La historia nos demuestra que Cuba nunca ha sido libre. De forma más severa o más moderada, los cubanos han vivido toda su historia bajo el mando de un único grupo. En primer lugar sufrieron el colonialismo español desde la llegada de Cristobal Colón a América hasta la Guerra de Cuba (1895-1898), más tarde estuvo bajo el dominio del imperialismo norteamericano hasta 1902 oficialmente, y de facto, a través de dictaduras satélite, hasta 1959. Durante los últimos años de la dictadura de Fulgencio Batista, se creó un grupo revolucionario liderado por Fidel Castro y que en 1959 se hizo con el poder en Cuba, y así hasta hoy.
Después de más de cincuenta años de dictadura comunista en Cuba, la situación del país es desastrosa. Cuba es uno de los países con menos libertad de expresión de toda América. El estado tiene un control absoluto en todos los aspectos. En Cuba no hay lugar para los opositores, que son encarcelados por no cantar al son de la demagógica cantinela orquestada por Fidel Castro y el recuerdo indeleble del Che. Resulta hipócrita que, al grito de viva Cuba, estén protagonizando la dictadura más sangrienta y longeva de toda Latinoamérica. Guantánamo no es el único lugar de Cuba en el que se tortura. Uno de los últimos casos de terrorismo de estado en Cuba es el de Orlando Zapata, pero no menos preocupante es la situación de Fariñas, que lleva ya varias semanas en huelga de hambre en protesta contra el régimen castrista.
Con una bajísima renta per cápita, Cuba se mantiene fiel a la tradición de las dictaduras comunistas: todos tenéis lo mismo, es decir, nada, y nosotros, la clase dirigente y revolucionaria, nos lo llevamos todo. En Cuba no existen problemas de desempleo, es más, algunos ciudadanos tienen varios trabajos porque con el mísero sueldo que tienen no les llega para vivir. Hablar de servicio público en Cuba significa esperar largas colas en frente del supermercado para conseguir una barra de pan.
Ante esta situación de liberticidio, la Comunidad Internacional ha manifestado en numerosas ocasiones su profundo rechazo hacia la dictadura, sin ir más lejos, el otro día se firmó en el Parlamento Europeo una nota conjunta en la que se condenaba a Cuba por la muerte de Zapata. No obstante, España es diferente y el señor Moratinos considera que la vía adecuada para conseguir la libertad en Cuba es el diálogo. Yo le preguntaría que cómo se convence a un dictador para que se convierta en un demócrata, porque, si Moratinos es capaz de conseguirlo, creo que lo deberíamos nombrar Presidente del Gobierno. Con los pies en la tierra, creo que derrocar a los Castro sólo se podrá hacer mediante la fuerza, aunque no me gustaría que los cubanos sufrieran una invasión militar, la verdad. Es una responsabilidad casi moral para los españoles apoyar a los cubanos como compatriotas nuestros que una vez fueron y como compartidores de la sangre española.
La dictadura de Fidel Castro dio el pistoletazo de salida a una serie de dictaduras que se han ido expandiendo en los últimos veinte años por toda América Latina. El charlatán de Hugo Chávez en Venezuela, los dudosos demócratas Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragüa o Rafael Correa en Ecuador, además de los Kirchner en Argentina, otrora próspera. Todos ellos triunfan de una manera especial en los barrios pobres, ya que siguen la estrategia propagandística de votar por el socialismo si eres pobre.
Todos estos políticos corruptos son los que mantienen a Latinoamérica sumida en la miseria, y mientras estos países no alcancen la democracia plena y sin pucherazos, seguirán cayendo en picado. Como ejemplo de que se puede lograr, tenemos el claro ejemplo de Costa Rica, con más de 70 años de democracia.