Revista Cultura y Ocio

Cuenca, un paseo casi urbanita por sus dos hoces

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
Nos detenemos. Cuenca nos vuelve a llamar. Estábamos tan ávidos por conocer su casco histórico que no vimos el encanto natural que tenían sus dos paseos por las hoces.

Cuenca, un paseo casi urbanita por sus dos hocesFuimos testigos de las casas apiñadas en su atalaya de intensos colores algunas y con gran diversidad de alturas; otras, sin, embargo, lucían bellas fachadas de piedra con balcones de madera y bonita forja.

Nos sorprendió tanto la gran cantidad de campanarios y torres que pugnaban por destacar entre los tejados, que quisimos conocer el casco histórico de Cuenca sin darnos cuenta que fue construida de forma tan irregular, porque la naturaleza así lo quiso. Abrazada a sus dos hoces, bien merece la pena pasear al lado de sus ríos, entre vegetación de ribera y un romántico camino que nos muestra otra perspectiva diferente de la ciudad. ¿Recuerdas el paseo fluvial deAlbarracín? Pues con estos dos recorridos ocurre lo mismo.


Cuenca, un paseo casi urbanita por sus dos hoces


Un paseo por la hoz del Huécar al lado del río y con unas curvas que van perfilando el entramado urbano de Cuenca bien merece nuestro tiempo sosegado. Porque las prisas nunca son buenas. Y si viajamos a un lugar deseosos de conocer y fotografiar todo, es posible que tiempo después,  descubramos que hemos dejado rincones por visitar que nos hubieran gustado más que aquellos que vimos.Retomamos nuestro paseo en el casco histórico de Cuenca desde la iglesia del Salvador que fue construida en el siglo XIX y se convirtió en una de las parroquias más importantes de la ciudad. Por cierto, desde aquí salen algunas de las procesiones de la Semana Santa. Un edificio religioso con mezcla de estilos arquitectónicos. Lo que más sorprende es su característica torre que, según dicen, es una de las que resaltan desde la lejanía y se reconoce enseguida.


Cuenca, un paseo casi urbanita por sus dos hoces

Cuenca, un paseo casi urbanita por sus dos hoces

Otros de los edificios que nos vamos a encontrar es el Almudí. A lo largo de su historia ha sido almacén, hospital, museo, gimnasio y sede de música. Fue cárcel después de la Guerra Civil. En su fachada lucen tres escudos heráldicos: España, Cuenca y otro que se desconoce su origen.Aquí, en este barrio del Salvador se encuentran dos de las calles con más esencia de Cuenca. Por ellas vamos a  pasar buscando el paseo del Huécar. La calle de la Moneda es un callejón estrecho repleto de ventanas con rejas. Forjados de hierro que protagonizaron una de las leyendas de Cuenca.


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Porque cuentan que vivían en esta calle un caballero cristiano y una muchacha judía cuyas casas se enfrentaban. Los dos enamorados pasaban sus noches hablando entre los barrotes de las rejas. Y dicen que, milagrosamente, la calle comenzó a estrecharse hasta que los dos enamorados pudieron besarse.

Cuenca, un paseo casi urbanita por sus dos hoces
La otra con solera y al lado del Huécar, es la calle de los Tintes. Fue llamada así porque aquí vivían los artesanos que se dedicaban a crear, con mezclas naturales, los colores que teñían las lanas que dieron renombre a Cuenca.

Bajamos por las escalerillas del Gallo que cruzan la canalización del río…Giramos a la izquierda y comenzamos a bordear la ciudad. Un paseo, el del Huécar, que resulta un deleite para los sentidos.


Cuenca, un paseo casi urbanita por sus dos hoces

Este camino nos va llevando por diferentes barrios que vamos a contemplar acompañados por el rumor del río. Sus casas que surgen desde la misma montaña asomadas al cortado; algunos lienzos de muralla adosados a los muros de los edificios. Multitud de torres y de algunos cubos que sobresalen de las fachadas y que le imprimen ese carácter medieval a Cuenca. Incluso pasaremos por un refugio de la Guerra Civil que está tapiado.


Cuenca, un paseo casi urbanita por sus dos hoces


Cuando se construyó esta canalización, debido a las constantes avenidas del río Huécar, la hicieron de hormigón. Algo ha cambiado y lo ha hecho para nuestro disfrute más nostálgico. Ahora es un un paseo de piedra pintado de musgo… Junto al frescor del agua y la calidez de los rayos de sol.


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El camino se divide en dos. Vamos a girar hacia la derecha para poder experimentar la visión de las Casas Colgadas desde bajo, desde el precipicio al que asoman. Y las miramos desde diferentes ángulos. Sorprendente como desafían a la gravedad sus balcones, allí, tendidos hacia la nada.


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Y ese puente de hierro rojo y madera que une los dos cauces del río. Nos llama la atención el material con el que está construido en Puente de San Pablo. Debió ser muy hermoso en su origen porque era de piedra caliza. Pero una de las crecidas del río lo destruyó.


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Un puente por el que vamos a andar parándonos a cada paso porque según avancemos y nos giremos vamos a ver  entornos naturales de gran belleza una perspectiva de la ciudad que no hay que perderse. Un camino por encima del Huécar que nos lleva al Parador Nacional de Cuenca y a una pequeña iglesia al lado de la hoz.


Cuenca, un paseo casi urbanita por sus dos hoces


Retomamos nuestro camino para subir por el callejón de las Casas Colgadas hacia la plaza de Ronda. Buscamos hacia la derecha la entrada de la ciudad, antaño, donde aún se conserva el Arco Bezudo, un resto de muralla y el torreón. Por cierto, el edificio tan sombrío que tenemos a nuestra izquierda fue cárcel del Tribunal de la Inquisición.


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Ahora, buscamos la hoz del Júcar recorriendo calles con iglesias, conventos y casas nobiliarias. La bajada hacia la ermita de las Angustias es espectacular y… ¡legendaria! Parece de cuento este rincón tan hermoso dentro del mismo casco histórico de la ciudad. Pero sí, existe y lo disfrutamos bajando sus escalones que se retuercen envueltos entre la humedad de la vegetación y unas marcas sorprendentes realizadas en las piedras.

Cuenca, un paseo casi urbanita por sus dos hoces

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Y allí, en frente, al otro lado de la hoz del Júcar, ¡unos ojos que nos miran! Curiosa imagen que aparece en la montaña. Un artista aprovechó dos de sus cavidades para pintar unos grandes ojos verdes.


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Cuenca enamora, una y otra vez. Ciudad que supo fusionar su naturaleza tan peculiar a su historia y tradición. Por eso, nuestra Cuenca fue declarada Patrimonio de la Humanidad. Y solo recorriendo cada rincón de su Historia y leyendas, entenderemos por qué.


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