Por Liober Rodríguez. Desde niño con mucha inocencia, con pocos conocimientos, con dudas, y con solo el pensamiento de jugar... decimos a viva voz en la escuela. ¡Seremos como el Che! En realidad no se sabe hasta que no maduramos como es ser como el Che. Es difícil repetir algo que no se puede alcanzar, que es un sueño llegar a solo unos pasos de sus valores extraordinarios, de su ejemplo de hombre, su convicción de ideas. El Che es el ideal más valioso que pueda tener un revolucionario.
¡Che era un maestro de la guerra, Che era un artista de la lucha guerrillera! Che era un insuperable soldado; Che era un insuperable jefe; Che era, desde el punto militar, un hombre extraordinariamente capaz... ¡Che era un maestro de la guerra, Che era un artista de la lucha guerrillera! Y lo demostró infinidad de veces. Es que en Che no solo admiramos al guerrero, al hombre capaz de grandes proezas. Y lo que él hizo, y lo que él estaba haciendo, ese hecho en sí mismo de enfrentarse solo con un puñado de hombres a todo un ejército oligárquico, instruido por los asesores yankis suministrados por el imperialismo yanki, apoyado por las oligarquías de todos los países vecinos, ese hecho en sí mismo constituye una proeza extraordinaria. Che reunía, en su extraordinaria personalidad, virtudes que rara vez aparecen juntas. El descolló como hombre de acción insuperable, pero Che no solo era un hombre de acción insuperable: Che era un hombre de pensamiento profundo, de inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura. Es decir que reunía en su persona al hombre de ideas y al hombre de acción. ¡Constituyó un verdadero ejemplo de virtudes revolucionarias! ¡Era un hombre extraordinariamente humano, extraordinariamente sensible! Trabajador infatigable, en los años que estuvo al servicio de nuestra patria no conoció un solo día de descanso. Su inteligencia multifacética era capaz de emprender con el máximo de seguridad cualquier tarea en cualquier orden, en cualquier sentido. ¡Y para él no hubo días de descanso, para él no hubo horas de descanso! era un estudioso de todos los problemas, era un lector infatigable. Su sed de abarcar conocimientos humanos era prácticamente insaciable, y las horas que le arrebataba al sueño las dedicaba al estudio; y los días reglamentarios de descanso los dedicaba al trabajo voluntario. Y como revolucionario, como revolucionario comunista, verdaderamente comunista, tenía una infinita fe en los valores morales, tenía una infinita fe en la conciencia de los hombres. Y debemos decir que en su concepción vio con absoluta claridad en los resortes morales la palanca fundamental de la construcción del comunismo en la sociedad humana. Nosotros tenemos idea de la dimensión de la pérdida para el movimiento revolucionario. Pero, sin embargo, ahí es donde está el lado débil del enemigo imperialista: creer que con el hombre físico ha liquidado su pensamiento, creer que con el hombre físico ha liquidado sus ideas, creer que con el hombre físico ha liquidado sus virtudes, creer que con el hombre físico ha liquidado su ejemplo. Y lo creen de manera tan impúdica que no vacilan en publicar, como la cosa más natural del mundo, las circunstancias casi universalmente ya aceptadas en que lo ultimaron después de haber sido herido gravemente en combate. No han reparado siquiera en la repugnancia del procedimiento, Y han divulgado como derecho de los esbirros, el disparar contra un combatiente revolucionario gravemente herido. Y lo peor es que explican además por qué lo hicieron, alegando que habría sido tremendo el proceso en que hubiesen tenido que juzgar al Che, alegando que habría sido imposible sentar en el banquillo de un tribunal a semejante revolucionario. Y no solo eso, sino que además no han vacilado en hacer desaparecer sus restos. Y sea verdad o sea mentira, es el hecho que anuncian haber incinerado su cadáver, con lo cual empiezan a demostrar su miedo, con lo cual empiezan a demostrar que no están tan convencidos de que liquidando la vida física del combatiente liquidan sus ideas y liquidan su ejemplo.
Che no cayó defendiendo otra causa que la causa de los pobres y de los humildes de esta Tierra. Y la forma ejemplar y el desinterés con que defendió esa causa no osan siquiera discutirlo sus más encarnizados enemigos. Y ante la historia, los hombres que actúan como él, los hombres que lo hacen todo y lo dan todo por la causa de los humildes, cada día que pasa se agigantan, cada día que pasa se adentran más profundamente en el corazón de los pueblos. Y esto ya lo empiezan a percibir los enemigos imperialistas, y no tardarán en comprobar que su muerte será a la larga como una semilla de donde surgirán muchos hombres decididos a emularlo, muchos hombres decididos a seguir su ejemplo. Y nosotros estamos absolutamente convencidos de que la causa revolucionaria en este continente se repondrá del golpe, que la causa revolucionaria en este continente no será derrotada por ese golpe.
Nos dejó su pensamiento revolucionario, nos dejó sus virtudes revolucionarias, nos dejó su carácter, su voluntad, su tenacidad, su espíritu de trabajo. En una palabra, ¡nos dejó su ejemplo! ¡Y el ejemplo del Che debe ser un modelo para nuestro pueblo, el ejemplo del Che debe ser el modelo ideal para nuestro pueblo!Y no dudamos que el valor de sus ideas, de sus ideas tanto como hombre de acción, como hombre de pensamiento, como hombre de acrisoladas virtudes morales, como hombre de insuperable sensibilidad humana, como hombre de conducta intachable, tienen y tendrán un valor universal.*
*Fragmentos del discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Rúz, en la velada solemne en memoria del Comandante Ernesto Che Guevara, en la plaza de la Revolución, el 18 de octubre de 1967.
Acerca de Liober Rodríguez
Diseñador y Bloguero, Artista de la plástica. Actualmente trabajo en la Universidad de Ciencias Pedagógicas de Granma.
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