Por: Valia Márquinez Sam Conservar el eclecticismo de la arquitectura manzanillera, ha sido un empeño harto difícil. Las huellas del tiempo, el mal manejo por décadas del centro histórico urbano y la ausencia de una institución rectora encargada de labores de restauración calaron, dolorosamente, en muchas de las edificaciones.
El encargo mismo de la Oficina Municipal de Monumentos y Sitios Históricos, Patrimonio Cultural, hizo que arquitectos e ingenieros de la construcción asesoraran, diseñaran y hasta ejecutaran acciones para evitar el colapso de un ambiente urbanístico auténtico.
SALVANDO EL PATRIMONIOLos primeros intentos de preservación llegan a la memoria de José Antonio Matilla, Director de dicha institución y "fueron en el año 1998 cuando creamos un equipo que presentó la necesidad de formar a nuevos molduristas, teniendo en cuenta que el eclecticismo de la ciudad fue conservado gracias al perfeccionamiento de ese oficio que durante todo el siglo XX cobró auge.
Luego se hace un proyecto, vinculado al Politécnico Industrial Jesús Menéndez Larrondo, con sede en la costera localidad, y comienzan los estudiantes a realizar algunas prácticas en empresas constructoras con los arquitectos Damián García y Acacia Sam, al frente. En el año 2000 surgen dos brigadas de restauración con cerca de 70 operarios, se hace la Oficina de Monumentos y se crea el Taller para la restauración de piezas arquitectónicas"
La buena intención no solo hizo renacer la antigua labor sino se inicia la formación integral de los nuevos "artesanos de la construcción" al conceder cursos relacionados con la apreciación de las artes visuales, historia de la arquitectura junto a otros temas necesarios que fueron surgiendo y sensibilizando a los cursistas.
Con los conocimientos llegó la experiencia al comenzar las intervenciones en el casco histórico urbano como es el caso de la recuperación del otrora Círculo Manzanillo, hoy sede de la Casa de los Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC).
Otras edificaciones con valores patrimoniales retomaron su esplendor de antaño y así ocurrió con de la sede del Telecentro Golfovisión, el Centro Multiservicios de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA), los corredores del Parque Céspedes de la calle Merchán, la torre de la sede de la Asamblea Municipal del Poder Popular y las Casas de Cultura Municipal y la Trova, entre otras.
Los restauradores intervinieron, además, el Museo de Luchas Obreras, único de su tipo en el país, el de la comunidad de Troya y el del Parque Nacional La Demajagua, ambientes muy bien conservados y admirados por los visitantes.
Estos hombres llegaron a traspolar imágenes y así dieron vida a la fachada del actual Bodegón Pinilla, inspirada en la centenaria fábrica, respetando los códigos ecléticos del entorno urbanístico.
La labor de estos imprescindibles artistas de la construcción llegó a otros predios de la provincia Granma pero su punto culminante estuvo en la ciudad que les dio vida con los trabajos a la Glorieta Morisca por la que recibieran en tres oportunidades premios de restauración y conservación.
DIVORCIO FORZADO
En once años la ciudad rescató joyas patrimoniales, pero pasado ese tiempo, la salud de capiteles, ménsulas, balaustres y plafones comenzó a quebrantarse al no tener más a los conservadores por el divorcio forzado de las brigadas de restauradores y patrimonio cultural.
Rafael Riverón Vázquez, moldurista, recuerda ese instante cuando los sueños de conservar el estilo ecléctico de la urbe se apagaron.
"Patrimonio desaparece como fuerza constructora y los obreros quedamos como último reducto porque el oficio que nosotros ejercemos como molduristas no tuvo cabida en ninguna empresa de la construcción"
PRESENTE DE LOS MOLDURISTAS
Algunos restauradores y una fuerza incorporada después, se mantienen laborando y completan una nómina de cinco hombres quienes conservan el oficio de una manera atípica hace cinco años, según cuenta el propio Rafael.
"Los que mandan a hacer un trabajo ellos traen los materiales, incluidas empresas del territorio, y nosotros le hacemos la producción sin cobrarle un centavo porque no tenemos estatus legal para hacerlo. Por conservar el local y nuestro trabajo seguimos aquí respondiendo a los encargos del gobierno y con las materiales sobrantes hacemos las piezas para comercializar y buscarnos un salario"
En el taller yace conservado el archivo de moldes con el cual intentan preservar un oficio único en toda la región y que solo precisa de un local pues el actual debe ser entregado para un cambio de uso.
"Han quedado de buscarnos un espacio - apunta Riverón- pero hasta el momento no hay definición. Quisiéramos que este oficio se mantuviera, tiene futuro, perspectiva y es necesario en este pueblo"
¿COLAPSO ECLÉCTICO?
En un contexto económico que ha dado apertura a la actividad por cuenta propia y a otras formas de gestión no estatal bien pudiera valorarse la inserción de esta brigada en alguna de esas modalidades por el estado actual del patrimonio arquitectónico, la utilización de estas piezas en las actuales edificaciones y por constituir una nueva fuente de empleos en Manzanillo.
Borrar la historia del taller artístico de la construcción y los molduristas sería el colapso del eclecticismo en la urbe y con ello Manzanillo perdería el patrimonio arquitectónico que la ha distinguido por más de dos siglos.
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