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Cuento. De cómo Pascualito aprendió a leer

Publicado el 16 septiembre 2013 por Angeles
(Dedicado a JuanRa)
A Pascualito le gustaba mucho observar a su padre mientras este trabajaba. El niño no sabía leer todavía pero ya sabía que aquello que su padre hacía con tanto esmero y a lo que dedicaba tanto tiempo se llamaba escribir. Y sabía que lo que escribía se llamaba frases y que las frases se formaban con palabras y que las palabras se hacían con letras. Incluso sabía que algunas letras eran palabras por sí solas.
Todo aquello le parecía fascinante y le hacía sentir mucha curiosidad. Y podía pasar horas enteras allí, sentado junto a su padre, mirando con la boca abierta cómo con los movimientos de la mano se iban llenando de palabras y frases aquellas superficies que al principio estaban en blanco, lisas, vacías. -¿Qué dice aquí, papá? –preguntó un día por primera vez. -Esa es una palabra muy difícil, hijo –decía el padre-. Hay que empezar con otras más fáciles. Mira, ¿ves esta? Ahí dice no. -No –repitió Pascualito, fijándose muy bien en la forma de las letras-. ¿Y aquí? –volvió a preguntar, poniendo el dedo encima de otra palabra que le pareció sencilla. -Ahí dice tu.Poco tiempo después Pascualito ya había aprendido a leer todas las palabras fáciles y,  sentado en las rodillas de su padre, iba señalándolas con el dedo y recitaba sin titubear: -Mi, la, te, unEra tal el interés que Pascualito mostraba por aquello de las palabras que hasta su padre, que sabía lo listo que era, estaba sorprendido de lo rápido que aprendía. Pues lo cierto es que al cabo de unos pocos días más ya leía palabras que ningún otro niño tan pequeño sabría leer. -¿Qué dice aquí, Pascualito? –preguntaba el padre.Nunca! –exclamaba el niño con gran satisfacción. -Exacto. ¿Y aquí? -¿Sueño? –respondía dudoso cuando las palabras eran “de las difíciles”.Cuando acababa el verano Pascualito ya sabía leer con soltura las palabras largas, incluso las más difíciles.  -Papá –dijo en una ocasión-, aquí dice amada  y aquí querida. -Así es, hijo. -Y aquí dice olvida. Y aquí hombre. -¡Muy bien, Pascualito! ¿Y sabrías leer toda esta línea? -…siem… pre… en mi… recu…erdo. -Fantástico, hijo. ¿Y sabrías leer esta también? Si no te sale bien no pasa nada, que esta es complicada. Pero Pascualito, ensayando primero para sus adentros, leyó después de corrido: -...te llevo en mi corazón.  Entonces Pascualito, entusiasmado,  se levantó de un salto y,  correteando por el taller, fue leyendo con alborozo: "¡Tu familia no te olvida! ¡Amada madre y esposa! ¡Descansa en paz! ¡Duerme el sueño eterno! ¡Aquí yace un hombre bueno!...", señalando  una lápida tras otra sin apenas detenerse.  Cuento. De cómo Pascualito aprendió a leer  

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