Recientemente he leído varios artículos que tratan de responder a la pregunta de si existe una transición en Cuba y si el gobierno está en camino de realizar cambios en Cuba. Pero primero definamos que cosa es una transición. Transición, del latín “trānsitiō”, es el cambio, traspaso o evolución progresiva de un estado a otro. Todas las áreas o sectores de un país pueden cambiar o evolucionar de un estado a otro, y el hecho de que un sector cambie no implica que otro cambie también.
Podría hablarse de una transición económica, de una transición legal, de una transición política, de una transición de la educación, etc. Pero una transición implica pasar de un estado inicial conocido (el actual) a un estado final que el gobierno o responsable de la transición debe definir. Hay que saber a dónde queremos llegar, y si no se sabe, se puede hablar de cambios pero no de transición. En términos generales, en Cuba ha habido y siguen habiendo algunos cambios, pero en Cuba no está planteada una transición.
En el aspecto económico indudablemente ha habido cambios, pero no hay una idea clara y divulgada de hacia dónde se quiere llegar con esos cambios. No sabemos si lo que el gobierno desea es disminuir la cantidad de gente empleada por el estado, o deshacerse de empresas o actividades que no le producen, o si desea llegar a establecer una economía moderna, con los medios de producción en manos privadas con una economía de mercado que establezca los precios en base a la ley de la oferta y la demanda.
Por eso hablamos de que los cambios hasta ahora han sido excesivamente tímidos y que desearíamos que hubiese una transición hacia una economía de libre mercado donde la gran mayoría de las actividades estuviesen en manos de un sector privado cubano, pero hasta ahora, esa transición no existe. Los límites para el sector privado están excesivamente restringidos, aunque en algunos casos se ha “invadido” áreas no autorizadas y el gobierno lo ha tolerado, pero tolerar algo no permitido no proporciona ningún marco legal estable.
Con un par de pequeñas excepciones, los cambios que ha introducido el gobierno castrista se han limitado al sector económico y a pesar de ser raquíticos, le han dado una nueva fisonomía a la nación. Se imaginan que pasaría si los mismos se aceleraran.
Pero en el aspecto político no ha habido el más mínimo cambio. El gobierno sigue controlando la vida de los ciudadanos, y no permite cuestionamientos. No se asoma el más mínimo gesto de apertura. El Castrismo desea conservar el poder para sí mismo y no compartirlo con nadie y mientras esta situación persista, esto será un freno para cualquier otro cambio. Los derechos humanos siguen siendo pisoteados y la actividad de los disidentes y opositores es limitada e impedida. El gobierno revolucionario sigue gobernando a palos.
Por eso el otro día, el Washington Post le decía a Obama que le recordara a Raúl Castro que él también tenía que hacer cambios. Pero no es cuestión de recordarle ya que él lo sabe, lo que pasa es que la revolución está cayendo en una parálisis por temor, ya que cada cambio que introduzcan es un paso hacia su desaparición. Cualquier cambio empodera al pueblo y ese poder que adquiere el pueblo lo pierde la revolución y Raúl Castro se niega a compartir el poder y mucho menos a perderlo.
Por eso estoy seguro de que con Raúl Castro en el poder no habrá cambios políticos. Sin embargo, el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos y el relajamiento de las restricciones al embargo han creado expectativas en los cubanos y aunque podrá haber una pequeña mejora económica, nunca se acercará a las expectativas que se han generado y eso generará una tensión social.
En el pasado, cada vez que la presión social subía, la válvula de escape era la inmigración. El gobierno facilitaba que la gente se pudiera ir a Estados Unidos pero esa opción cada vez está más limitada, sobre todo si se modifica o elimina la Ley de Ajuste Cubano. Entonces el gobierno cubano se verá obligado a contener la presión o a liberarla internamente.
Contenerla implica aumentar la represión, pero es difícil porque se estaría hablando de mucha gente, aparte de que la represión ya está a un nivel altísimo. Aparte, la expansión del Internet y los teléfonos inteligentes no le permiten al gobierno hacer las cosas sin que nadie se entere. Por eso, aunque la represión aumente, no será la solución y el gobierno tendrá que optar por liberar la presión y la única forma de hacerlo será introduciendo cambios que inicialmente serán económicos pero que a la larga tendrán que llegar a otras áreas.
Las mejoras económicas, si las vemos a la luz de los principios psicológicos de Abraham Maslow o Frederick Herzberg, llevarán más adelante a que el pueblo busque cambios en esferas sociales y políticas y en ese momento es cuando el muro totalitario comenzará a romperse. No será un proceso rápido pero sin duda será un proceso inexorable. Cuando la Biología acabe de hacer su trabajo y el poder pase a una generación nacida después de la revolución, los cambios pueden acelerarse.
El sucesor tendrá que ganarse al pueblo para lograr aceptación y para ello tendrá que hacer cambios y los cambios a la larga irán empoderando al pueblo. En ese momento podemos esperar que el gobierno desee controlar ese empoderamiento y plantee cambios dentro de una transición regulada y organizada.
Los dirigentes saben que ese empoderamiento lleva implícito el riesgo de llegar a perder el poder y por eso se aferran al concepto de partido único y se niegan a considerar el pluralismo. No desean ser retados porque saben que pueden perder. Es más saben que lo más probable es que perderían porque después de 5 décadas la lógica dice que el pueblo desearía probar otra cosa.
Pero por ahora. Tenemos que seguir presionando al gobierno para que realice concesiones. Será un trabajo arduo pero servirá para preparar el camino hacia un futuro, que tarde o temprano nos traerá la libertad.