Unos calcetines deportivos cuelgan de un mini tenderete circular frente a los ventanucos de un destartalado apartamento situado en un bajo a pie de calle. Allí sobrevive Kim Ki-taek, sin trabajo y sin un duro, junto a su mujer, que le apoya en lo que puede, su veinteañera y cínica primogénita y su hijo universitario. Se dedican a chupar el wi-fi de los vecinos y a montar cajas para una pequeña pizzería a la que le intentan colar incluso las defectuosas. Se aprovechan hasta de la fumigación del callejón, a costa de su propia salud, para eliminar las enormes cucarachas que pululan a sus anchas por el salón. La oportunidad surge cuando un amigo del benjamín le ofrece sustituirle como profesor de inglés de la hija de un adinerado ejecutivo. En la mejor tradición de la picaresca, y haciendo honor a sus insectiles invasores, intentará colar a cada miembro de su desempleada parentela como trabajador en aquel espectacular chalet.
Lo mejor es no hacer planes, si no haces planes nada te puede fallar, le dice el desmotivado padre a su chaval, aludiendo a que, en una situación apurada, prefiere improvisar a que no se cumplan las expectativas de lo inicialmente previsto. La perfección definitivamente resulta tediosa. Si todo sale según lo esperado, qué aburrido. ¿Qué sucede cuando las cosas se empiezan a torcer y aparece lo inesperado? Este guion explota la aparición azarosa de elementos que propician un cambio de registro, se atreve con la convivencia de géneros como la comedia y el thriller, otorgando gran importancia al suspense, e incluso se aventura con una última vuelta de tuerca (no apta para corazones sensibles) en la traca final, amén de cuestionar la posible empatía que podamos sentir por la familia protagonista.
Si sobre el papel, solamente mirando el texto parido por la retorcida imaginación de Bong Joon-ho y Jin Won Han, tenemos material realmente explosivo, su puesta en escena (por el primero de ellos) y la elección de elementos técnicos utilizados para plasmarlo sobre la pantalla elevan más si cabe la calidad y originalidad de un trabajo que, con todo merecimiento, se hizo con la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes. El uso del formato panorámico, que aprovecha cada centímetro del encuadre, se enriquece de una fotografía luminosa, un exquisito gusto por la composición y la elegancia de movimientos de cámara suaves y certeros para retratar la modernidad y el minimalismo del decorado principal, esa fastuosa joya arquitectónica que se convierte en un personaje más de esta historia en contraposición con la precaria vivienda de este clan de aprovechados.Si a esta inspirada parte visual y al excelente libreto, trufado de portentosos giros que nos deparan una sorpresa tras otra y que se las apaña para cambiar el tono sin desentonar, le sumamos un atinado uso del sonido, muy trabajado, en combinación con una partitura que juega con el piano, la percusión y lo sinfónico para generar tensión dramática, la propuesta, en términos cinematográficos, no podría ser más estimulante.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos
Copyright imágenes © Barunson E&A, TMS Entertainment, CJ Entertainment. Cortesía de La Aventura. Reservados todos los derechos.
Parásitos
Dirección: Bong Joon-ho
Guion: Bong Joon-ho y Jin Won Han
Intérpretes: Kang-ho Song, Yeo-jeong Yo, So-dam Park
Música: Jaeil Jung
Fotografía: Kyung-pyo Hong
Montaje: Jinmo Yang
Duración: 132 min.
Corea del Sur, 2019
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