su exilio en Miami. Sí, la comunidad expatriada cubana de Miami es mucho más antigua de lo que creemos hoy.
Martí logró asegurar el apoyo, al menos verbal por aquel momento, estadounidense, y unir todos los personajes capaces de liderar la realización de un desafío tan exigente, como la liberación de Cuba del yugo colonizador, una vez por todas.
La revolución se proclamó con el llamado Grito de Baire en boca de Martí, quien, pese a sus esperanzas, no vivió bastante para ver su sueño cumplido.
Por gran autor que fuera, no tenía muchos conocimientos militares, así que fue matado, ya en su primera batalla, de manera heroica, lanzándose hacia los enemigos en su caballo blanco, convirtiéndose así en un mártir mítico.
Ese acto heroico y simbólico inspiró al pueblo, y sus seguidores continuaron la guerra con determinación, algo que obligó a los españoles que mandaran la persona más adecuada para reprimir una revuelta así, al general Valeriano Weyler.
Weyler tenía la fama de persona sin escrúpulos y con incomparable determinación. Se dio cuenta, en seguida, de que debía tomar medidas extremas, como la llamada "táctica de reconcentración". Según esa táctica, prácticamente vació el campo, imponiendo desplazamientos forzosos de al menos 400 mil personas a las grandes ciudades. Los que se negaban a cumplir con las órdenes eran ejecutados en el acto, o encerrados en campos de concentración, en caso de falta de espacio en ciudades, ya sobrepobladas. El segundo paso era arrasar el campo para no dejar ningún tipo de recurso a la disposición de los sublevados. Durante dicho proceso murieron al menos 150 mil personas.
El crimen humanitario, en cuestión, no escapó de la atención del gran vecino. El patriarca de la prensa amarilla, Joseph Pulitzer (sí, fue él que dio su nombre al premio periodístico conocido), sacó provecho del horror provocado por las fuerzas de ocupación, proporcionando la opinión pública americana con imágenes espeluznantes durante al menos 2 años, adentrándola así en un clima bélico, o sea de aceptación y aprobación de una intervención estadounidense.
Al cabo de esos 2 años, en 1898, el presidente William McKinley dio a los españoles un ultimátum, según el cual, EEUU iba a apoyar a los sublevados con armas desarrolladas, empezando con el envío a la Habana de uno de sus buques de guerra más prominente, el acorazado USS Maine, bajo el pretexto de protección de inversiones y propiedades estadounidenses.
Los españoles, por su parte, aunque estaban en una encrucijada bien dura, teniendo plena conciencia de que no podrían afrontar un ejército como el americano, no aguantaban perder una de sus últimas colonias remanentes tras las pérdidas padecidas durante las guerras napoleónicas, así que optaron por pelear, también por miedo de agitaciones en la metrópolis.
Vale la pena subrayar que, dentro de España, ya había disturbios feroces, que habían provocado el destronamiento de Isabela.
Entonces sucedió lo inesperado... o no tan inesperado según mucha gente. De golpe y porrazo, Maine explotó dejando al menos 250 muertos de una tripulación de 400 personas y, al mismo tiempo, dando a EEUU el casus belli que buscaba. Mirando el incidente con ojos de hoy, no podemos evitar compararlo con el de Pearl Harbor.
Muchísima gente habló, acerca de ambos acontecimientos, de provocaciones orquestadas por las agencias secretas de EEUU, a fin de convencer a su opinión pública que no había otra opción que meterse en la guerra con todo. Otros mantuvieron posibilidades diferentes, como la de que accidentes así no eran algo raro en aquella época.
En cualquier caso, EEUU echó la culpa a (qué sorpresa) los españoles y les declaró la guerra en seguida. Qué buenas personas estos estadounidenses...se metieron en una guerra ajena solo para salvar a los débiles e inocentes, ¿no? ¿Qué? ¿¿Será que no lo hicieron por eso??
No sé, pero algunos incrédulos dicen que EEUU ya era una potencia extremamente expansionista, que no perdía ninguna oportunidad de meter las narices en cualquier parte del mundo que pudiera producir ganancias territoriales para ellos.
Como, por ejemplo, las tierras ganadas en detrimento de los indios y los mejicanos, mediante guerras que les permitieron hasta cuadriplicar su territorio. ¿Entonces, qué? ¿Será que declararon la guerra contra España solo porque vieron su debilitación tras las guerras napoleónicas, y las pérdidas seguidas de colonias, que ya habían causado daños irrecuperables a su economía y, por consecuencia, a su poderío militar?
Hmmm... parece que sí. Así resultaron dando la última estocada al imperio español, apropiándose de Cuba, Puerto Rico, el archipiélago de Guam en el Pacífico, las Filipinas, etc.
En cuanto a los casos de las 3 últimas áreas mencionadas, hay que resaltar algo bien interesante. No fueron exactamente conquistadas, sino prácticamente compradas por cuantías escasas, algo que fue implementado en el caso de Alaska también, que fue comprada a Rusia. Los norteamericanos siempre sabían hacer propuestas "beneficiosas" antes de meterse en conflictos armados y derrame de sangre innecesario.
Se trataba de una táctica que conocemos todos los que hemos visto la trilogía "El padrino" de Francis Ford Coppola. Dicha táctica se suele llamar " una propuesta que no se puede rechazar". Dicho sea de paso, no es la última vez que nuestra historia nos recuerda al Padrino...un poco de paciencia y ya nos enteraremos del cómo y del por qué...; sea como fuere, EEUU entraba en el siglo XX como superpotencia global, y pobre Cuba, por otro lado, simplemente cambiaba de dinasta, justo en el momento que, casi creyó que había ganado su ansiada independencia...
Cuba: desde el descubrimiento hasta la "independencia"