Hoy quiero hablar de las personas mayores, de las que con 60 años o más, y sin necesidad real ya de embarcarse en los mundos digitales, ¡ni puñetera falta que les hace!, se animan “a eso de internet” como me suelen decir en los cursos. Cuando vienen todos tienen varias cosas en común: verdaderas ganas de aprender, paciencia, no saben nada de ordenadores (algunos no han encendido uno en su vida) y un objetivo muy concreto. Aprender, paciencia y un objetivo es mucho más de lo que parece.
Como Andrés, que quería comprar entradas para ver los toros, el teatro y otros espectáculos por medio de internet en lugar de hacer cola en la taquilla cuando iba a Zaragoza, Valencia o Madrid. Le costó más de un mes aprender pero lo logró. Ahora disfruta de mejores entradas que antes, las compra cómodamente desde casa y ve lo que realmente quiere, sin estar supeditado a lo que queda en taquilla el último día. De paso, presume ante sus amigos en el bar cuanto juega el guiñote.
Andrés nos enseña que la tercera edad sí que gasta por internet, un segmento que tiene dinero para consumir, y que además aumenta de forma constante. De hecho, una generación que se defiende razonablemente bien en internet tiene pie y medio en esta franja de edad, así que el mito de que los viejos no comprarán por internet se va a quedar en eso, en una leyenda urbana. En menos tiempo de lo pensado, señores tenderos, muchos “viejecitos” gastarán por internet. Tiempo en casa, más horas para formarme, más dinero, más ordenador: igual a consumo digital.
Ana lo que quería era “hablar con su nieto como en las películas, usando el ordenador”, es decir, por medio de Skype comunicarse con él ya que estaba en Boston con una beca Erasmus. Ya lo hacía con la ayuda de familiares, pero ella quería ser autosuficiente, no depender de su hija o de otras nietas para poder comunicarse con el nieto “emigrado” a Estados Unidos. Jamás olvidaré el día que logró conectar desde clase con Boston y apareció su “niño” como Ana le llamaba. Lloró ella y media clase.
Enseñanza de Ana a las operadoras de telefonía. Hay algo gratis que me permite hablar con mi nieto. No sé cómo se llama, ni jamás lo pronunciaré bien (diré “skipe”, “skapa”, “skepchup”, “whatchupp”o “chupchup”) pero jamás volveré a pagar una llamada internacional, ni por nada que pueda hacer gratis o muy barato por medio de la red. Que tomen nota las operadoras de telefonía.
Pilar es una amiga y alumna muy presumida, como ella misma dice, a la que le encanta comprar. Estaba escamada por las ventas online de las que tanto oía hablar a sus hijas y anunciar en la tele. No sabía cómo comprar y le daba miedo usar la tarjeta de crédito. Finalizado el curso era, no solo una experta compradora, sino también vendedora, pues descubrió www.ebay.es y aprendió que podía vender lo que ya no se ponía para comprar prendas de temporada. A fecha de hoy, no se le ha vuelto a ver en una tienda física, salvo para comprar pan.
La enseñanza de Pilar es como la de Andrés, pero con el valor añadido de que descubrió que puede vender lo que le sobra, y con eso volver a comprar. Ya puede hacer descuentos, rebajas, promociones y lo que quiera el comercio minorista. Pilar tiene fondo de armario canjeable en dinero para comprar meses, con una novedad de que ha encontrado que vender y ganar dinero es divertido, casi tanto como ir de compras. Menos mal que de momento no hay muchas así, ¿o sí? ¿Y si parte del descenso de las ventas es porque el público ha descubierto que ahora puede revender su ropa y con lo que gana volver a comprar?
Y por último Felisa, que se ha pasado 50 años maldiciendo por dos cosas: planchar y tener que ir a la compra. Ahora realiza esto último por medio la web de un supermercado, el servicio de plancha no lo encarga porque en Teruel no lo presta nadie. Si no, ¿qué haría Felisa?
Publicado por Javier Atienza Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook
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