SC. Cuando yo me iba, por la zona del manglar, en Manzanillo, no te imaginas lo duro que fue. Los mosquitos te comían vivo, te levantaban en peso, terrible compay... Imagínate que hacía días que estábamos allí esperando la embarcación.
Pero nada, fueron unos días del carajo. Comiendo lo que llevamos, estuvimos tres días tomando poca, ¿tú crees que así íbamos a sobrevivir? Yo quería comprar un arma, pero mi primo no quiso de ninguna manera, me la vendían en 600 pesos cubanos, una ganga...
Había que prever las cosas, tu sabes las cuantas historias que existen en el mar, que hay gente que se han comido uno a otros...
La policía ni se aparece por esta zona, quien iba a pensar donde estamos, además esto ya está pagao. ¿Sobrevivir? Si, sin temor, no le cogí miedo, había dos mujeres, una, la mujer de mi primo. Y si quiero irme, estoy loco por irme, pero con gente que conozca, con alguien que pueda confiar...
El día que llego la lancha, estábamos todos agachados, era como las cuatro de la madrugada. Nos hacen la seña con una linterna. A última hora me arrepentí, le dije a mi primo, oye mi piro... él se queda mirándome y me dice: tú estás loco asere, no me hagas esta mierda ahora... no compadre que ya no quiero irme, no ahora. Antes de que pensaran que era un chivato... cogí a esa hora por todo el manglar. Unos zapatos nuevos lo eche a perder...
Nada ahora me arrepiento, mi primo la que paso fue de madre. Por poco mueren, Me dolió que él se fuera solo con la mujer. Pero que yo iba hacer, no quise irme con la gente que iban allí...
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